Martín Guzmán: “La Iglesia puede ayudar a crear un multilateralismo distinto”

Informe de economistas del Vaticano

Francisco soñó con un Jubileo de la Esperanza que dejara muchos frutos para la humanidad. Así, dispuso muchas iniciativas en distintos ámbitos. Una de ellas fue la creación, en febrero y con la Pontificia Academia de Ciencias Sociales, de una comisión jubilar conformada por 30 economistas de prestigio internacional para que elaboraran un informe en el que se propusieran a la comunidad internacional una serie de “medidas urgentes y reformas sistémicas” para hacer frente, entre otras, “a las crisis mundiales de deuda y desarrollo”.



Dos meses después de la muerte de Bergoglio, el pasado 20 de junio, se presentó en el Vaticano un “informe jubilar” bajo el epígrafe ‘Una hoja de ruta para abordar las crisis de deuda y desarrollo y sentar las bases financieras de una economía mundial sostenible y centrada en las personas’, que ha sido compartido por la Santa Sede en la IV Conferencia Internacional de Financiación para el Desarrollo de la ONU, celebrada en Sevilla del 30 de junio al 3 de julio. Sus dos coautores eran el estadounidense Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía en 2001 y catedrático de la Universidad de Columbia, y Martín Guzmán, ex ministro de Economía de Argentina (entre 2019 y 2022), y docente en la misma universidad norteamericana.

Un precedente para la esperanza

Este último expone a Vida Nueva las líneas maestras de lo clamado al mundo en nombre de la Iglesia. Empezando por un gran motivo para la esperanza con el que concluye el informe: “Hace 25 años, durante el Jubileo del año 2000, se cancelaron más de 100.000 millones de dólares en deuda internacional”. Sin embargo, “la ausencia de reformas estructurales, unida a acontecimientos recientes, ha generado vulnerabilidades sistémicas que hoy amenazan con revertir los avances conseguidos con tanto esfuerzo”. Por ello, “ha llegado el momento de una nueva acción jubilar”.

PREGUNTA.- ¿Cómo se puede conseguir que desde la ONU, la gran institución multilateral, haya un compromiso real que vaya más allá de las ‘buenas palabras’ y se acabe con esta situación de inequidad? ¿Qué podemos esperar de la cumbre de Sevilla?

RESPUESTA.- La razón fundamental por la que tan frecuentemente se dan crisis de deudas insostenibles es que el sistema no está diseñado para garantizar la estabilidad y la sostenibilidad del crédito. En lo inmediato, lo mejor que podría hacerse desde la ONU es retomar el proceso lanzado en 2014 para crear un mecanismo multinacional para la resolución de las crisis de deudas soberanas. Solo seis países se opusieron a los nueve principios que aprobó la ONU para ese mecanismo, pero entre ellos están las principales plazas financieras internacionales.

La cumbre de Sevilla es una oportunidad para poner en el centro de la discusión este asunto y las propuestas del informe del Jubileo comisionado por el papa Francisco para alinear el funcionamiento del sistema financiero global con los objetivos de desarrollo de los pueblos.

Martín Guzmán, coautor de un informe de economistas del Vaticano

P.- En el informe se denuncia que “54 países en desarrollo destinan ya el 10 % o más de sus ingresos fiscales únicamente al pago de intereses”. En estas naciones empobrecidas, “la carga media por intereses prácticamente se ha duplicado en la última década”. ¿Cómo se puede poner fin a esta espiral ilógica y deshumanizante?

R.- Hoy hay decenas de países que están viviendo una crisis de deuda y de desarrollo. Hay algunos que prefieren no llamarla así porque tienen intereses creados a partir de esta situación, que son básicamente los que están recibiendo pagos de deuda a pesar de que esta sea insostenible. Pero la situación es dramática en decenas de países. El continente más afectado es África, aunque también hay partes de América Latina y el Caribe y del sur de Asia afectadas por esta crisis.

En la década de 1980, América Latina tuvo una crisis, tardó una década en abordarse y hubo consecuencias devastadoras para la región. Fue una década perdida en términos de desarrollo económico, social y humano.

Es imperativo poder abordar esta situación, y es posible hacerlo. Lo que el informe plantea son las acciones necesarias para abordar esta crisis y resolverla, y esto tiene que empezar por un cambio en las políticas y prácticas de los organismos financieros internacionales. Debe haber herramientas para que, cuando se preste dinero a los países en desarrollo, no se termine usando como se está usando hoy, que es básicamente para pagarle a los acreedores de deudas insostenibles.

A partir de ese cambio en las políticas y en las prácticas globales, se pueden cambiar los incentivos tanto de los acreedores como de los deudores para negociar una solución a este problema de deuda que están teniendo. El informe incluye también un conjunto de reformas para prevenir estos problemas en el futuro y que, dentro de 25 años, en el próximo Jubileo, no estemos hablando otra vez de lo mismo con otra crisis.

Respaldo eclesial

P.- ¿Cómo le anima en ese sentido el respaldo de la Iglesia a su trabajo? ¿Considera que unir su voz a la de los papas refuerza la resonancia de sus mensajes? 

R.- El papa Francisco fue un líder absolutamente extraordinario, con una visión que considero totalmente constructiva. Y nos ha motivado e inspirado a trabajar en la Pontificia Academia de Ciencias Sociales, que reúne a académicos de todo el mundo, en pos de construir las grandes reformas para el sistema global. Yo pienso que la Iglesia tiene un rol muy importante por jugar en la creación de un multilateralismo distinto, uno que funcione para la prosperidad de los pueblos. Esperamos continuar este trabajo con el papa León XIV.

Lea más:
Noticias relacionadas