Veinte años después de la guerra de Irak, “estamos mucho peor”

  • Shoshandy lamenta que hoy el mayor peligro está “en Irán, que quiere una Llanura de Nínive sin cristianos”
  • “La democracia es una mentira y el país se está destruyendo poco a poco”, asegura este sacerdote iraquí

Naim Shoshandy, sacerdote iraquí

El 20 de marzo de 2003, Estados Unidos, con España y Reino Unidos como grandes apoyos internacionales (la ONU se posicionó en contra), invadió Irak y derrocó a Saddam Hussein, que fue juzgado y ejecutado. La dictadura cayó, aunque jamás se encontró rastro alguno de las llamadas armas de destrucción masiva.



Con la perspectiva de estas dos décadas transcurridas, en las que el momento más crítico se vivió con la invasión por parte del Estado Islámico de buena parte del país, Vida Nueva consulta la opinión del sacerdote iraquí Naim Shoshandy, afincado desde hace unos años en Albacete, donde se está formando, siempre con la perspectiva de volver algún día a Irak para servir a los suyos.

Más perseguidos aún

Para el presbítero, “aunque en estos 20 años ha habido algunos momentos puntuales mejores, en general estamos mucho peor. La democracia es una mentira y el país se está destruyendo poco a poco”. Algo que padecen de un modo especial los cristianos: “Siempre hemos sido perseguidos, pero ahora lo somos más”.

Algo que ha podido comprobar en febrero cuando viajó a su país para asistir a la consagración como arzobispo de Homs de Jacques Mourad, que en 2015, cuando era un monje en el monasterio de Mar Elian, fue apresado por los yihadistas durante cinco meses: “Este nombramiento ha supuesto una gran esperanza para mucha gente, que ve cómo Mourad trata estos días de reunirse con todos para encontrar soluciones. Pero la crisis es muy profunda y la realidad es que en la Llanura de Nínive, donde nos concentramos la mayoría de los cristianos, muchas casas y templos siguen destruidos, especialmente en Mosul. Y eso que se venció al Estado Islámico ya en 2017…”.

Solo gracias a la ayuda exterior

En este sentido, “las iglesias que se van reconstruyendo son gracias a las ayudas que recibimos gracias a entidades eclesiales de Europa. Pero el Gobierno, que es de mayoría chiíta, no fomenta nuestra necesaria seguridad, sino que desplaza a nuestros propios militares y policías cristianos y se apoya en unas milicias chiítas que dependen de Irán, hasta el punto de que, directamente, la mayoría están compuestas por iraníes”.

Para Shoshandy, “ya desde los tiempos de Hussein estaba presente este grupo que sigue las consignas de Irán y que no esconde que lo que busca es desplazarnos a los cristianos y quedarse ellos en la Llanura de Nínive”. Tras los “choques” con sus milicias y “el último ataque que hemos recibido, en la iglesia de San Jorge, en Bagdad”, aprecia cómo cunde la desesperanza: “Cada vez son más los cristianos que huyen del país… En una semana que pasé ahora allí, vi cómo, al día, se van una o dos familias”.

Soluciones políticas y prácticas

De ahí su llamada a “que se implementen soluciones políticas y prácticas contra nuestra inseguridad”. Algo que, como sabe que no puede pedírselo al Gobierno iraquí, “que siempre nos ha dejado claro que los cristianos somos ciudadanos de segunda”, se lo demanda “a la comunidad internacional, para que no nos dejen solos”.

Pese a tanto sufrimiento, el sacerdote quiere “ofrecer un mensaje al mundo: algunos quieren acabar con el cristianismo el Oriente, especialmente en Irak. Pero, pese a tanta muerte y persecución, muchos aún resisten y no se van. La gente solo quiere trabajar y vivir en paz, sirviendo al país con el corazón abierto. El mejor ejemplo son los niños, que no pierden la alegría. Sin duda, esta esperanza es una gracia de Dios”.

Siempre en guerra

Por eso Shoshandy apela precisamente a no perder la fe: “Tengo 39 años y siempre he vivido en guerra… Solo hemos tenido una vez paz: los días que Francisco estuvo en Irak, en 2021. Entonces, los gobernantes se comprometieron a promover la libertad religiosa… Solo pedimos eso, que cumplan lo firmado ante el Papa”.

Por su parte, los cristianos seguirán como hasta ahora: “Nosotros convivimos con todos, no queremos imponernos y valoramos que en la Llanura de Nínive hay una diversidad de pueblos y religiones que nos enriquece a todos. Somos hermanos, peregrinos, hijos de un mismo Dios”.

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