(Carlos Amigo Vallejo– Cardenal arzobispo emérito de Sevilla)
“Estos misioneros y misioneras llevan consigo la fe y el amor a su pueblo. (…) No han olvidado ni su patria ni su cultura, pero aceptan la misión de salir al encuentro de aquellos hombres y mujeres que tienen el derecho de oír hablar de Jesucristo”
Así que quieres ver a Jesús. Pues búscate, y cuanto antes, un guía que te lleve hasta tan deseado encuentro. Un misionero, una misionera, por ejemplo. Son especialistas en este tipo de encuentros. Han tenido la mejor y más especializada de las escuelas. Aprendieron que el método más eficaz es el de salir al encuentro de las gentes, de todos esos hijos de Dios, sin distinción alguna, y repartidos por el mundo entero.
Se pusieron en camino, no sin haber tenido que superar antes no pocas barreras de incomprensiones, dudas personales, invitación a desistir del intento… Y de las otras, de las que cada uno sabe.
De las incomprensiones y demás palabrería sin sentido, cuanta se quiera: que si aquí hay muchos descreídos, que si la necesidad está a la a puerta de la propia casa, que vaya un afán de dar la lata a los “infieles”, que están tan ricamente en su casa y en su cultura religiosa… La señora de la dracma del Evangelio, que encontró lo que se le había extraviado, no se quedó tranquila hasta que se lo contó al vecindario. No podía aguantar tanta abundancia de alegría. Así que a repartir.
Con la fe, un tanto de lo mismo. Te ofrezco lo que tengo. Es algo muy bueno y que te hará feliz, aprenderás a convivir con los demás con una norma de incalculable eficacia social: el amor fraterno. Y lo más importante: Jesús será tu hermano, tu amigo… Y tu vida. De imposición, nada. De generosidad, ayuda y gratuidad, lo inimaginable.
Las Obras Misionales Pontificias es una organización confesional e institucional. Lejos de cualquier proselitismo injusto, ofrece lo que uno tiene. Y hacerlo con gratuita generosidad. No te ayudo para que te metas en mi capilla, se puede decir, sino porque tú tienes derecho a conocer la verdad. Si Él te regala la gracia de seguir su vida, eso será cuestión de la llamada del Señor y de tu libertad para responder libre y conscientemente.
En estos momentos, son unos 17.000 los misioneros y misioneras españoles que, repartidos por los más diversos rincones del mundo, realizan las labores más admirables, desde todos los puntos de vista, incluidos los del desarrollo, la promoción social, el apoyo a la propia cultura, la educación, el cuidado sanitario…
Estos misioneros y misioneras llevan consigo la fe y el amor a su pueblo. Aunque hacen todo lo que está en sus manos por adaptarse, lo mejor posible, a una lengua, a una cultura, a una situación nueva. No han olvidado ni su patria ni su cultura, pero aceptan la misión de salir al encuentro de aquellos hombres y mujeres que tienen el derecho de oír hablar de Jesucristo.
Decía Benedicto XVI que la llamada a anunciar el Evangelio estimula la cooperación misionera entre las Iglesias para promover el anuncio del Evangelio en el corazón de toda persona, de todos los pueblos, culturas, razas, nacionalidades. (Mensaje para la Jornada de las Misiones 2010).
En el nº 2.725 de Vida Nueva.