José Lorenzo, redactor jefe de Vida Nueva
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El lío del P. Ángel


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José Lorenzo, redactor jefe de Vida Nueva JOSÉ LORENZO | Redactor jefe de Vida Nueva

Antes de que el papa Francisco hubiese creado tendencia con la famosa frase, el P. Ángel ya venía haciendo lío en la Iglesia, aunque pareciera importarle a muy pocos. Un Premio Príncipe de Asturias por aquí, un montón de centros de acogida para niños y ancianos por allá…

A la Iglesia jerárquica, las andanzas del sacerdote asturiano no le causaban especial desasosiego. Transigían con una personalidad singular que evidenciaba a través de la Fundación Mensajeros de la Paz tantos mandatos evangélicos de primera hora que solemos dejar para la última. Además, con su talante afable y cercano, el P. Ángel era capaz de sermonear a los ricos con mala conciencia y conseguir de ellos donativos para sus chavales y viejitos sin que saliesen echando pestes de los curas… o de todos los curas.

Pero ahora es distinto. Ahora, el P Ángel, además del favor de la élite económica y política, del cariño de los medios de comunicación, también ha encontrado a un arzobispo que no le escamotea el aprecio. Y, además, le da una señera parroquia en pleno corazón de Madrid, en el barrio de Chueca, algo así como la playa de Omaha en Normandía para que este cura vaya haciendo lío en donde hasta ahora solo procesiona el Orgullo Gay.

Y, claro, montó el lío con la famosa oración-homenaje. Y Osoro se vio obligado a tirarle de las orejas porque se le estaban echando encima –y mandando por tierra, mar y aire mensajes de SOS a Roma– quienes se escandalizan por ver una estola con el arco iris pero aplauden la verborrea apocalíptica de curas que achacan el cáncer de Zerolo a un castigo divino por su condición homosexual. También las dos Iglesias…

Sin embargo, el lío que le han montado al P. Ángel ha sido la excusa perfecta (y previsible) para darle en la cabeza al nuevo arzobispo de Madrid. No sin un dolor de tripa, son capaces de superar algunos un pasado recalcitrante que sigue muy presente. Y un homenaje, diez años después de las bodas gais a uno de sus principales impulsores, es un señor retortijón.

En el nº 2.948 de Vida Nueva