Festival de Cine de Málaga en la prisión

(Ángel García Rodríguez– Capellán del Centro Penitenciario de Málaga) En el 13º Festival de Cine Español de Málaga, celebrado del 17 al 24 de abril, no todo ha sido alfombra roja y fotos de directores y actores. También es justo felicitar a los organizadores de este importante festival de cine nacional por acordarse de los presos y presas de la cárcel. De este modo, el cine español más actual ha cruzado los muros de la cárcel de Alhaurín de la Torre de la mano del Festival de Málaga y la Asociación Arrabal que, por tercer año consecutivo, se han unido para acercar el certamen a todos los colectivos sociales, especialmente aquéllos que, como los reclusos, tienen una mayor dificultad para acceder a la cultura. El acto central consistió en la proyección de la película Celda 211, de Daniel Monzón, la gran triunfadora de los últimos Premios Goya, que recrea cómo se desarrolla un motín en una cárcel en los años ochenta.

El cine con su lenguaje propio, sus ficciones, conflictos creados, se basa en la realidad pero, desgraciadamente, muchas veces distorsiona la misma realidad en función de un mensaje. Es lo que ocurre en Celda 211. Tras la emisión de la película, en el debate que hubo con los críticos del Festival de Cine, uno de los internos destacaba: “Es exagerada la forma de reclamar unos derechos en la cárcel. Aquí no llevamos pinchos ni secuestramos ni asesinamos a los funcionarios ni tampoco hay cabecillas como ese Malamadre que controla despóticamente a los demás y éstos le obedecen ciegamente”. Otro de los internos señalaba: “La cárcel no es una película de buenos y malos. Yo nunca he visto aquí pegar ni maltratar un funcionario a un interno”. Por otra parte, otro interno destacaba: “La película presenta una situación desesperante en donde ya no hay más salida que la violencia. Eso es falso, aquí en la prisión, a pesar de nuestros delitos y errores de la vida, seguimos siendo personas y cada uno de nosotros somos conscientes de que ‘no está todo perdido’, que hay cambio en la persona, hay esperanza, libertad y reinserción social”. Y, finalmente, un preso afirmó rotundamente: “El interés de todos nosotros ‘no está en escapar’ de la cárcel, sino en aprovechar el tiempo de estancia en prisión para aprender cosas nuevas y reinsertarnos en la sociedad”.

Ciertamente, el cine es cultura para todas las personas y colectivos. Ojalá que haya muchas iniciativas como la de la ONG malagueña Arrabal.

Una ONG dedicada  a fomentar la cultura empresarial y la consolidación de proyectos de autoempleo entre los presos. La colaboración entre el Festival de Málaga-Cine Español y la Asociación Arrabal se remonta al 2008 y tiene como fin potenciar las actividades culturales dirigidas a los reclusos y hacerles partícipes de uno de los eventos cinematográficos más importantes del país.

En el nº 2.705 de Vida Nueva.

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