El lento progreso de la comisión anti-abusos del Papa


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Como el presidente Kennedy dijo tras el desastre de Bahía de Cochinos en 1961, más o menos parafraseando a Tácito: “La victoria tiene muchos padres, el fracaso es huérfano”. Lo curioso desde un punto de vista mediático es que a menudo es justo lo contrario: el fracaso es una celebridad y el éxito un ‘don nadie’.

Es decir, es noticia cuando estalla la guerra, se cae un avión, la red se cae o los líderes tropiezan. Cuando hay paz, el avión aterriza, los pagos se reciben y los líderes hacen su trabajo, nadie parece darse cuenta. Tal vez esta mirada ayude a entender por qué la Pontificia Comisión para la Protección de los Menores, el cuerpo establecido por Francisco en 2014 para asesorarle en políticas contra el abuso sexual, ha luchado para contar su historia al mundo, contra un escenario de estrepitosos fracasos y escandalosas controversias, un éxito de nivel bajo que no atraviesa dicho ruido.

Naturalmente, la comisión ha tenido sus tropiezos y sus contratiempos

Mucho se ha comentado sobre el hecho de que dos miembros que fueron víctimas de abusos sexuales, Peter Saunders del Reino Unido y Marie Collins de Irlanda, hayan abandonado bajo diferentes circunstancias, y ambos hayan expresado su frustración con el ritmo del cambio y las resistencias internas. Los dos también han sido críticos en lo que consideran los traspiés del papa, incluyendo su gestión del caso del obispo Juan Barros en Chile, acusado de encubrir los crímenes del más famoso abusador del país, el sacerdote Fernando Karadima.

Y también se ha comentado mucho sobre el hecho de que Francisco permitiera que la comisión “caducara” en diciembre, y solo volviera a ella para nombrar nuevos miembros en febrero. Es justo indicar que es práctica habitual en el Vaticano y el retraso no es inusual, pero entonces los críticos dirán que ese es precisamente el quid de la cuestión: en la lucha contra el abuso infantil, “práctica habitual” no aplica.

El obispo de Osorno, Juan Barros

El obispo de Osorno, Juan Barros, durante el viaje de Francisco a Chile

La influencia va creciendo

En cualquier caso, hay fuertes argumentos a favor de que en sus cuatro años de existencia la comisión  ha tenido un impacto silencioso pero sustancial a la hora  de convertir la Iglesia católica en un lugar más seguro para los niños en el mundo.

Primero, los miembros de la comisión han cruzado el planeta impartiendo seminarios formativos sobre la prevención de abusos, detección y respuesta de los líderes, incluyendo regiones reticentes a aceptar ni siquiera la idea de que el abuso infantil fuera posible en la Iglesia. Pasado el tiempo, el número de invitaciones se ha multiplicado, lo que indica que hay una concienciación creciente y una receptividad al liderazgo de esta comisión.

Además, también hay indicaciones de que el ejemplo de la comisión está provocando un efecto multiplicador en las iglesias locales alrededor del mundo. En 2016, por ejemplo, el cardenal Oswald Gracias de Mumbai, (India) –miembro del C9 papal, y el presidente de la CE india– organizó su propio seminario sobre protección infantil en Mumbai, con la intención de “traer el espíritu de la comisión” a su diócesis.

La comisión ha contribuido significativamente a revisar las directrices anti abuso en países que ya las tenían, pinchando y ayudando a aquellos países que no las tienen para que las generen, en parte desarrollando un conjunto de directrices que sirvan como base para la adaptación local.

Es más, la comisión ha creado un “Día de oración”, y días de educación sobre cómo las distintas iglesias pueden trabajar la lucha anti abuso en sus comunidades. También ha emprendido una reflexión teológica sobre el significado de la crisis de abusos sexuales para la comprensión teológica de la Iglesia y para sus convicciones espirituales fundamentales.

Los partidarios creen que la comisión ha ayudado a favorecer una cultura creciente de seguridad infantil en la Iglesia, con poca fanfarria, pero con resultados reales, si bien imperfectos e incompletos.

Los nombramientos

Nueve nuevos miembros fueron desvelados, entre los que se encuentra Teresa Kettelkam, una antigua coronel de la policía estatal de Illinois y jefa de la Oficina de Protección del Menor de la Conferencia Episcopal Norteamericana desde 2005 al 2011. Ampliamente reconocida como una voz líder en asuntos de protección infantil, se quedará como parte de la comisión.

Robert Oliver, otro americano y auxiliar del cardenal de Boston, Sean O’Malley, se queda como miembro y como director de la oficina. En otras palabras, los nombramientos fueron un amplio visto bueno del Papa al trabajo de la comisión, mientras que ensanchaba su mirada y rango global con miembros de Etiopía, India, Tonga, Brasil, Australia, Reino Unido y EEUU.

O’Malley enfatizó la afirmación del Papa: “El Santo Padre ha asegurado la continuidad en el trabajo de nuestra comisión, que es asistir a las iglesias locales por todo el mundo en sus esfuerzos para proteger a los niños, jóvenes y adultos vulnerables del daño”.

El cardenal Sean P. O'Malley , en la celebración de una eucaristía/CNS

El cardenal Sean P. O’Malley , en la celebración de una eucaristía/CNS

Una declaración hecha pública el sábado 17 de febrero, indicaba que entre los nombramientos hay víctimas y supervivientes de abusos sexuales, aunque los individuos han elegido exponer sus experiencias solamente en el ámbito de la comisión y no públicamente. A pesar de ese anonimato, los supervivientes pueden tener una voz casi más importante si el debate sobre las víctimas se hace público. Se está estudiando bajo la batuta de la Baronesa Sheila Hollins, que fuera miembro de la comisión y presidente del Real Colegio de Psiquiatras de Reino Unido.

Francisco se implica tras el tropiezo con Barros

En las últimas semanas, Francisco echó leña al fuego sobre este tema no solo por el asunto Barros mismo, sino por su desafiante respuesta a las críticas en el viaje de vuelta de Chile entre otras cosas, acusando a las víctimas de “calumniadores” y sugiriendo que deberían presentar evidencias si quieren que haga algo.

La revelación que hizo recientemente de que se ve “regularmente” con supervivientes de abusos en el Vaticano fue cierto consuelo para algunos, aunque Collins se mostró escéptica. “¿Son estos encuentros con víctimas que pueden cuestionar al Papa la gestión del abuso y demostrarle los cambios necesarios? Los encuentros puramente pastorales son admirables, pero en un contexto global son irrelevantes si los supervivientes como Juan Carlos Cruz (acusación de Barros) se ignoran”, tuiteó el pasado 16 de febrero.

Tal vez el lento progreso de esta Comisión y la continuidad que Francisco, aparentemente, le quiere imprimir, puede no ser suficiente para romper los titulares de la misma manera, por lo menos por ahora. Si la historia al final juzga los esfuerzos de la Iglesia de tener éxito, los eventos del sábado pueden convertirse en uno de esos momentos en los que las placas tectónicas se mueven, una vez más, en la dirección correcta.