Rixio Portillo
Profesor e investigador de la Universidad de Monterrey

Tango vaticano a diez tiempos


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Al inicio del siglo XX corría el rumor entre los sagrados pasillos del Vaticano, que Roma había condenado el tango, a pesar de que varias fuentes indican que los papas Pío X y Pío XI presenciaron una presentación de la sugerente danza. Sin embargo, la elección de un argentino a la sede petrina, mucho tiempo después, dejó caer por tierra el presunto veto papal.



El mismo Francisco justifica la leyenda indicando que posiblemente la causa fue que, en la aristocracia pontificia “no se comprendiera la liturgia del tango. Alguien me decía — refiere el papa— que ello se debe a que se baila en cuatro baldosas”. No obstante, diez años de pontificado permiten afirmar que, con prohibición o no, el tango llegó al Vaticano.

El suave y estrecho baile porteño al sonido del bandoneón, puede ser el soundtrack del pontificado; ya que la llegada de Francisco no significó cambios abruptos ni a la fuerza. El compás rítmico de las reformas ha sido lento, nada apresurado. En realidad, pocas han sido las decisiones que han representado un golpe de timón.

Los movimientos en el tango vaticano de esta década han sido desde la visión de pueblo – comunidad. Las palabras claves fueron pronunciadas en el espontáneo discurso de la noche de la elección: “Comenzamos este camino: Obispo y pueblo. Este camino de la Iglesia de Roma, que es la que preside en la caridad a todas las Iglesias. Un camino de fraternidad, de amor, de confianza entre nosotros”, dijo el argentino Bergoglio.

El tango también implica pasos cortos y quebradizos, en una sincronía rítmica que exige que ambos danzantes estén comprometidos, por lo que no podría esperarse cambios automáticos que solo dependan del papa Francisco, el trabajo debe ser de todos.

Por ello, ante el décimo aniversario de la elección, diez pasos claves en el tango vaticano, en tiempos de Francisco. Diez cambios precisos que dejarán huella. Diez pasos, a diez tiempos, en diez años, del pontificado del papa porteño, que llegó del fin del mundo:

1. El límite a la liturgia preconciliar

La Traditionis custodes, publicada en 2021, regula la autorización de la Eucaristía con el misal de Juan XXIII; los obispos ahora tienen que seguir las indicaciones del Vaticano y los dicasterios implicados, para permitir el uso del rito preconciliar, sin menoscabo de la unidad de la iglesia o el desconocimiento del misal de Pablo VI.

2. Reducción de las funciones económicas de la Secretaría de Estado

Con una carta firmada en agosto de 2020, el papa decide transferir, desde la Secretaría de Estado a la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica, la gestión de todos los fondos financieros y del patrimonio inmobiliario, y que dichos recursos deberán aparecer en el balance consolidado de la Santa Sede.

3. El sínodo abierto pero no público

La reforma del Sínodo de los Obispos se concretó con la Episcopalis Communio de 2018, mayor apertura, disposición para la escucha, fases preparatorias de consulta, que las ideas surjan del pueblo de Dios, pero en la práctica, las intervenciones se mantienen a puerta cerrada, para asegurar la espontaneidad y la libertad de opinión, sin posiciones preconcebidas.

4. Los cardenales ya no son príncipes, ni primados

El nombramiento de nuevos cardenales, en la era de Francisco, no respondió a la ubicación de una sede primada, la universalidad del colegio de cardenales seguía siendo una prioridad, pero los candidatos se enteraban directamente cuando el papa los anunciaba públicamente, lo que valió que hubiese más de una revuelta, ante la sorpresiva noticia.

5. En la pedofilia, no solo son culpables los abusadores

La actualización de las normas anti abusos, así como la Comisión de protección para personas vulnerables fueron acciones que buscaban una mayor transparencia y credibilidad, sin embargo, el avance significativo fue el Motu Proprio Como una madre amorosa, en el que el obispo titular de la diócesis también puede ser juzgado por encubrimiento.

6. Catequistas, la formalidad de una práctica

El ministerio del catequista, que no es una novedad del pontificado, con la carta apostólica Antiquum ministerium (2021) fue formalizado como carisma y ministerio, el cual puede ser otorgado por el obispo particular. Éste emerge como compromiso misionero del bautismo, con la advertencia “que no sea una forma de clericalización”.

7. Mujeres lectoras y acólitas, pero no curas

La apertura para que personas del sexo feminino pudiésen acceder al ministerio del lectorado y del acolitado, sin una vinculación directa al sacramento del orden, fue el paso de Spiritus Domini (2021), con la reforma del canon 230 § 1.

8. La nulidad matrimonial tiene más causas

Como fruto del Sínodo celebrado en dos fases 2014 y 2015, nuevas disposiciones para el procedimiento de declaración de nulidad matrimonial, con Mitis et misericors Iesus (2015), se redujeron las sentencias necesarias y los pasos burocráticos para ofrecer una manera más expedita la decisión de nulidad.

9. La Curia está en Roma pero al servicio de todos

La gran tarea asignada desde el cónclave llegó a término en 2022. Con la Praedicate Evangelium, se derogó el uso del nombre de Congregaciones, los entes pasan a llamarse Dicasterios, y el papa vuelve a presidir la Evangelización de los Pueblos, como prefecto, una práctica antigua que se realizaba anteriormente en Doctrina de Fe, pero que en la versión de la curia, en tiempos de Francisco, las virtudes teologales son los ejes de la acción y servicio a la Iglesia Universal, a través de un servicio concreto a las iglesias particulares.

10. Cardenales al banquillo

Con una reforma sobre las prerrogativas jurídicas de la Santa Sede, Francisco autorizó que cardenales y obispos que fuesen acusados de delitos penales, puedan ser juzgados por el Tribunal del Estado de la Ciudad del Vaticano como todos los demás miembros, laicos y clérigos, y no por un Tribunal de Casación presidido por otro cardenal, con la intención de igualar las responsabilidades de los miembros de la iglesia, y más en el que pequeño Estado, que preside el papa.


Por Rixio G. Portillo Ríos. Profesor e investigador de la Universidad de Monterrey