Agrelo: “Ensuciar la belleza de un abrazo como el de Luna nace de mentes perdidas y de una humanidad extraviada”

“Uno sueña con ser Luna, o el guardia civil que vimos salir del mar con un bebé del brazo, o el soldado que llevaba a cuestas a ese chiquillo en la valla”. Con estas palabras, el arzobispo emérito de Tánger, Santiago Agrelo, salía anoche en defensa de tanto de los migrantes que atravesaron la semana pasada la frontera con Ceuta como de todos aquellos que salieron al rescate de quienes vieron vulnerada su dignidad.



El religioso franciscano participó de la mano de Ana Pastor en ‘El Objetivo’ de La Sexta, a raíz de la entrevista publicada en el número en curso de Vida Nueva. En ‘prime time’ de domingo, el pastor denunció cómo el mensaje del miedo lanzado desde algunos ámbitos “crea conciencia de que hay que rechazar a esos chicos”. En esta misma línea, atacó la utilización perversa del lenguaje al vincular migración y mafia, así como el uso de ‘fake news’ para intentar “atribuirles comportamientos violentos”: “Una semana después los muertos se cuentan entre los migrantes, no entre nosotros ni entre las fuerzas del orden”.

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Salvar a víctimas y verdugos

En relación al discurso del odio que se ha agitado en estos días, el arzobispo emérito de la diócesis marroquí expresó que “ensuciar la belleza de un abrazo como el de Luna solo nace de mentes perdidas y de una humanidad extraviada”. Aun así, lejos de enzarzarse en un discurso polarizador, apuntó que “una de las preocupaciones de mi vida ha sido salvar a las víctimas y, sobre todo, a sus verdugos”.

“La sociedad mira como si no fuera cosa nuestra y pensamos que se arregla todo haciendo que desparezcan de nuestras vidas”, lamentó Agrelo que invitó a los espectadores a un ejercicio de identificación con ellos: “Imagínense por un momento que esos chicos que estaban braceando para llegar a la playa del Tarajal, en lugar de ser desconocidos, fueran de sus familias. El interés no estaría en las relaciones entre Marruecos o España o en que hacen las fuerzas del orden, sino en esos chicos”.

Mucho más que pan

El franciscano relató cómo él mismo cambió su concepción del fenómeno migratorio cuando fue destinado a Tánger y vivió en primera persona la llegada de un joven exhausto que había recorrido medio continente africano hasta llegar allí. “Cuando hablas con ellos y les acoges, tienes la sensación de que lo necesitan todo, sobre todo cariño y acogida, mucho más que el pan”, apuntaba el religioso sobre los que hoy considera “mi familia”.

“Durante doce años han sido mis hijos, por los que me he levantado durante la noche y de los que me he preocupado que tuvieran alimentación por el día”, añadió. En este sentido, planteó que ayudar a quienes atraviesan la frontera “ni siquiera debería ser respuesta a nuestra fe en Dios ni a nuestra conciencia sino a la necesidad que estos chicos tienen de vivir con dignidad”.

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