El sembrador salió a sembrar


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“Francisco no está escribiendo las portadas de los diarios, sino los libros de texto del futuro”

No es fácil hacer un análisis del viaje del Papa a Ecuador, Bolivia y Paraguay. Las dificultades son múltiples. Pero quizás la mayor dificultad se encuentre en la actitud de quienes escuchamos u observamos, y no en los gestos y palabras del Pontífice. Lo que hace y dice el Papa nos sorprende porque estamos acostumbrados a otra manera de hacer y decir. Atrapados por la cultura de lo inmediato, buscamos significados políticos, sociales o religiosos para el momento presente y no nos damos cuenta de que estamos asistiendo a los primeros brotes del futuro. Ni siquiera brotes, tan solo semillas. El sembrador salió a sembrar.

A cada paso y palabra del Papa, fueron apareciendo las interpretaciones interesadas: en primer lugar, de los políticos y, después, inmediatamente, de los medios. Urgidos por sus propias necesidades, los políticos son los primeros que pretenden llevar agua para su molino en función del presente de cada uno.

A estas dos dificultades se agrega otra, hasta hace poco inexistente. Gracias a la revolución de las tecnologías, una multitud de medios católicos, agencias de noticias y portales de Internet, también católicos, compiten entre sí para ofrecernos su propia mirada de lo que hace o dice Francisco. Y ahí nuevamente aparece otro filtro. Cada uno subraya lo que, desde su visión de la Iglesia y el mundo, considera prioritario.

Este desplegará con detalle lo que ocurrió en la misa en la que se rezó por la familia y relegará a un segundo plano lo que ocurrió en la visita a una cárcel; otros titularán con entusiasmo lo afirmado en el Encuentro de los Movimientos Populares y dejarán en segundo plano el diálogo entre el Papa y los religiosos y religiosas. Nuevamente, quienes siguen los acontecimientos a través de los medios quedan en manos de la información y las interpretaciones de unos pocos que transmiten lo que ellos ven en los gestos del Papa y lo que escuchan de sus palabras.

Francisco sabe muy bien que todo esto funciona así, pero él no está pensando en lo que al día siguiente se dirá de lo que él dice. Parece más atento a otra cosa: no está escribiendo las tapas de los diarios, sino los libros de texto del futuro. Está reconstruyendo una imagen de la Iglesia y desandando siglos de errores o malos entendidos. Sabe que los periódicos mañana estarán en la basura, pero que sus palabras se estudiarán en los seminarios, se debatirán en las conferencias episcopales, se repetirán en los púlpitos, se tratarán en los ámbitos académicos, quedarán en los corazones de quienes estuvieron frente a él y serán transmitidas de generación en generación. El sembrador salió a sembrar.

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En el nº 2.951 de Vida Nueva

 

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