"Si nosotros no aprendemos en primer lugar a canalizar toda la fuerza de la dimensión sexual y afectiva hacia nuestra propia identidad, no podemos tener autoridad para decir una palabra sobre el amor y la sexualidad a nadie".
"Yo he tenido el don de comprender bien que si Dios me estaba llamando a la vida consagrada no era para hacerme menos mujer, sino que se me proponía un camino –misterioso a veces– para realizar plenamente mi feminidad".
Vuelve a ver el Encuentro Vida Nueva: 'Ley Celaá: ¿todavía es posible el pacto' (25/11/2020)