Enrique Lluc
Doctor en Ciencias Económicas

Las vigilias del rico acaban con su salud


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Vuelvo hoy a los libros sapienciales. Esos textos bíblicos que tanta enseñanza aportaban a sus contemporáneos y que, como si estuviesen escritos hoy mismo, también nos la aportan a nosotros a pesar de la distancia temporal que existe y de las diferencias entre la organización social de aquel entonces y la actual. Al final, las personas somos las mismas, nuestras pasiones, nuestros amores, nuestros miedos no cambian. En cada época o lugar pecamos más de unos problemas o de otros, pero la esencia de la persona sigue siendo la misma. Nuestras maneras de concretar el amor, el odio, la pasión, la envidia, la violencia o la amabilidad pueden ser distintas, podemos utilizar otros medios, hacerlo de otro modo, pero la esencia que hay detrás es la misma.



Hay una serie de recomendaciones en la sabiduría bíblica que hablan de cómo las riquezas también son fuente de desvelos innecesarios, de cómo nuestras propiedades hacen que nuestra preocupación se incremente y el afán por conseguirlas acaba con la salud de aquellos que viven teniendo sus propiedades como el principal objeto de su existencia: “Los insomnios que acarrea la riqueza consumen el cuerpo, y la preocupación por ella ahuyenta el sueño.” (Eclo 31,1) Qohelet describe la situación de aquellos que se afanan vanamente por incrementar sus ganancias como una vida en la  oscuridad, llena de aflicción, depresiones y enfados (Qo 5,16).

Qohelet insiste mucho en la crítica de está actitud y no ahorra calificativos negativos a pesar de que normalmente es parco en ellos. Es, pues, una perspectiva sombría la que le espera al hombre preocupado por sus ganancias. Su vida se transforma totalmente y los desvelos a los que tiene que hacer frente superan la aparente felicidad que puede traerle el dinero que logra a través de su riqueza.

Deterioro de la salud

¿Y no es eso lo que podemos observar en las personas que centran su existencia en sus propiedades y en lo que tienen? La insatisfacción permanentemente instaurada en muchas de las personas que conocemos tiene mucho que ver con este continuado afán por tener más. Nos encontramos con personas y sociedades permanentemente insatisfechas que nunca se conforman con lo que tienen, que no se sienten satisfechos con unos ingresos suficientes para vivir de una manera digna, que siempre quieren más a pesar de tener todo lo que necesitan para vivir, que siguen obsesionadas por aspirar a más, por continuar acumulando. Esto conlleva un debilitamiento de su salud provocado por la tensión en la que se ven obligados a vivir constantemente.

Porque su preocupación se centra en el tener y quieren controlarlo todo. Están preocupadas por no perder lo que tienen y por incrementarlo. La ansiedad, el agobio, el desasosiego, la inquietud se adueñan de su ser. Siempre apesumbrados, desasosegados, inquietos por lo que tienen, por qué va a suceder con sus propiedades, no duermen, no descansan, no se relajan. Todo ello acaba minando, a largo plazo, su salud, su fortaleza.