Argentina: García Cuerva presidió el Tedeum en el día de la Patria

  • Participó de la oración religiosa el presidente del país, Javier Milei
  • El arzobispo de Buenos Aires bregó por acompañar con hechos el esfuerzo que están haciendo los argentinos

Con la presencia del presidente de la República Argentina, Javier Milei, acompañado por la mayoría de sus ministros y funcionarios, se celebró en la Catedral Metropolitana el Tedeum en el 214° aniversario de la conformación del primer gobierno patrio. Presidió la Oración, Jorge García Cuerva, arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina. Participó el nuncio apostólico en la Argentina, Miroslaw Adamczynk, y representantes de distintos credos.



Lo primero que mencionó el arzobispo es que quería que su mensaje sea un aporte a la luz de la Palabra para la reflexión de todos los actores que construyen la Patria, en una celebración de acción de gracias a Dios por las gestas que constituyeron la Nación y ayudan a mantener viva la memoria.

Acción de gracias

Si bien esta celebración habilita muchos escenarios y posibilidades para acercarse a distintas miradas, diagnósticos de situación, proyectos, compromisos, denuncias u omisiones, “siempre serán necesarios el disenso y el debate. Todas acciones válidas para la vida de una Nación”, aseveró García Cuerva. Explicó que aunque el agradecimiento puede sonar poco práctico o realista y hasta algo inocente, el Tedeum es el canto obstinado de aquellos que no quieren dejar morir la esperanza.

“Estamos invitados a probar la fuerza subversiva de la gratitud… que es capaz de despertar la fuerza de la solidaridad como forma de construir la historia, y de la creatividad como dimensión esencial para generar nuevas posibilidades”, agregó.

Necesidad de Dios

El arzobispo porteño indicó que hay que pedirle a Dios que nos cure porque parece que tenemos paralizadas las manos para el encuentro fraterno, para abrazar a los solos o tristes, para ser solidarios con los que menos tienen; y para que nos preserve las manos manchadas de sangre por el narcotráfico, sucias de la corrupción y la coima, las manos en el bolsillo del egoísmo y la indiferencia.

“Necesitamos que Dios nos cure”, advirtió el primado de la Argentina, y se lo pedimos porque hay una parálisis que no se puede postergar en nombre de un futuro prometedor. Esto generaría consecuencias nefastas por irreversibles en la vida de las personas y de la sociedad: la malnutrición en la primera infancia; la falta de escolarización y de acceso a los servicios de salud; los ancianos y jubilados incapaces de sostenerse diariamente con un mínimo de dignidad.

Pidió, con mucha humildad, que todos sientan la mirada fuerte de Jesús que interpela, cuestiona y alerta sobre la insensibilidad con los desprotegidos, y que reclama mayor compromiso y cercanía con los que sufren. Desde la responsabilidad que cada uno tiene en la comunidad, exhortó a dejarse mirar por Dios, cuestionarse y preguntarse: ¿qué estoy haciendo por los más pobres?, desde la responsabilidad para hacerse cargo y realizar una autocrítica madura.

Acompañar con hechos

“Porque nuestra gente está haciendo un esfuerzo muy grande no podemos nosotros hacernos los tontos; hay que acompañar con hechos y no solo con palabras ese enorme esfuerzo; … siguen doliendo algunas acciones de la dirigencia divorciadas de la ciudadanía de a pie, como los tan comentados “autoaumentos de sueldos”, describió el titular de Buenos Aires.

Seguidamente, aludió a las palabras del papa Francisco que pidió a los argentinos que se termine la grieta y mirarse a los ojos, reconocer los errores y erradicar la exclusión.Deberemos desterrar la conocida “doble vara” que no nos permite ser ecuánimes, porque nos expresamos desde el prisma partidista que nos empaña, nos obnubila y nos hace injustos, y terminamos defendiendo lo indefendible”.

Confirmó que el pasado enseña que todo lo que amamos se puede destruir por la instrumentalización y el odio, porque priva al cuerpo social de las defensas naturales contra la desintegración y la fragmentación social, rédito instantáneo para los saqueadores de turno e incapacidad presente para pensarnos como Nación.

El arzobispo de Buenos Aires alentó a comprometerse delante de Dios a generar acciones de gobierno y políticas públicas necesarias para que la acción de gracias de hoy no quede encerrada en la catedral sino que continúe en las calles y en la vida de todos los argentinos para la reconstrucción de “nuestra Argentina que tanto amamos y, a la vez, tanto nos duele”.

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