Éxito del proceso de paz en el norte de Uganda

Organizaciones católicas mediaron para acabar con dos décadas de guerra

(J. C. Rodríguez) Las noticias positivas sobre países africanos suelen ser pocas, y cuando las hay, apenas se prodigan en los medios de comunicación occidentales. La prensa española, que destaca habitualmente tragedias como los conflictos que se libran en Kenia, Somalia, Chad y Darfur, no ha informado del reciente éxito de las negociaciones de paz entre el Gobierno de Uganda y los rebeldes del LRA (Ejército de Resistencia del Señor, en sus siglas en inglés) que desde 1986 han asolado el norte del país.

Escasa atención internacional

Ambas delegaciones empezaron el proceso de negociación hace 18 meses, en Juba, la capital del Sudán meridional. Al cabo de un mes se pusieron de acuerdo en una agenda de cinco puntos. El curso de las conversaciones ha tenido momentos muy difíciles, especialmente después de que en diciembre del año pasado el jefe del LRA ejecutara a su lugarteniente Vincent Ottii, a quien se consideraba más moderado y a favor de una solución negociada, y expulsara a la mitad de los miembros de su representación en Juba. Durante la pasada semana alcanzaron tres acuerdos sobre los últimos temas que quedaban por tratar. El 23 de febrero firmaron el alto el fuego total, con lo que se ponía fin de forma oficial a una guerra de más de 20 años, y dos días después se ponían de acuerdo en detallar cómo se llevará a cabo el desarme y reintegración de los efectivos guerrilleros, unos 800 combatientes, y que debe ser realizado bajo supervisión de la ONU.

La guerra del norte de Uganda se ha librado en un lugar donde no hay intereses económicos o estratégicos importantes, y seguramente por eso ha atraído muy escasa atención internacional. Librada con una inusitada crueldad contra la población civil, ha causado el desplazamiento de dos millones de personas, de las cuales sólo la mitad ha regresado a sus casas o están en proceso de hacerlo. Lo más sangrante ha sido el secuestro por parte del LRA de alrededor de 40.000 niños para obligarlos a combatir entre sus filas, muchos de los cuales han muerto en combates. Los que han conseguido escapar vuelven con serios traumas que les dificultan su reintegración a sus comunidades de origen, faltas de recursos.

El proceso de paz de Juba ha contado con la mediación de organizaciones católicas como Pax Christi y la Comunidad de Sant’Egidio, además de algunos obispos católicos y anglicanos del norte de Uganda. El año pasado, Naciones Unidas nombró al antiguo presidente de Mozambique, Joachim Chissano, enviado oficial para este proceso de paz, que podría concluir con la firma de una acuerdo final de paz durante los próximos días.

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