El Papa en África: encuentro con el futuro


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Con una limpia coherencia, Francisco invocó la lógica del samaritano: primero se curan las heridas y después se discute

El Papa tenía que ir a África. Es lo que pensé cuando leí sus respuestas a los periodistas en el avión de regreso.

En la conciencia del mundo, especialmente en la de la prensa, tiene que quedar clara su posición de férrea lógica samaritana, patente al responder sobre el condón como prevención contra el sida.

Periodistas y moralistas hacen girar sus reflexiones, como un tiovivo, alrededor del dilema: o condón, contra la moral convencional pero como protección de tu vida contra el sida; o no condón y cumples la ley de la Iglesia pero pones en peligro tu vida.

Y otra vez, con una limpia coherencia, Francisco invocó la lógica del samaritano: primero se curan las heridas y después se discute.

Y la herida en África, un continente poblado de injustos, corruptos y violentos, demanda cuidados inmediatos y eficaces. Aplazó, Francisco, la discusión de salón de clases, porque antes es necesario curar heridas.

Cuando se detuvo en el santuario de Namugongo, ante la esculturas de tamaño natural de los mártires de Uganda, apareció otra de las razones de esta gira: los mártires.

La presencia de cientos de cristianos asesinados en el curso de una campaña para la extinción del cristianismo, parecía sentirse como impulso de las entusiastas muchedumbres de africanos orgullosos de su fe. “La persecución es una de las características del nuevo cristiano africano”. Y al recordar a estos mártires, Francisco hacía recordar la expresión de Juan Pablo II: “Al término del segundo milenio, la Iglesia de nuevo ha llegado a ser una Iglesia de mártires”. Una marca que venía del pasado y que se reaviva en el siglo XXI.

Boko Haram lo ha prometido: “los cristianos no conocerán la paz, nunca más”, dijo. “Atacaremos sus hogares y sus agencias de seguridad”, es su programa. Su grupo “El sunita para la predicación de la Yihad” tiene la consigna de erradicar el cristianismo del norte de Nigeria. Para recordar el ejemplo de fe de los mártires, para celebrar la fe robusta de los africanos, viajó el Papa.

Entre los kenianos prosperó otra amorosa denominación de Francisco: el Papa de la Esperanza, aun antes de que su presencia y su palabra inspiraran esa fe en lo posible, que es la esperanza; y África es para la Iglesia la patria de lo posible.

Desde Pío XII, Juan XXIII y Pablo VI, las expresiones de los papas han coincidido: África es la juventud y el futuro de la Iglesia.

Los 200 millones de católicos, entre los 500 millones de cristianos que pueblan el continente africano, explican esa fe de los papas y la importancia que Francisco les concede. Ellos representan el 14% de los católicos del mundo y los cálculos indican que serán entre el 25 y el 30% en el 2050. Esto la convierte en la Iglesia del futuro, junto con América Latina, en contraste con Europa, llamada por Benedicto XVI un continente cansado y en urgencias de renovación. Los nuevos obispos y cardenales africanos encarnan la juventud y el dinamismo de esa Iglesia. Los países visitados por el Papa tienen esa característica en común: la desbordante juventud de su población. Es menor de 24 años el 60% de los kenianos y centroafricanos; y el 69% de los ugandeses.

África, por tanto, representa una oportunidad para el cristianismo en el mundo. Ya el Concilio Vaticano II había señalado el optimismo misionero como un sello de este período de la Iglesia.

También vino el Papa a este continente para abrir los brazos a los musulmanes en un momento crítico para ellos, después de los atentados de París. La obsesión casi paranoica por la seguridad del Papa tenía un nombre: los fanáticos musulmanes como Boko Haram.

“Cristianos y musulmanes somos hermanos. Sabemos que los últimos sucesos y la violencia han golpeado su país, pero no han tenido fundamento religioso. Que cese toda acción que desfigure el rostro de Dios. Juntos digamos no al odio, a la violencia, y en particular la que se comete en nombre de una religión o de Dios. Dios es paz”.

Así habló en la reunión con la comunidad musulmana, en la mezquita de Banguí, la capital centro africana.

Fue otra razón para esta gira africana de Francisco. Era urgente que viniera.