José Cobo, ante la crispación por la amnistía: “Los partidismos desgajados no deben encerrar a la Iglesia en etiquetas escoradas”

  • El cardenal arzobispo de Madrid preside la misa de clausura del XXV Congreso Católicos y Vida Pública y se desmarca de las “distorsiones fundamentalistas o sectarias del Evangelio”
  • “Ante quien utiliza las leyes para intereses de parte”, el purpurado propone “amabilidad” frente a la “cultura del enemigo o el desplazamiento de culpas con el ‘y tú más’”
  • A 24 horas de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal, el pastor se remite a Benedicto XVI y su llamada a situarse “independientemente de estrategias y programas de partido”

El cardenal José Cobo, en el Congreso Católicos y Vida Pública del CEU

El cardenal arzobispo de Madrid, José Cobo, mueve ficha ante la crisis sociopolítica abierta en España ante la investidura de Pedro Sánchez y la ley de amnistía al independentismo catalán. “Los emocionalismos descontrolados, los intereses externos que quieren teledirigirnos o los partidismos desgajados del bien común no deben encerrar a la Iglesia en etiquetas o imágenes escoradas y mundanizadas”, expuso esta mañana en la homilía de la eucaristía de clausura del XXV Congreso de Católicos y Vida Pública, organizado por la Asociación Católica de Propagandistas y la Fundación CEU San Pablo.



Lejos de ser una referencia aislada, Cobo ahondó con diplomacia y determinación sobre esta cuestión.  Cobo instó a los católicos españoles a “anunciar con amabilidad la Buena Noticia en todos los ambientes y transformar desde dentro a una sociedad que no podemos dejar parasitada por el desánimo, la crispación, la cultura del enemigo o el desplazamiento de culpas con el ‘y tú más’”.

Contexto de crispación

No resulta baladí que el purpurado compartiera esta reflexión. No solo por el contexto de crispación generalizado como muestran las numerosas manifestaciones en las calles de todo el país, sino por el propio contexto eclesial. Cobo se desmarca de los pastores que en estos días se han pronunciado políticamente ante las decisiones gubernamentales, para hacer un llamamiento, no a la equidistancia, pero sí a la moderación. Es más, el cardenal se pronuncia 24 horas antes de que arranque la Asamblea Plenaria de otoño de la Conferencia Episcopal Española en la que, a buen seguro se abordará el porqué y quién ha roto la neutralidad a priori acordada por los obispos. No resulta baladí el tono del cardenal arzobispo, teniendo en cuenta que su designación por Francisco al frente de la principal plaza católica española le hace, de alguna manera, emisario papal más o menos informal.

“Vivimos tiempos recios para la vida pública de la fe, tanto por los embates del laicismo como por las apropiaciones indebidas y las distorsiones fundamentalistas o sectarias del Evangelio”, admitió el purpurado, sabedor del secularismo creciente, pero también la división creciente en el seno de la Iglesia, también en  el propio Episcopado. “Ante quien busca lo que divide, ante quien utiliza las leyes para intereses de parte, habrá que responder ofreciendo juntos los talentos ofrecidos por el mismo Dios”, propuso Cobo.

Propuestas variadas

Fue más allá, al entonar que “es urgente aprender a compartir juntos con humildad esta visión que brota del Evangelio, admitiendo que son muchas y variadas las realizaciones que surgen del mismo Evangelio, siempre que sus principios broten de una fe discernida y compartida”.

Echando mano de Benedicto XVI, verbalizó que “a un mundo mejor, se contribuye únicamente haciendo el bien, ahora y en primera persona, con pasión y donde sea posible, independientemente de estrategias y programas de partido”. “El programa cristiano, el programa del Buen Samaritano, el programa de Jesús es un corazón que ve dónde se necesita amor y actúa en consecuencia”, parafraseó a Joseph Ratzinger en ‘Deus Caritas est’.

Debate público

En este marco, el cardenal relató que “en estos tiempos complicados, nuestra misión es proponer nuestra voz de forma significativa, pero amable en el debate público de manera que ayude a convivir, a reconocer el bien común, a proyectar los valores morales del Evangelio acogiendo siempre la dignidad humana y la cultura de la vida”.

“La revolución del cristianismo consistió en afirmar que los pueblos podían evitar un enfrentamiento hostil proveniente de la conciencia que tenía cada uno de ellos de su propia individualidad cultural”, apuntó como aviso para navegantes con y sin mitra. “Y la propuesta del cristianismo -prosiguió- fue abrirse a una fraternidad y a una dinámica corporativa que bebe de la paternidad de Dios”. A partir de ahí, alentó a los presentes a conformar una “mesa compartida” donde se sientan “los pobres y quienes han arriesgado los talentos”.

Aportación creativa

Con la parábola de los talentos como eje y los verbos del lema del congreso –‘vivir, compartir, anunciar’- como premisa, invitó a los presentes a “arriesgar los dones recibidos para afrontar el gran drama de este tiempo: la ruptura y quiebro entre Evangelio y cultura”. “Todo lo que aportemos creativamente para superarlo, será poco”, comentó.

“La Iglesia existe para evangelizar”, expuso parafraseando a Pablo VI, sabedor de que “poner nuestros talentos al servicio del Reino es empeñarnos en seguir anunciando a Cristo con la predicación infatigable de su Palabra”. “Sin eso, la vida pública se convierte en un mercadeo insensato de intereses”, alertó el cardenal.

Con los pobres

En su homilía, Cobo no se olvido de la Jornada Mundial de los Pobres, instituida por Francisco y que se celebra hoy. “Sin ellos y sin abrirnos a la vida pública con la misericordia misionera que aprendemos de ellos, no avanzaremos”, expuso el purpurado.

A la par, respaldó la vía de la sinodalidad impulsada por el pontífice argentino, que invita a “caminar como una santa, católica y apostólica, que seamos una Iglesia sinodal que convoca a la comunión, misión y participación”. En esta misma línea, llamó a continuar “siempre en construcción” en la reforma de la Iglesia, siempre anclados en la “piedra inamovible que es el Señor Jesús”, lo que exige “descubrirnos hermanos los unos de los otros para testimoniarlo fuera”.

Autoridad papal

“El mundo necesita la música de nuestra Iglesia, pero sonará así si lo hacemos apostólicamente, dejándonos armonizar por la batuta sencilla del Santo Padre”, dejó caer en una defensa cerrada de la autoridad de Francisco. “Si no es así, la melodía preciosa del Evangelio que necesita la vida pública, se convertirá en un guirigay inaudible”, aseveró ante los responsables de la Asociación Católica de Propagandistas.

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