El arzobispo Welby alaba el “liderazgo desde el servicio” de Isabel II

La Abadía de Westminster ha acogido una celebración presidida por el deán del templo en la que el arzobispo de Canterbury ha pronunciado el sermón

Minutos antes de las 11 de la mañana –hora de Londres– llegaba, sobre un carro de guerra de la Marina Real desde el Palacio de Westminster hasta la Abadía de Westminster el féretro de Isabel II –velado por miles de personas hasta las 6 de la mañana– para celebrar el funeral de Estado. Una cita a la que han acudido mandatarios de todo el mundo y que ha seguido el esquema de la liturgia anglicana. En el templo no han faltado Jefes de Estado y Representantes de Gobiernos de Ultramar, incluyendo Familias Reales extranjeras, Gobernadores Generales y Primeros Ministros, otros representantes  de la Commonwealth, de las Órdenes de Caballería, incluidos los galardonados con la Cruz de la Victoria y la Cruz de Jorge, del Gobierno, del Parlamento, de la Iglesia y de los Patronatos de Su Majestad formarán parte de la congregación. También han participado casi 200 personas que fueron reconocidas en los honores del cumpleaños de la Reina a principios de este año, incluyendo a aquellos que hicieron contribuciones extraordinarias a la respuesta a la pandemia de Covid-19, y que han sido voluntarios en sus comunidades locales, según han confirmado los organizadores.



Se estima que entre los 2.000 invitados presentes dentro del templo participaron unos 500 jefes de estado. Entre ellos han estado los reyes de España, Felipe VI y Letizia, y los reyes eméritos Juan Carlos I y Sofía. También ha acudido el presidente de Estados , Joe Biden; el presidente francés, Emmanuel Macron; o los ex primeros ministros John Major, Tony Blair, Gordon Brown, David Cameron, Theresa May y Boris Johnson.

Servicio y dedicación

La ceremonia religiosa ha estado presidida por el deán de la abadía, David Hoyle. En cambio, el sermón se le ha encomendado a Justin Welby, arzobispo de Canterbury y primado de la Iglesia anglicana. Además, se unirán los coros de la abadía y la Capilla Real bajo la dirección del organista de Westminster, James O’Donnell. “Gran parte de la música del funeral de estado de hoy ha sido seleccionada por su significado especial para Su Majestad la Reina Isabel II, y muchas de las opciones también tienen una larga asociación con la Abadía de Westminster“, señalan desde el templo. Como ha ocurrido en los últimos funerales de estado en la abadía, la primera ministra, Liz Truss, y la secretaria general de la Commonwealth, la baronesa Patricia Scotland, hagan las lecturas bíblicas.

La procesión de entrada con el féretro comenzó con una serie de citas cantadas del evangelio de Juan, el libro de Job, la primera carta a Timoteo, el Apocalipsis y un texto del libro de oraciones oficial de los anglicanos. Presentados los escudos de armas de la soberana, se colocaron en sus puestos en el templo algunos de los trabajadores de la Casa de la Reina Isabel II, los máximos representantes De la Iglesia anglicana y de la abadía, así como la familia real con Carlos III al frente. Entonces el deán de Westminster dio la bienvenida a los presentes y dirigió la primera oración antes del canto del himno litúrgico.

“Aquí, donde la Reina Isabel se casó y fue coronada, nos reunimos desde toda la nación, desde la Commonwealth y desde las naciones del mundo, para llorar su pérdida, para recordar su larga vida de servicio desinteresado y, con segura confianza, para encomendarla a la misericordia de Dios, nuestro creador y redentor”, señaló el deán. El clérigo alabó, además, “su inquebrantable compromiso con una alta vocación durante tantos años como Reina y jefa de la Commonwealth”. “Con admiración recordamos su sentido del deber y su dedicación a su pueblo durante toda su vida. Con agradecimiento alabamos a Dios por su constante ejemplo de fe y devoción cristiana. Con afecto recordamos su amor por su familia y su compromiso con las causas que apreciaba”, destacó ante la asamblea.

El sermón

La baronesa Scotland hizo la primera lectura, tomada de la primera carta a los Corintios (15,20-26.53-58) que habla precisamente de la resurrección en Cristo. Tras el canto del salmo 42 con una música compuesta para la ocasión, Truss leyó, desde el púlpito, un fragmento del evangelio de Juan (14,1-9a), el discurso de despedida de Jesús en el que promete ir a preparar un sitio en la Casa del Padre, al que la asamblea respondió con el salmo 23, con una composición de “El Señor es mi pastor” que se interpretó también en la boda de la soberana.

En el sermón, el primado de la Iglesia de Inglaterra recordó que Isabel II prometió con 21 años que serviría a la nación, y es que, señaló, los que sirven “serán amados y recordados cuando los que se aferran al poder y a los privilegios sean olvidados hace tiempo”. “El patrón para todos los que sirven a Dios –famosos u oscuros, respetados o ignorados– es que la muerte es la puerta a la gloria”, destacó haciendo una llamada a la esperanza cristiana.

“Pocas veces una promesa así se ha cumplido tan bien. Pocos líderes reciben la efusión de amor que hemos visto”, señaló Welby mencionado el juramento de la soberana y es que, añadió en su breve reflexión, “las personas que sirven con amor son raras en cualquier ámbito de la vida. Los líderes que sirven con amor son aún más raros”, destacó. “Pero en todos los casos los que sirven serán amados y recordados cuando los que se aferran al poder y a los privilegios sean olvidados hace tiempo”, sentenció.

El arzobispo pidió por lo familiares e imploró a Dios para que “sane su dolor, que el vacío en sus vidas quede marcado con recuerdos de alegría y vida”. También recordó que “todos nos enfrentaremos al juicio misericordioso de Dios: todos podemos compartir la esperanza de la Reina que en vida y en muerte inspiró su liderazgo de servicio”. “Servicio en la vida, esperanza en la muerte. Todos los que siguen el ejemplo de la Reina, y la inspiración de la confianza y la fe en Dios, pueden decir con ella: ‘Nos volveremos a encontrar'”, concluyó Welby repitiendo estas últimas palabras de la Reina en su discurso durante la pandemia.

Última recomendación

Concluido el sermón del arzobispo de Canterbury, diferentes eclesiásticos harán una serie de peticiones. En estas oraciones participará el arzobispo católico de Westminster, el cardenal Vincent Nichols, que encomendará todas las necesidades de la naciones que forman la Commonwealth. Junto a él han hecho las demás peticiones el arzobispo de York, el moderador de la Asamblea General de la Iglesia de Escocia y el moderador de las Iglesias Libres.

La ceremonia religiosa concluyó con dos minutos de silencio. Antes la última recomendación la dirigió el arzobispo Welby y la bendición final la impartió el deán Hoyle. Posteriormente se organizó una procesión por algunas calles de Londres, en el carro de la marina –tirado por 98 marineros de la Royal Navy, con otros 40 marchando detrás actuando como frenos– yendo desde la abadía al Wellington Arch, en Hyde Park Corner, recorreriendo algunas calles y plazas emblemáticas como son Broad Sanctuary, Parliament Square, Whitehall, Horse Guards Parade, Horse Guards Road, The Mall y Constitution Hill.

Entierro en Windsor

En un coche fúnebre será trasladado posteriormente desde el Arco de Wellington al castillo de Windsor para su entierro, siendo despedido con el himno nacional. Según ha informado los organizadores, cuando el féretro llegue a Windsor, el coche fúnebre de Estado reducirá la velocidad para unirse a una procesión que se formará en Albert Road para viajar por el Long Walk hasta la Capilla de San Jorge. Los miembros de la Familia Real se unirán a la procesión ya en el Castillo de Windsor, desde donde se dispáranoslos unos cañones y sonarán la campana de Sebastopol y de la Torre del Toque de Queda. La procesión se detendrá al pie de la Escalera Oeste de la Capilla de San Jorge. En entierro contará con una celebración religiosa a partir de las 16:00 h. con el Rey y los miembros de la Familia Real, parte del personal de la Casa de la Reina, Gobernadores Generales y Primeros Ministros del Reino. La celebración la presidirá el Decano de Windsor con la participación de algunos capellanes reales.

Antes del entierro propiamente dicho, se retirará la Corona Imperial de Estado, el orbe y el cetro y serán colocados en el altar. Durante el traslado del ataúd a la cripta se harán las últimas oraciones y sonará una gaita. Tras la bendición del arzobispo de Canterbury concluirá la celebración con el himno nacional. Ya al final de la tarde, tendrá lugar un entierro privado en la Capilla Conmemorativa del Rey Jorge VI, donde la reina Isabel II será enterrada junto a su marido, el Duque de Edimburgo, el príncipe Felipe.

Noticias relacionadas
Compartir