Romero, ¿ahora sí?

Días atrás, en su toma de posesión como arzobispo de San Salvador, José Luis Escobar Alas reconoció que contar con un santo salvadoreño “sería la más grande dicha de la Iglesia de este país”. Se refería al que fue su predecesor en la sede primada, Óscar Arnulfo Romero, “mártir que tuvo la dicha de unir su sangre a la de Cristo en la celebración de la Santísima Eucaristía” (fue asesinado el 24 de marzo de 1980 en el transcurso de la misma). Que desde el Episcopado se impulse la futura canonización de quien ya es para el pueblo ‘san Romero de América’ despeja los viejos fantasmas del silencio y/o la politización sobre su figura. ¡Ojalá pronto se una a los beatos españoles Rafael Arnaiz (trapense), Francisco Coll (fundador de las Dominicas de la Anunciación) y el misionero belga de los Sagrados Corazones, Damián de Molokai, que próximamente serán nuevos santos de la Iglesia.

En el nº 2.649 de Vida Nueva.

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