Obispos de Chubut: “Estamos ante una verdadera tragedia educativa”

Reclamaron la atención y el compromiso del Estado, los gremios y las familias ante la situación de la educación en la provincia

Los obispos de la provincia de Chubut emitieron un comunicado alertando sobre la realidad de la educación que se vive en todo el territorio. Creen que una de las consecuencias de la pandemia en todo el país fue el deterioro de la educación. “En nuestra provincia… es una verdadera tragedia. Hace ya cuatro años – o más – que todas esas franjas no tienen un año completo de clases presenciales”, especificaron.



Según comentan, en los espacios de cercanía han procurado ofrecer recursos para que aquellos que están en edad escolar puedan acceder a los servicios de internet. Comentaron que el drama es mayúsculo: chicos del nivel primario que no saben tomar un lápiz; no comprenden consignas y tienen serias dificultades para leer y escribir, o no entienden operaciones de matemática. A esto se le suma la deserción en todos los niveles, y la escasa valoración de los procesos educativos por parte de los adultos, lo que no ayuda a sostener la escolaridad; los problemas nutricionales en los niños y el aumento de las situaciones de abusos que no son advertidos por falta de escolarización.

Estamos ante una verdadera tragedia educativa y quienes hemos estudiado el origen de ese término en la literatura sabemos que para que haya tragedia debe haber quienes crean que el destino es irremediable, que no se puede salir del círculo de lo que siempre se repite. Creemos  que no es así: ¡Evitemos que sea el desaliento el que defina la historia!“, afirmaron los obispos.

“Lo que pasa nos compete a todos”

En el comunicado firmado por Joaquín Gimeno Lahoz y Roberto Álvarez, titular y auxiliar de Comodoro Rivadavia, y el obispo José Slaby, de la prelatura de Esquel, se especifica que el Estado puede colaborar estabilizando el pago, en tiempo y forma, de los haberes de los docentes, reconociendo las paritarias, y garantizando la equiparación con otros trabajadores del Estado.

Después de dos años de pandemia, los albergues y algunas escuelas ni siquiera tienen sus edificios preparados, lo que supone que muchos jóvenes, provenientes de pequeñas localidades, ven comprometida su continuidad educativa. “Es terrible que sean decretos y no saberes los que determinan el paso de año o de nivel”.

Sostienen que los gremios “pueden evitarnos” la tragedia con la búsqueda de caminos de diálogo, y si eso no es posible, de protesta que no ponga en juego las clases. Aseveran que “los docentes saben que estamos ante una generación de semianalfabetos y analfabetos”. Para los obispos es necesario que los agremiados hagan conocer su posición contraria a que el modo de protesta sea la suspensión de las clases y, aquellos que no están agremiados, deben buscar el modo de hacerse escuchar y perder el miedo.

Consideran indispensable que los padres se empoderen en la lucha por la educación de  sus hijos. “La familia – ustedes papás, adultos responsables, junto a muchos que se han asociado y ya lo están haciendo- están llamados a hacer una verdadera alianza formativa con la escuela: ¡Involúcrense en lo que debería ser la verdadera lucha!: la excelencia educativa para el servicio“, exhortaron los pastores.

Para ellos, el conjunto de la sociedad, aún aquellos que no tienen familiares en edad escolar, tiene que ahondar en esta problemática, formar un juicio e intervenir preguntando y reclamando, porque “lo que pasa nos compete a todos”.

Generar un cambio

Los prelados patagónicos estiman conveniente salir del esquema individualista de una búsqueda de excelencia solo para los propios hijos, y abandonar el esquema de tenerlos ocupados algunas horas diarias. Aquellos a quienes les compete garantizar los procesos educativos no deberán dilatar soluciones integrales, sino hacer que la educación sea una prioridad en sus gestiones de representatividad política y sindical. Y agregaron: “Si cada uno de nosotros hacemos saber que queremos que el Estado utilice nuestros impuestos y erogaciones, privilegiando los gastos en educación sobre otros, es inevitable que se genere un cambio“.

Observaron la imagen de Jesús que invertía su tiempo enseñándole a la gente, y la misma Escritura expresa que se conmovió al ver a tantos como ovejas sin pastor. Por todo ello, juzgan que “Es hora de enfrentar la tragedia desde la conmoción, que se nos estruje el corazón por cada día y cada hora de clases perdidas“. Asimismo, es hora también de que los docentes recuperen su  identidad fundamental que es enseñar y que el Estado privilegie la dirección de sus recursos a la educación.

Finalmente, consideraron que en esta tragedia “evitable”, cada uno deberá asumir las propias responsabilidades, sino que “Dios y la  Patria nos lo demanden”, expresaron los obispos parafraseando la fórmula que se lee en la asunción de un cargo ejecutivo.

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