FRANCISCO MUÑOZ. CORRAL DE ALMAGUER (TOLEDO) | El pasado 13 de enero, el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, escribió una carta pastoral a sus diocesanos en la que comentaba una frase tomada de la segunda lectura del 2º Domingo del T.O. (1 Cor 6, 18): “Huid de la fornicación”. De este tema casi nunca se habla en nuestras iglesias, ni se orienta a los jóvenes sobre cómo evitar ese pecado.
Vida Nueva ha calificado dicha carta como “pastoral alcanforada”. Creo que el apelativo no es acertado. Parece ser que, a juicio del redactor jefe de su revista, hay temas que angustian más a los españoles que la fornicación, y cita como ejemplo los 60.000 que han emigrado a Alemania, como sea y para lo que sea. Esta última frase sí que parece alcanforada. Dicho sin rodeos, los emigrantes citados han ido a Alemania en busca de trabajo, ya que el Gobierno español es incapaz, por diversas razones, de crear empleo.
Puestos a señalar temas a los obispos para que sus pastorales no resulten alcanforadas y sean de nuestro gusto, podríamos indicar distintos temas que, al parecer, no angustian a la Iglesia: la poca participación en las eucaristías de los domingos y días festivos; los niños nacidos fuera del matrimonio; los millones de personas sin trabajo; la violencia doméstica, etc.
La exhortación de san Pablo a los primeros cristianos y la carta del obispo de Córdoba no creo que recuerden a los escenarios y lenguajes de La Colmena de Cela –como dice el autor del artículo– y sí a los de la Nueva Evangelización. Cada pastor debe preocuparse de alimentar la fe de sus diocesanos, porque él conoce a sus ovejas.
En el nº 2.787 de Vida Nueva.
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