(Adrián Fernández Rodríguez –Algeciras, Cádiz) Hay tantos tipos de cristianos como personas con esta fe religiosa, pero podríamos destacar cuatro de ellos.
El primero, el cristiano “religioso”, pacifista, acalla su creencia en su círculo próximo por ser políticamente incorrecta, discretamente va a misa en contadas ocasiones, por fiestas patronales o actos de sociedad. El segundo tipo sería el “nostálgico”, anclado en el pasado que siempre fue mejor para él, antes del Vaticano II, sacerdote con sotana y misa en latín. Quedan pocos de este tipo.
El tercer grupo sería el del cristiano católico “moderno y nominal”, apóstata de hecho, pero no de derecho. Cuestionado por ello, en una encuesta diría que pertenece a la Iglesia católica, pero vive ajeno a ella, incluso crítico, próximo a la interpretación política de la Teología de la Liberación; es una persona gélida en la fe.
Nos queda el cristiano “consecuente”. Se siente feliz en su religión, la estudia en profundidad, estudia la Biblia, especialmente el Nuevo Testamento, asiste a misa dominical e incluso durante la semana, está integrado en su parroquia, cree en la vida eterna después de la muerte física, ayuda en obras de caridad y apostolado, propaga el Evangelio en su ambiente y es fiel a las enseñanzas de la Iglesia y el Papa. Además, y lo más importante, se cree la Buena Nueva esperanzadora anunciada por Jesucristo.
Entonces es cuando me pregunto: ¿qué tipo de cristiano soy yo?
En el nº 2.728 de Vida Nueva.
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