Rosa Ruiz
Teóloga y psicóloga

Resplandece, aunque sea claro oscuro


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Aunque sigo sin entenderlo por más que leo por aquí y por allá, en los últimos meses en España vivimos una montaña rusa en el precio diario de la luz. Con diferencia de horas ha subido el precio del megavatio hasta 20 veces más que el día anterior y, con las mismas, en alguna ocasión, ha descendido hasta 7 veces.



Sea por lo que sea, es así. Dicen que una de las causas principales es que cuando más demanda hay, cuando más la necesitas, más se encarece la oferta. Lo increíble es que eso pueda pasar de un día para otro. Pues así es, así somos.

Al comenzar un año nuevo, quien más quien menos, todos miramos el año vivido, revivimos momentos agradecidos, nos lamentamos por otros, y desde ahí, desde donde cada uno está el 31 de diciembre mira con más o menos luz el año que comienza.

Algunos habréis comenzado el 2023 con esperanza, con alegría, con motivos para dar gracias por caminos que se abren y novedades recién estrenadas que os iluminan la mirada. A otros, quizá, el 2023 os ha llegado en medio de caminos que se cierran, de diversas despedidas elegidas o forzadas (dolorosas igualmente) y de interrogantes amenazantes que encogen el estómago. O puede que seáis de los que comienzan el 2023 en la calma de un camino estable, pacíficamente transitado, amable.

Todos ansiamos la luz

Estemos en cualquiera de estos grupos (u otros posibles), todos ansiamos la luz. Si la vida fuera como la tarifa de luz, cuanto más la necesitáramos, más inaccesible sería. Y abundará justo cuando no la necesitemos. Pero, por suerte, no es así. O al menos eso voy a decirme a mí misma en este comienzo de año. Si el 2022 no ha ayudado, amplía el objetivo: seguro que encuentras momentos de luz que llegaron cuando menos lo esperabas y algunos imprevistos por pura gratuidad, sin necesitarlo apenas.

Me dirás que es agotador depender de estas subidas y bajadas de luz. Y tienes razón. Debe ser que el secreto está en otro lado. No sé si en aprender a vivir con otra luz o en amar las sombras. No sé si en empeñarse más en que la luz que somos no se apague o en que la vida no se nos ahogue en zonas oscuras.

No sé cómo será este año nuevo. Hace mucho tiempo que no hago propósitos. Conocí a alguien que decía: “si nos metieran en una habitación con todo el pollo que vamos a comernos a lo largo de la vida, no volveríamos a probarlo”. Por suerte, vamos haciendo frente a la vida cuando llega; si supiéramos lo que vamos a vivir en el 2023 quizá no nos quedarían ganas de empezarlo. O quizá nos entraran tantas ganas que nos precipitaríamos y no sabríamos acoger la belleza y la luz y el amor que vendrá.

Quizá esta noche de luz que es la noche de Reyes sea una buena señal: ¡una noche de luz!, ¡bendita paradoja! ¿Estás triste?, mira la estrella. ¿Te sientes solo?, mira la estrella. ¿Te has equivocado con alguna decisión?, mira la estrella. ¿No ves claro por dónde seguir?, mira la estrella. Si os digo la verdad no sé bien cómo se hace o qué significa. Pero creo que tiene algo que ver con lo que dice Isaías:

“¡Levántate y resplandece, porque llega tu luz … amanece sobre ti!” (Is 60,1-6).

Levántate y resplandece. Tal como estás. Estemos como estemos. En medio de nuestros claroscuros particulares, levántate y resplandece. No esperes a sentirte lleno de luz para levantarte y menos aún para resplandecer. ¡Resplandece tal como eres! Si esperas a vivirte lleno de luz para levantarte quizá no resplandezcas nunca. Si te quedas encogido esperando que la estrella te ilumine, puede que no te veas radiante nunca. No esperes encontrar la estrella para resplandecer y alzar la cabeza porque quizá en este momento no “toque” verla. No siempre se encuentra, aunque esté. Quizá necesitemos levantarnos y resplandecer (tan llenos de oscuridades como podemos sentirnos) para que la luz nos amanezca en el rostro y en la espalda y en la mirada.

Confieso que tampoco sé cómo se hace, pero suena bien, ¿no? ¿Se lo pedimos a los Reyes Magos?