Decálogo por los ‘des-cuidados’ que propone la vida religiosa de América Latina

Vida Nueva recoge estas 10 apuestas que plasman el sentir de la vida consagrada de las Américas tras su IV congreso continental

Tras el IV Congreso continental de la vida religiosa “Artesana del cuidado” en Bogotá, organizado por la Confederación Latinoamericana de Religiosos (CLAR), los consagrados han propuesto una especie de decálogo en el que se han propuesto a concretar pasos por una cultura del encuentro, la ternura y el cuidado.



Vida Nueva recoge estas 10 apuestas que plasman el sentir de la vida consagrada de las Américas que a pesar de las adversidades se revisten de esperanza para cambiar la realidad que urge conversión y reforma.

“Queremos sumarnos a esa caravana que cuida osadamente de la comunión, y por eso, pedimos la gracia de revestirnos de coraje profético y abrir nuevos senderos”, han dicho.

1.- Acción del Dios Espíritu

“No queremos cerrarnos a la presencia, la voz y a la acción del Dios Espíritu, que nunca deja de hablarle a las Iglesias”, por ello, proclaman darle el protagonismo para “reconocerlo como el eterno y persistente dador y cuidador de la vida”.

Es Dios hecho Espíritu quien mira la diversidad y la recrea permanentemente para “construir la comunión nueva” y, en un estallido de amor creador, “nos concede dones y carismas y en lo profundo de la Encarnación nos convoca a encaminarnos en comunión, en Iglesia, siempre más allá”.

2.- El Jesús de los des-cuidados

Poner sus corazones en sintonía con Jesús “el mismo de ayer, hoy y siempre”, por eso su ejemplo y palabra sean bitácora que guíe en andar de la vida consagrada, que desde ya deberá estar “ojos abiertos” para verlo en medio de tantos “des-cuidados” donde muchos no lo ven

Invitaron a dejar que “nos permee el Evangelio” para asumir con radicalidad “el compromiso permanente con el Reino, al que le pertenecen todos nuestros carismas, desde la certeza de la vocación común del Pueblo de Dios: ¡sígueme!”.

3.- Perdón por los abusos

Para pedir perdón, primero hay que reconocer, por ello, “dolidos de nuestro pecado: particularmente, los abusos sexuales, de poder y de consciencia” admiten que las marañas del poder han conducido a “querer controlarlo todo”.

“Nos hemos acostumbrado a relaciones rígidas y autoritarias, a estilos excluyentes y a aislamientos dolorosos. Reconocemos que muchas veces nos hemos convertido en mercaderes de la misericordia de Dios, acaparando su bendición y negando su perdón”, señalaron.

4.- Valor de lo germinal

Están dispuestos a renovar su fe en la sabiduría de los procesos, por ende, “optamos por lo que madura en el encuentro y adquiere su mejor sabor añejado por el tiempo”. Sintetizan esta máxima en el llamado valor de lo germinal.

Esto incluye optar por la orilla de la humildad y acoger las semillas de anuncio de la vida nueva, porque es “ahí donde todo se reconoce como gracia y los encuentros se tejen en sencillez, libertad y alegría. Celebramos las muchas semillas germinales de la sinodalidad en los caminos, la teología, las opciones y transformaciones de la Vida Religiosa del Continente”.

5.- Interpelados por la periferias

Ahondar en una Iglesia samaritana que reconozca las entrañas compasivas de los más des- cuidados, esto signific que están interpelados a escuchar el grito de las periferias: migrantes, marginados, víctimas de la guerra, adictos, enfermos mentales, especialmente, niños vulnerables.

“Queremos cuidar con especial desvelo a las/os niños, a los más débiles, a aquellos que ven vulnerados sus derechos. No queremos aplazar la decisión de ubicarnos del lado de las víctimas de la inequidad, de la violencia, de la discriminación estructural para escucharlos, acompañarlos y hacer con ellas/os el camino de la restitución y la reparación”, agregaron.

6.- Nuevas formas relacionales

Los religiosos y religiosas están seguros de que el ejercicio de caminar unidos requiere “ese necesario plural” con la “esencia relacional” que dirime sus diferencias desde la mirada amorosa de Dios sin negar las tensiones y las polaridades.

En circunstancias así lo mejor es buscar en todo momento la voluntad de Dios mediante la conversación en el Espíritu para “dialogar hasta que acontezca lo común siempre generando nuevas formas relacionales que expresen en nuestro estilo de vida la identidad de la Trinidad”.

7.- Vivir la ternura

Simple. Se trata de “vivir con sentido y renovado entusiasmo nuestra vocación” y encontrar el encanto de la vida en la centralidad del corazón para “situarnos en autenticidad y coherencia”.

“Sabemos que esta opción implica desvelarse por ser comunidades que se aman, hermanas/os que se ayudan, testigos de que la fraternidad y la sororidad son posibles. Por eso, queremos ejercitarnos en la vivencia de la ternura, la mística de la escucha y la bondadosa cercanía entre nosotras/os y con los que permanecen al margen”, apostillaron.

8.- Acciones concretas por la casa común

No se deben quedar en solo consignas, urge tomar acciones concretas por nuestra casa común. Asín han dicho los religiosos y religiosas, quienes están conscientes que todo está interconectado: la tierra, los pobres y las culturas claman por mayor cuidado, que claman cuidado.

Es así como se disponen a ensanchar las redes que “hagan posible nuestro compromiso solidario en territorio amazónico, a evidenciar que hay una crisis sistémica socio-ambiental” y “unir fuerzas con todas las personas e Instituciones, que comparten este deseo de proteger y abrigar con amoroso y efectivo cuidado a la Madre Tierra”.

9.- Comunicación simétrica

Apostar por la cultura del encuentro, por lo que privilegian la comunicación simétrica entre creyentes y con otras culturas y sentires. Convencidos de que “el Espíritu habla en diferentes lugares y de diversas maneras”.

Es así como “queremos asumir el desafío de incorporar los nuevos lenguajes, narrativas y tecnologías en vistas a re-decir la Buena Noticia, siempre nueva y siempre fresca”.

10.- Alegría del Evangelio

En pocas palabras, vivir la alegría del Evangelio, porque Jesús, el cuidador crucificado, está vivo y venció a la muerte. Invitan a celebrar desde las más diversas expresiones: música, el canto, la danza y el arte la presencia viva del Señor.

Insisten: “la muerte no tiene la última palabra”, es por eso que “compartimos la alegría de anunciar que Jesús”. La causa del Reino es cuidar a los “más des-cuidados”, porque “vale la pena”.

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