Enrique Lluc
Doctor en Ciencias Económicas

Los bienes de la vida plena


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Cuando trabajo con mis alumnos el tema de las necesidades y de las apetencias y deseos, una de las cuestiones que les planteo es que digan cuáles son las necesidades que precisan para llevar una vida digna y que van más allá de las básicas, es decir, de aquellas que son imprescindibles para no morir de hambre, de frío o de enfermedades. Cuando no les advertía que tenían que ser necesidades cubiertas por bienes, servicios o experiencias por los que hubiese que hacer un desembolso económico, con frecuencia me hablaban de que precisaban que alguien les quisiese, salir con los amigos, recibir cariño, tener esperanza en la vida, etc.



Hago referencia a esta experiencia propia para continuar con algunas de las ideas del libro Alianza y Contrato. Política, Ética y Religión de Adela Cortina del que ya hablé la semana pasada. Porque Adela comenta en su libro que existen dos clases de bienes.

  • Por un lado los bienes de justicia, como los alimentos, la vivienda, el vestido, la atención social, el trabajo remunerado, la libertad civil y política…
  • Por otro lado aquellos que son necesarios para llevar una vida buena, como son la ilusión, la esperanza, el sentido de la vida, el consuelo, el apoyo, el cariño…

Como podemos observar, algunos de estos bienes tienen una dimensión económica indudable, se trata de lo que podríamos denominar necesidades básicas, es decir, aquellas que no solo son precisas para llevar una vida digna, sino que lo son para que mantener la vida. Además, están aquellas libertades que precisamos no solo para poder elegir cuál es el futuro que queremos para nosotros mismos, sino también cuál es el entorno en el que me quiero mover y en qué clase de sociedad quiero vivir. Estos comportan el grupo denominado como bienes de justicia por Adela Cortina. Aquellos que podemos exigir al Estado y conforman por ello la carta de derechos de las personas.

Suministro mínimo

A la hora de conformar nuestro sistema de convivencia tenemos que organizarnos de manera que nuestro sistema económico garantice los primeros a la totalidad de la población. Desde mi punto de vista no es suficiente que se haga tan solo a una parte (aunque sea mayoritaria) de quienes conviven en la misma sociedad, sino a todos quienes la componen. Este parece un objetivo público razonable y compartido por la mayoría de la población.

Al mismo tiempo, precisamos que se garanticen las libertades civiles y sociales. Un sistema democrático y de libertades nos lleva a este fin primordial. Nuestra organización social mínima, tendría que intentar que todas las personas alcanzasen un suministro mínimo de estos bienes de justicia, tanto los económicos como los que tienen que ver con las libertades. Sin embargo, como veremos el próximo lunes, esto no siempre se consigue ni si quiera se busca.