De mentiras y verdades a medias


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Hace rato he venido “empollando” este blog. He revisado escritos –numerosísimos– publicados sobre el tema y he tratado de aclarar mis ideas al respecto para poderlas compartir. O más bien, a ver si logro entender de qué se trata. Porque creo que no puedo hacerme la de la vista gorda acerca de la era de la posverdad, las fake news, las mentiras y las verdades a medias que circulan en redes sociales y cuyos usuarios y usuarias terminan –o terminamos– aceptando como verdades de a puño. En últimas, me pregunto: ¿qué eso de la posverdad y las fake news de las que tanto se habla y se escribe?

No es nuevo recurrir a la mentira para vender un producto político: Joseph Goebbels, el ministro de la Propaganda de Hitler allá por los años 30 del siglo pasado, decía que “la mentira repetida se convierte en verdad” y de esta misma época es otra conocida frase –“¡Calumniad, calumniad, que de la calumnia algo queda!”– atribuida al entonces senador Laureano Gómez en discurso ante el Congreso colombiano. También son viejas las tácticas para vender productos comerciales haciéndonos creer mentiras. Más todas las habladurías, junto con rumores y chismes que sin escrúpulo alguno se han echado a volar en cualquier reunión o visita.

Lo nuevo es la velocidad e inmediatez con la que se difunden en la era digital, al mismo tiempo que la ingenuidad con la que algunos y algunas internautas reenvían a sus listas de correo o de WhatsApp cualquier mensaje que reciben. Sin pensarlo dos veces, porque es cuestión de un clic para contribuir a viralizar videos, chistes, cadenas de oración, memes. También falsas noticias que viralizan quienes se movilizan para dar el mismo clic por temor frente a una amenaza que es falsa pero sirve para fines políticos.

Ahora bien, volviendo a mi pregunta acerca de qué es la posverdad, encontré que fue elegida como la palabra del año 2016 por el Diccionario Oxford, para el cual post-truth es un fenómeno que se produce cuando “los hechos objetivos tienen menos influencia en definir la opinión pública que los que apelan a la emoción y a las creencias personales”. Y según la Real Academia Española, la palabra posverdad –que el Diccionario de la Lengua Española incluirá como neologismo en su próxima actualización– se refiere a “toda información o aseveración que no se basa en hechos objetivos, sino que apela a las emociones, creencias o deseos del público”.

Y más allá de las definiciones, encontré que “es un modelo de publicidad que no distingue lo verdadero de lo falso”, como escribe el periodista Javier Darío Restrepo en Vida Nueva Colombia. A lo cual agrega: “Pasa aquí lo que le sucede a los corruptos, que no distinguen lo bueno de lo malo. Es decir, que la posverdad es una faceta de la corrupción. Concluyo, además, que es una forma de hacer mercadeo político, manipulando los hechos y suscitando respuestas emotivas, comoquiera que el discurso político adopta métodos de la publicidad comercial. En la que en cierto modo se acepta recurrir a las medias verdades y a la emotividad para aumentar el consumo.

Analistas políticos están de acuerdo en que a las noticias falsas y a la emotividad para mover a los y las votantes se debió el éxito de campañas políticas como la de Trump, la del Brexit o la del NO en el plebiscito colombiano para avalar los acuerdos de paz. Así lo reconoció el gerente de esta última: “Descubrimos el poder viral de las redes sociales” para que la gente saliera a votar con rabia.

E iba escribiendo por aquí cuando entró a mi casillero un “Mensaje del papa Francisco sobre noticias falsas y periodismo de paz” fechado el 24 de enero de 2018 y al que tengo que darle espacio. Según el mensaje, la expresión fake news se refiere “a informaciones infundadas, basadas en datos inexistentes o distorsionados, que tienen como finalidad engañar o incluso manipular al lector para alcanzar determinados objetivos, influenciar las decisiones políticas u obtener ganancias económicas”.

Y precisa que su eficacia se debe, en parte, a que “se apoyan en emociones fáciles de suscitar, como el ansia, el desprecio, la rabia y la frustración”, como también que su difusión responde al “uso manipulador de las redes sociales y de las lógicas que garantizan su funcionamiento”. El Papa invita a “un discernimiento atento y profundo” para desenmascarar los mecanismos de desinformación, recurriendo al relato del paraíso y concluye: “Las fake news se convierten a menudo en virales, es decir, se difunden de modo veloz y difícilmente manejable, no a causa de la lógica de compartir que caracteriza a las redes sociales, sino más bien por la codicia insaciable que se enciende fácilmente en el ser humano”.

Finalmente, ¿entendí qué es eso de la posverdad y las fake news? No importa. Lo que me quedó claro es que, como en el paraíso, la humanidad no ha aprendido a distinguir el bien del mal, ni la verdad de la mentira.