John Jong su Park: “Invitaremos a la Iglesia norcoreana a participar en la JMJ”

Subdirector de la Pastoral Juvenil de Corea del Sur

Desde que en 1995 Juan Pablo II reunió a más de cinco millones de jóvenes en Filipinas, la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) no había recalado en el continente asiático. Sin embargo, las cosas van a cambiar tras la decisión del papa Francisco de llevar el multitudinario encuentro a Seúl en 2027. Con muchas incógnitas y camino por delante, la Iglesia surcoreana ya trabaja mano a mano con el Vaticano.



‘Vida Nueva’ conoce de primera mano las sensaciones que esta convocatoria ha despertado entre los responsables coreanos de pastoral juvenil. Entre ellos, se encuentra John Jong su Park, director del Departamento de Primera Infancia de la Arquidiócesis de Seúl, subdirector del área diocesana de Jóvenes –responsable de centros pastorales– y secretario del Comité de Pastoral Juvenil de la Conferencia Episcopal del país.

PREGUNTA.- ¿Cómo afrontan el reto de preparar la JMJ de 2027?

RESPUESTA.- Aunque aún no estamos con preparativos concretos, ya vislumbramos algunas dificultades. En primer lugar, Corea del Sur no es un país católico. Por otro lado, aunque hay muchas religiones mezcladas, no existen conflictos entre ellas por la inclusividad de las creencias autóctonas. Veremos si los ciudadanos serán capaces de aceptar la expresión (algo ruidosa) de la fe en las calles por parte de muchos jóvenes cuando se celebre la JMJ.

Además, Seúl es una megaciudad con casi diez millones de habitantes, por lo que es difícil encontrar un lugar donde más de 500.000 personas –que es la cifra estimada– puedan reunirse. Esto se debe a que la mayor parte del terreno ya está ocupado por espacios residenciales y comerciales, y la mayoría de las zonas verdes son montañosas. Por eso, los obispos están tratando de encontrar un espacio amplio para la misa final.

Otra cuestión es que, salvo las archidiócesis de Seúl, Daegu y Gwangju, las otras no tienen muchos creyentes. Por tanto, estamos considerando cuántos participantes podemos recibir para celebrar los días previos en las diócesis. Seguro que se presentarán muchas otras dificultades, pero todos juntos seremos capaces de superarlas.

Muchos adolescentes

P.- ¿Cómo volvió de Lisboa el grupo de jóvenes coreanos?

R.- A diferencia de las jornadas anteriores, en los que participaron principalmente jóvenes de 20 años o más, el grupo surcoreano incluía esta vez a muchos adolescentes. Ganaron en confianza pese a las dificultades de comunicación por las diferentes lenguas. Al participar en la JMJ de Lisboa, pudieron relacionarse con jóvenes de todo el mundo que comparten la misma fe, crecer en confianza en su propia fe y poder compartirla con confianza con sus amigos.

P.- La juventud coreana, en cierto sentido, se ha visto transformada por la pandemia. ¿Qué ha supuesto para la Iglesia?

R.- Con la pandemia, la pastoral juvenil, especialmente la de adolescentes, que ya era difícil, se ha visto casi colapsada. Perdieron el sentido de asistir a la eucaristía, algo que no se ha recuperado, ya que, al acostumbrarse a la misa por internet, acabaron encontrando incómodo asistir a misa presencialmente. Para superar esta situación, la Iglesia está buscando la manera de que los jóvenes vuelvan a la Iglesia, pero no es una situación fácil. Tenemos que ir más allá de preocuparnos por cómo atraerlos de nuevo a la Iglesia.

Poner en práctica las enseñanzas

P.- ¿Qué propuesta de evangelización puede proponer Corea para el mundo?

R.- La cuestión de la evangelización en sí misma es tan amplia que resulta difícil de responder. Sin embargo, si reducimos el alcance y nos fijamos en nuestros jóvenes coreanos, la base es que vean nuestras buenas obras y alaben a nuestro Padre que está en los cielos, como dijo Jesús. La razón por la que abandonan la Iglesia o no regresan a ella es que esta no cumple su función. Actualmente, no está demostrando nuestras “buenas obras”, los cristianos muchas veces no están cuidando adecuadamente de los socialmente vulnerables y solo se centran en sus propias vidas.

Por lo tanto, los jóvenes no pueden sentir el significado de la existencia de la Iglesia. La verdadera evangelización no consiste en difundir las enseñanzas de Jesús a desconocidos, sino en ponerlas en práctica en nuestras vidas, para que los extraños sientan curiosidad por la fe cuando nos vean felices con esa vida. Así que esperamos que los jóvenes evangelicen a los jóvenes, no que los sacerdotes evangelicen a los jóvenes. Cuando veo a los jóvenes alegrarse al seguir el camino de Jesús, me convenzo de que el camino de la evangelización es que otros jóvenes se unan a ellos en ese camino.

Lea más:
Noticias relacionadas
Compartir