Obispos patagónicos: “A la violencia institucional, resistencia pacífica”

  • Ante el conflicto de megaminería, los prelados piden derogar la ley para alcanzar la paz social
  • Los religiosos adhirieron a las voces de los pastores y pidieron parar la represión y cuidar los recursos naturales

Los obispos de la Patagonia argentina elevaron un comunicado, titulado ‘A la violencia institucional, resistencia pacífica’, frente a los hechos violentos acontecidos en Rawson, capital de la provincia de Chubut



La situación en la provincia

La semana pasada, en una sesión legislativa sorpresiva, se aprobó un proyecto de zonificación minera, que el gobernador promulgó inmediatamente, desatendiendo los reclamos de muchos sectores de la comunidad.

A partir de este hecho, la gente salió a la calle para manifestarse en contra de la minería metalífera química. Las consignas que acompañaron los reclamos exigen el acceso al agua y el derecho a la vida. 

Lamentablemente, hubo enfrentamientos entre los manifestantes y la policía que actuó represivamente. Cerca de 16 organismos oficiales de la provincia fueron quemados. Hasta el momento, el gobernador Mariano Arcioni no cambió su posición, y la comunidad sigue movilizada.

La voz de los obispos

“Queremos acompañar a nuestro Pueblo en su reclamo”, afirmaron los prelados. Y expresaron su asombro y preocupación por el avasallamiento del derecho ciudadano a un debate auténticamente democrático, donde se garantizara un proceso con espacios de debate para encauzar dudas, objeciones y los aportes de organismos científicos.

En el comunicado aseveraron: “Entendemos que ante este atropello sólo es posible la movilización popular, pero les pedimos encarecidamente que sea pacífica“. Pidieron evitar que el lógico enojo ante acuerdos fuera de los ámbitos razonables de debate democrático, redunde en respuestas que comprometan patrimonio público/privado o atenten contra la vida y salud de otros.

“También urgimos a las autoridades a que cese la represión a las manifestaciones populares. El amedrentamiento con el uso de la fuerza es ilícita o roza la ilegalidad y enfrenta a unos con otros”, reclamaron los obispos patagónicos.

Y agregaron: “Entendemos que para que vuelva la paz social sólo es posible que sea derogada la ley, y como lo vienen pidiendo los obispos del Chubut, iniciar un largo proceso de acuerdo que involucre a todas las partes”.

Finalmente, manifestaron un rotundo “No a este modo de devaluar las instancias que hacen legítima una ley, y lo hacemos acompañando a nuestro Pueblo y pidiéndole para que ese NO, activo y en las calles, sea pacífico”.

La cercanía de los religiosos

La Junta Directiva Nacional de la Conferencia Argentina de Religiosas y Religiosos (CONFAR) y su Espacio JPIC (Justicia, paz e integridad de la Creación) adhirieron al comunicado de los obispos patagónicos y al de la congregación salesiana y de las hijas de María Auxiliadora, que vienen trabajando desde siempre en las tierras del sur de la patria.

Sintiéndose parte del pueblo chubutense y “haciendo nuestro el grito profético de tantos mártires de nuestra América Latina, en nombre de Dios exigimos que ¡cese la represión!

Aseguraron que el grito de la multitud que clama en la provincia es el grito de la Pachamama. El avasallamiento y la destrucción del planeta conducirán a un futuro en el que la vida de la especie humana no tendrá posibilidad de ser. “Entonces, al atardecer, se nos repetirá la pregunta: ¿qué has hecho de tu hermano? ¿de tu hermana Madre Tierra? ¿de la vida que debías cultivar y cuidar?”, se preguntaron los religiosos.

Confían en la responsabilidad y ejercicio de la autoridad de quienes han sido elegidos para cuidar y proteger a los pueblos, para restablecer el bien y la justicia. Y ofrecen, como compañeros y compañeras de camino, “compartir la resistencia pacífica en defensa de la vida y abrazar amorosamente lo que está herido”.

Al pueblo de Chubut, ofrecemos nuestra condición de compañeras y compañeros de camino y nos sentamos a su mesa, para comer del mismo pan, compartir la resistencia pacífica en defensa de la vida y abrazar amorosamente lo que está herido.

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