Las teólogas españolas abren ventanas a un nuevo paradigma de masculinidad

La Asociación de Teólogas Españolas celebra, junto a compañeras de América Latina, sus vigésimas jornadas con el trasfondo de la sinodalidad

Las XX Jornadas de la Asociación de Teólogas Españolas (ATE), que se celebraron en Madrid el 11 y 12 de noviembre, acompasaron su caminar con el itinerario sinodal de la Iglesia de la mano de las investigadoras de España y América del Sur que llevan más de un año reflexionando sobre los aspectos de la “narración eco-sistémica”, como explica la noción de la sinodalidad Elisa Estévez López (Universidad Pontificia Comillas). Por ello, teólogas de Colombia, Chile, Brasil y España han profundizado en la sinodalidad desde triple perspectiva: eclesial, procesual y específica cristiana.



Retos para las mujeres

Para ello Carmen Soto ha invitado a actualizarse en el anuncio de la Buena Noticia, a acoger una propuesta de sentido que ofrece la comunidad, a escuchar a la Iglesia en su plenitud y condición samaritana y a reconocer los retos específicos de promoción de las mujeres.

El mayor eco del itinerario continental que ha resonado en las Jornadas fue el de la urgencia de escucharnos mutuamente como el Pueblo de Dios, desde el ‘sensus fidei’, acogiendo las voces periféricas y abriendo espacios intermedios donde quepan las preocupaciones y las esperanzas de las minorías (Carolina Montero, Universidad Silva Henriquez, Chile) según el principio de la inclusión –y no solo integración–, según destacó Nurya Martínez-Gayol (Universidad Pontificia Comillas, Madrid).

Socorro Vivas (Pontifica Universidad Javeriana, Colombia) aseguró que en las entrañas de la Trinidad cabemos todos y la actitud del servicio de Jesucristo que brota de la sobreabundancia de la gracia, permite experimentar el amor y acerca la comunidad a la experiencia trinitaria como si fuera una danza de la Iglesia en el movimiento dialogal hacia dentro y en salida.

La recuperación de los núcleos de la fe cristiana, junto al repensar los modelos eclesiales en clave de ternura, de generación y del cuidado –tan cercanas a los roles asignados tradicionalmente a las mujeres– permite establecer la necesidad de la presencia de las fieles y su insistencia “a tiempo y a destiempo” a ser reconocidas en su dignidad bautismal como discípulas en igualdad de condiciones que el resto de la Iglesia.

Cambio de paradigma

Los aspectos dogmáticos, antropológicos y eclesiológicos tratados en las sucesivas ponencias abren las consecutivas ventanas para que el soplo del materno espíritu apremie el cambio de estos paradigmas de dominación, clericalismo y paternalismo, que –presentes en la vida de las comunidades– no dejan avanzar a la Iglesia en su conjunto, según denuncia Eileen FitzGerald (Universidad Católica Boliviana). De ahí, que la circularidad y el movimiento trinitario debe reflejarse en los dinamismos de consulta, discernimiento y toma de decisiones que favorezca un modelo espiritual de la Iglesia (Elisa Estévez) y que los procesos sinodales sean eficaces en su fin de reconciliación y dignificación de la humanidad. Ianire Angulo de la Universidad Loyola (Granada) subraya también que se debe trascender la perspectiva antropocéntrica del proceso para recuperar el valor del cuidado, situarlo en el camino sinodal y aplicarlo también al medioambiente.

Finalmente, Carmen Picó y Paula de Palma proponen la aproximación a la ciudadanía de las mujeres en la Iglesia y su naturaleza sacramental, que abarca los aspectos rituales y jurídicos, para trasmitir la esperanza del cambio posible y real de las estructuras para que las ventanas abiertas por el sínodo sean cauces por donde puede penetrar el halo del Espíritu Santo. La expectativa compartida de la asamblea es que este itinerario compartido no se agote, sino que lleve a una mesa compartida.

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