¿Hasta dónde puede llegar el odio?


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A medida que pasan los días, van sabiéndose más detalles de la inhumanidad del ataque de Hamás a Israel, perfectamente comparables con lo que, por desgracia, hacía el ISIS o Estado Islámico. Así, en el kibutz de Kefar Aza, aparte del asesinato de bebés –alguno de ellos decapitado–, los terroristas llegaron a abrir en canal a una embarazada –no se sabe si después de haberla matado o aún viva– y apuñalaron al no nacido.



Esa horrible práctica la recogen algunos textos de la Biblia. Así, el profeta Amós, en unos oráculos contra las naciones, denuncia los crímenes de Amón: “Esto dice el Señor: ‘Por tres crímenes de los amonitas, y por cuatro, no revocaré mi sentencia: por haber abierto el vientre de las embarazadas de Galaad, por haber extendido sus fronteras, prenderé fuego a la muralla de Rabá…’” (Am 1,13-14)

Los horrores de la guerra

También Oseas achaca esa infamia a las naciones extranjeras que castigarán a Israel (bajo el nombre de Samaría, su capital) por sus pecados y rebeldías: “Culpable es Samaría, porque se ha rebelado contra su Dios. Por la espada caerán, sus vástagos serán estrellados, y sus mujeres encinta, abiertas en canal” (Os 14,1).

Asimismo, a Menajén –un rey de Israel del siglo VIII– se le hace culpable de esa práctica criminal en una campaña militar contra una ciudad de Israel en los límites de las tribus de Efraín y Manasés (hay que recordar que Menajén accedió al poder asesinando al rey Salún): “Por entonces Menajén, partiendo de Tirsá, atacó Tapúaj, a sus habitantes y territorios y, como no le abrieron las puertas de la ciudad, masacró a su población y abrió el vientre de todas las mujeres encinta” (2 Re 15,16).

Milicianoshamas

Todo apunta a que lo de abrir en canal a las embarazadas –o estrellar a los niños– formaba parte de las prácticas de la guerra en la antigüedad, al menos en algunas ocasiones. Aunque también se puede pensar que no en todos los casos en los que se menciona estamos ante hechos reales; quizá más bien habría que considerar que ya formaba parte del ‘topos’ literario asociado a la guerra. En todo caso, si constituye un elemento del imaginario de la guerra, es porque en alguna ocasión se llevó a cabo.

Desgraciadamente, el ataque de Hamás a Israel confirma que el odio puede hacer que algunos de los horrores de la guerra no sean reliquias del pasado.