Matthew Kukah: “La sangre de los mártires siembra la cristiandad de África”

obispo de la diócesis nigeriana de Sokoto

Tiene 71 años y es el obispo de la diócesis nigeriana de Sokoto. Matthew Hassan Kukah ha viajado a Madrid para recoger el Premio Mundo Negro a la Fraternidad 2023, que otorga la revista editada por los misioneros combonianos. ¿El motivo? Su compromiso con la democracia, que le llevó a presidir la Comisión de la Reconciliación Ogoni-Shell (que pretendía compensar el desastre ecológico causado por la multinacional del petróleo en el delta del Níger) o a formar parte de la Comisión Nigeriana de Investigación de las Violaciones de Derechos Humanos. A la par, es el fundador del Kukah Centre, un laboratorio de ideas que se ha convertido en menos de dos décadas en una referencia en la investigación y el debate sobre políticas públicas que promueven la paz, la buena gobernanza, el liderazgo o el diálogo interreligioso.



PREGUNTA.- ¿Es posible vivir en fraternidad en Nigeria?

RESPUESTA.- Todos soñamos como seres humanos. Debemos soñar un reino que no es de aquí. Es posible y es la esencia de la cristiandad. Nigeria, como cualquier lugar de un mundo roto, tiene sus particulares heridas. En África la gente es pobre económicamente, pero el sentido de la familia y de la unidad es más pronunciado que en otras zonas en las que la gente es materialmente próspera.

P.- Tras las masacres yihadistas contra los cristianos, ¿cómo se evita criminalizar al hermano musulmán?

R.- Aunque destruyan nuestras iglesias y maten a nuestros feligreses, nosotros permaneceremos porque el cristianismo es ser testigos. Debemos entender lo que nos exige ser cristianos, frente a otras normas musulmanas como el ojo por ojo. Cuando comparas esto con el compromiso cristiano del perdón y reconciliación, entiendes que los desafíos son enormes. Es difícil proclamar y vivir el amor de Cristo. Máxime en esta situación de gran intolerancia. Sin embargo, es algo que siempre ha estado vinculado a la historia del cristianismo en Nigeria. Siempre ha habido una especie de nostalgia por el fin del Imperio otomano. Y esto alimenta la tensión que vivimos en nuestra relación actual.  Por otro lado, tenemos escuelas en las que la mayoría son niños musulmanes y eso es bueno para nosotros porque pueden ver la Iglesia de otra manera.

La educación, clave

P.- ¿Es la educación el secreto para alcanzar la fraternidad?

R.- Es justo lo que es. Es como si alguien que no esperabas te hace un regalo y das las gracias. La educación ha ayudado a que los niños nos conozcan.

P.- ¿Ha sentido alguna vez que su vida ha peligrado?

R.- Solo puedo decir que mi vida corre peligro porque soy un nigeriano viviendo en Nigeria, pero no siento que corra peligro porque sea un cristiano viviendo en Nigeria. Vivir peligrosamente en Nigeria es un reflejo del peligroso escenario en el que nos encontramos. Este contexto se ha vuelto peligroso por los muchos recursos que están siendo robados por aquellos que se presentan al pueblo como sus  gobernantes. El país no es seguro, está casi tomado por mafias, secuestradores, criminales… Que te secuestren no tiene nada que ver con tu status o tus creencias; es  simplemente por el dinero. Nadie está seguro.

P.- ¿Es un pueblo de mártires?

R.- Irónicamente, puedo decir que los cristianos tienen más fe cuanto más se les persigue. En 2020, secuestraron a cuatro seminaristas de mi diócesis. Yo fui parte en la negociación para su liberación, pero uno fue asesinado. Dios es maravilloso, porque la policía investigó y, un año después, un coche llegó al seminario con varias personas entre las que estaba un joven que estaba en el grupo que secuestró al seminarista y él fue el que desveló que lo mataron. Y lo mataron porque era joven y se sintieron ofendidos y desafiados, porque les dijo que tenían que arrepentirse de lo que hacían.

A la vez, también fue secuestrada la mujer de un médico con sus dos hijos. El hombre pagó el dinero que le pidieron y liberaron a los niños, pero pidieron más cuantía por la esposa. Pagó, pero, antes de liberarla, el jefe de la banda quiso acostarse con ella y esta se negó diciéndole que tendría que hacerlo con su cadáver, porque ella no perdería su honor. Y la mataron. Estas historias solo refuerzan nuestra fe, pues la sangre de los mártires es la semilla de la cristiandad. Tal vez esta es la forma que tiene Dios de reforzar la fe en Africa.

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