Rafael Salomón
Comunicador católico

El rostro de un migrante


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Estaba el semáforo en color rojo y la línea de automóviles era interminable, de pronto, apareció entre el embotellamiento pidiendo dinero, claramente se notaba que era centroamericano, de la costa seguramente. Sus rasgos y color de piel resaltaban su presencia entre los automóviles.



El semáforo cambió a verde, algunos autos avanzaron un poco y uno de ellos aceleró quemando gasolina y forzando a avanzar, un pequeño espacio le permitió meterse entre la fila y mientras lo hacía poco faltó para que arrollara a aquel hombre que pedía dinero entre los autos. Quienes estuvimos cerca, nos dimos cuenta que se trataba de una persona joven, que seguramente iba tarde a algún lugar.

Le gritó al migrante: -¡Qué haces aquí, regrésate a trabajar a tu país! Y como pudo avanzó, dejando su mensaje. Me cuesta trabajo entender la falta de empatía y sensibilidad de algunas personas, sé que en algunos lugares muchas de estas personas están cometiendo actos delictivos, pero hay quienes realmente viajan para mejorar su calidad de vida o porque las condiciones en sus países no son propicias para crecer y tener una calidad de vida digna.

El rostro de nuestro hermano centroamericano lo dijo todo, su mirada triste y tal vez su cansancio de estar pidiendo dinero a pleno rayo de sol en un país que no es el suyo, no debe ser nada fácil, mucho menos recibir comentarios hirientes de aquellos que han sido favorecidos. Personalmente, me pareció un comentario lleno de soberbia, explotar con un ser humano que se encuentra en condiciones de vulnerabilidad, inseguridad y en desventaja.

migrantes en México

Foto: EFE

Se juegan hasta la vida

Una vez más la pregunta que ronda en mi cabeza ¿Qué nos está pasando? ¿Por qué somos tan insensibles al dolor de los demás? Me da tristeza reconocer que pertenecemos a la generación que ignora, que enjuicia y que todo lo resuelve con un ‘like’, un mensaje o un comentario hiriente sin detenerse a pensar en el entorno.

Ningún rasgo de empatía y falta de tacto para expresar su desacuerdo, creo que estuvo muy fuera de lugar el comentario, además de desafortunado, en cuanto a externar su opinión en esas circunstancias. Es muy importante la libertad de expresión y debemos valorarlo; sin embargo, hacerlo sin ningún respeto y simplemente porque fue el detonante de una emoción, en la mesura está el respeto.

Los migrantes que vemos en las calles, pidiendo una moneda o algo para comer, son el resultado de muchas situaciones, no podemos generalizar y cada historia es diferente. Sufren, se exponen y al salir de sus países, se juegan hasta la vida.

Los justos le responderán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?”.
Y el Rey les responderá: “Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo“. Mateo 25, 31-46