Enrique Lluc
Doctor en Ciencias Económicas

La tolerancia formal y el bien común (I)


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Una de las cuestiones básicas para poder construir el bien común tiene que ver con la tolerancia. Cuando buscamos la definición de esta palabra en el diccionario de la Real Academia Española, encontramos que tolerancia es el “Respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias”. Si profundizamos algo más en esta definición nos encontramos con que respeto es definido por este mismo diccionario como “miramiento, consideración, deferencia”.



Construir el bien común precisa de una población tolerante, de unas personas que respeten profundamente las creencias y las ideas de los demás, porque solamente a partir del respeto a las ideas del otro, se puede propiciar su crecimiento como persona y que su aportación al bien común sea positiva.

Una sociedad que opina que una gran cantidad de ideas son intolerables y que actuando de manera coherente con esto, discrimina y penaliza (de manera formal y organizada o de manera informal) a aquellos que piensan diferente, impide alcanzar de una manera correcta el bien común.

Creo que desgraciadamente eso sigue sucediendo en nuestra sociedad en estos momentos. Muchas personas que se reconocen como tolerantes y se lucen de ello, con frecuencia hacen excepciones y se reconocen intolerantes con determinadas personas o ideas. Esto les lleva a intentar penalizar o discriminar a las personas o a las ideas que estas representan.

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Nos encontramos con prácticas de anulación, de censura, de cancelación (como se denomina ahora), de boicot y de violencia contra determinadas ideas o grupos. Difícilmente es posible construir el bien común a partir de estas actitudes que anulan totalmente la posibilidad del diálogo y no hacen más que potenciar la polarización de la sociedad y de generar situaciones violentas.

Pilares para la convivencia

La pluralidad, el respeto a los demás, la falta de censura, la tolerancia ante las ideas del otro, se constituyen en pilares necesarios de una convivencia que es la base que sustenta el edificio del bien común. Esta tolerancia se puede hacer realidad de dos modos. El primero es el que podríamos denominar la tolerancia formal. Es decir, aquella que se realiza de una manera formal, tolerando al otro aunque se le desprecie y no guste en absoluto su manera de pensar.

Esta manera de respetar al diferente es tolerancia formal y se realiza para evitar problemas, el peso de leyes que no permiten discriminar al otro por lo que piensa o dice, o por cualquier otro motivo. Pero se trata de una tolerancia a regañadientes, ya que quien tolera, en el fondo opina que aquellos pensamientos o comportamientos realmente son intolerables.

Esta manera de tolerar al diferente es suficiente para comenzar a construir el bien común y aunque no es la situación ideal, es la condición necesaria para que el bien común pueda ser una realidad. La próxima semana hablaremos sobre qué clase de tolerancia construye realmente el bien común.