Treinta economistas alzan la voz (en nombre de Francisco) para exigir “reformas sistémicas” en el modelo de deuda

  • De cara al Jubileo de la Esperanza, Bergoglio los organizó en torno a una comisión para que publicaran el informe que hoy ha visto la luz
  • Como denuncia, hasta “54 países en desarrollo destinan ya el 10 % o más de sus ingresos fiscales únicamente al pago de intereses”

Treinta economistas alzan la voz (en nombre de Francisco) para exigir “reformas sistémicas” en

Francisco soñó con un Jubileo de la Esperanza que, a lo largo de todo 2025, dejara muchos frutos para el conjunto de la humanidad. Así, dispuso muchas iniciativas y proyectos en distintos ámbitos. Uno de ellos fue la creación, en febrero, de un equipo conformado por 30 economistas de prestigio internacional para que elaboraran un informe en el que se propusieran a la comunidad internacional una serie de “medidas urgentes y reformas sistémicas” para hacer frente, entre otras, “a las crisis mundiales de deuda y desarrollo”.



Semanas después de la muerte de Bergoglio, este viernes 20 de junio se ha presentado en el Vaticano un “informe jubilar” bajo el epígrafe ‘Una hoja de ruta para abordar las crisis de deuda y desarrollo y sentar las bases financieras de una economía mundial sostenible y centrada en las personas’. Ratificado por una Comisión Jubilar conformada por una treinta de economistas, a estos los encabezan el estadounidense Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía en 2001 y catedrático de la Universidad de Columbia, y Martín Guzmán, exministro de Economía de Argentina (entre 2019 y 2022), y docente en la misma universidad norteamericana.

Consecuencias de la inequidad

En su “innovador” documento, que dan a conocer en una conjunta la Pontificia Comisión de Ciencias Sociales y la Universidad de Columbia, se llama a la comunidad internacional a la implementación “urgente” de “medidas decisivas y reformas estructurales”, pues la inequidad afecta a “miles de millones de personas en todo el mundo”.

Entre otros objetivos, sus firmantes tienen como objetivo “dar continuidad a los repetidos llamamientos del papa Francisco a favor del alivio de la deuda mundial”, reconociendo que esa senda “ahora la promueve su sucesor, León XIV”. Desde ese “imperativo moral de actuar”, el documento “demuestra de forma contundente que la crisis de deuda que afecta al sistema financiero mundial está alimentando una crisis de desarrollo”.

Y es que nos encontramos con que “54 países en desarrollo destinan ya el 10 % o más de sus ingresos fiscales únicamente al pago de intereses”. En estas naciones empobrecidas, “la carga media por intereses prácticamente se ha duplicado en la última década”. Lo que “desvía recursos esenciales que deberían destinarse a la sanidad, la educación, las infraestructuras o la resiliencia climática, privando a millones de personas de atención médica vital, alimentos o empleo”.

“Esto no tiene por qué ser así”

Sin embargo, como claman con energía, “esto no tiene por qué ser así. Existen soluciones sólidas desde el punto de vista económico y beneficiosas para todas las partes”. Así, “ante la creciente incertidumbre en los mercados globales y la disminución de opciones de refinanciación para los países con elevados niveles de deuda”, se ofrece “un camino audaz y factible” que, a través de “una responsabilidad compartida”, podría evitar “una década perdida para el desarrollo y la acción climática y, en su lugar, promover la recuperación económica y el desarrollo a largo plazo”.

En ese sentido, el informe propone “una visión moral y práctica: las finanzas globales deben estar al servicio de las personas y del planeta”. Y, en consecuencia, “no castigar a los más pobres para proteger los beneficios”.

Entre las “recomendaciones” concretas del informe, la primera pide “mejorar la reestructuración de deuda”. Lo que, a su vez, pasa por “reformar las políticas de las instituciones multilaterales” y que estas busquen realmente “incentivar a acreedores y gobiernos deudores a alcanzar acuerdos más sostenibles y en plazos más adecuados”.

No rescatar a acreedores privados

Otra propuesta consiste en “poner fin a los rescates de acreedores privados”. En su concreción, “instituciones multilaterales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) deben modificar sus políticas y prácticas para favorecer recuperaciones sostenibles, y no rescatar de facto a acreedores privados ni imponer políticas de austeridad asfixiantes”.

Pobreza

Una tercera medida sería “reforzar las políticas internas”, pues “los países en desarrollo deben utilizar más activamente los controles sobre el movimiento de capitales para reducir flujos desestabilizadores y crear un entorno propicio para inversiones a largo plazo, además de invertir en transformación estructural”.

Unido a ello iría la necesidad de “promoverse una mayor transparencia en las políticas financieras, asegurando además un amplio respaldo social”. Lo que también conlleva “reimaginar las finanzas globales”, siendo “necesaria una transformación integral de los modelos de financiación internacionales para impulsar el desarrollo sostenible, incluyendo líneas de financiación que promuevan el crecimiento a largo plazo”.

En la cumbre de la ONU en Sevilla

En este punto del informe, los 30 economistas celebran que sus propuestas se debatirán durante la IV Conferencia Internacional de la ONU sobre Financiación para el Desarrollo, que se celebrará en Sevilla del 30 de junio al 3 de julio. Algo que Joseph Stiglitz, coautor del documento, ve una señal para la esperanza: “Existe un consenso creciente entre los expertos: el sistema de deuda actual está al servicio de los mercados financieros, no de las personas. Esto amenaza con condenar a naciones enteras a una década perdida… o a algo peor. Ha llegado el momento de actuar con responsabilidad”.

El otro coautor del informe, Martín Guzmán, observa que “la crisis de deuda está desplazando la inversión en salud, educación y clima, y está generando una situación económica y social dramática en muchas economías en desarrollo. El llamamiento de Francisco fue un acto moral de liderazgo oportuno. En este Año Jubilar, una coalición decidida debe actuar para resolver las crisis de deuda y desarrollo o, de lo contrario, aumentará la desigualdad de oportunidades y se agravará la inestabilidad, con consecuencias desestabilizadoras a medio plazo a escala mundial”.

¿Hay motivos para la esperanza? La Comisión Jubilar lo tiene claro: “Hace 25 años, durante el Jubileo del año 2000, se cancelaron más de 100.000 millones de dólares en deuda internacional”. Sin embargo, “la ausencia de reformas estructurales, unida a acontecimientos recientes, ha generado vulnerabilidades sistémicas que hoy amenazan con revertir los avances conseguidos con tanto esfuerzo. Ha llegado el momento de una nueva acción jubilar”.

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