El grito de Francisco en Irak: “¡No más violencia y extremismos!”

El Papa pide en su discurso a las autoridades que “callen las armas y que se dé voz a los artesanos de la paz”

El papa Francisco, a su llegada Irak

“No más violencia, extremismos, facciones “No más violencia, extremismos, facciones, intolerancias”e intolerancias”. Este ha sido el primer grito del Papa en Irak. Francisco, tras saludar en el Palacio Presidencial al presidente de la República, Barham Ahmed Salih Qassim, se ha dirigido a las autoridades, la sociedad civil y el cuerpo diplomático en un discurso enérgico en el que ha pedido que “callen las armas” y que “se dé voz a los artesanos de la paz”.



Antes, Salih Qassim, en un discurso muy en sintonía con el que pronunciaría Francisco después, ha reconocido que “no se puede imaginar Oriente sin los cristianos”. Asimismo ha avanzado que espera que al término de la visita se comienza la edificación de la Casa Abrahámica para el diálogo interreligioso. Antes de despedirse, mirando al Papa, le ha agradecido que les ayude a “curas nuestras heridas”.

El Papa, ya en su discurso, ha recordado a Juan Pablo II, quien rezó durante años por la paz en Irak e incluso estuvo a punto de visitar el país, pero se le prohibió el desplazamiento. “Vengo como penitente que pide perdón al Cielo y a los hermanos por tantas destrucciones y crueldad. Vengo como peregrino de paz, en nombre de Cristo, Príncipe de la Paz”, ha dicho. Y ha añadido: “Dios escucha, escucha siempre. Depende de nosotros que lo escuchemos y caminemos por sus sendas”.

En su discurso, Francisco ha pedido que “cesen los intereses particulares, esos intereses externos que son indiferentes a la población local”, al mismo tiempo que ha clamado para que se dé voz a “los pequeños, a los pobres, a la gente sencilla, que quiere vivir, trabajar y rezar en paz; a todos los ciudadanos que quieren construir juntos este país, desde el diálogo, desde la discusión franca y sincera, constructiva; a quienes se comprometen por la reconciliación y están dispuestos a dejar de lado, por el bien común, los propios intereses”.

Refiriéndose a la situación política, el Pontífice ha reconocido que en estos años, Irak ha tratado de poner las bases para una sociedad democrática. “A este respecto, es indispensable asegurar la participación de todos los grupos políticos, sociales y religiosos, y garantizar los derechos fundamentales de todos los ciudadanos. Que ninguno sea considerado ciudadano de segunda clase. Aliento los pasos que se han dado hasta el momento en este proceso y espero que consoliden la serenidad y la concordia”, ha señalado.

Recuerdo a los yazidíes

En su análisis social y político del país, Jorge Mario Bergoglio ha apuntado también que, en las últimas décadas, Irak ha sufrido “los desastres de las guerras, el flagelo del terrorismo y conflictos sectarios basados a menudo en un fundamentalismo que no puede aceptar la pacífica convivencia de varios grupos étnicos y religiosos, de ideas y culturas diversas”.

“Todo esto ha traído muerte, destrucción, ruinas todavía visibles, y no solo a nivel material: los daños son aún más profundos si se piensa en las heridas del corazón de muchas personas y comunidades, que necesitarán años para sanar. Y aquí, entre tantos que han sufrido, no puedo dejar de recordar a los yazidíes, víctimas inocentes de una barbarie insensata y deshumana, perseguidos y asesinados a causa de sus creencias religiosas, cuya propia identidad y supervivencia se han puesto en peligro”, ha agregado.

Por ello, ha insistido en que “solo si logramos mirarnos entre nosotros, con nuestras diferencias, como miembros de la misma familia humana, podremos comenzar un proceso efectivo de reconstrucción”. Y ha añadido: “La diversidad religiosa, cultural y étnica que ha caracterizado a la sociedad iraquí por milenios, es un recurso valioso para aprovechar, no un obstáculo a eliminar. Hoy, Irak está llamada a mostrar a todos, especialmente en Oriente Medio, que las diferencias, más que dar lugar a conflictos, deben cooperar armónicamente en la vida civil”.

Y es que, como ha indicado, haciendo referencia al ‘Documento sobre la fraternidad humana’, “la religión, por su naturaleza, debe estar al servicio de la paz y la fraternidad”. “Dios ha creado a los seres humanos iguales en dignidad y en derechos, y nos llama a difundir amor, bondad y concordia”, ha continuado.

Un sano pluralismo religioso

Según ha explicado Bergoglio, la Iglesia católica en Irak también desea “colaborar de manera constructiva con las otras religiones por la paz”. Y ha añadido: “La antiquísima presencia de los cristianos en esta tierra y su contribución a la vida del país constituyen una rica herencia, que quiere poder seguir al servicio de todos. Su participación en la vida pública, como ciudadanos que gozan plenamente de derechos, libertad y responsabilidad, testimoniará que un sano pluralismo religioso, étnico y cultural puede contribuir a la prosperidad y a la armonía”.

Para el Papa, “la coexistencia fraterna necesita del diálogo paciente y sincero, salvaguardado por la justicia y el respeto del derecho. No es una tarea fácil: requiere esfuerzo y compromiso por parte de todos para superar rivalidades y contraposiciones, y dialogar a partir de la identidad más profunda que tenemos, la de hijos del único Dios y Creador”.

En base a ese principio, “la Santa Sede no se cansa de acudir a las autoridades competentes para que concedan a todas las comunidades religiosas reconocimiento, respeto, derechos y protección. Aprecio los esfuerzos que ya se han realizado en esta dirección y uno mi voz a la de los hombres y mujeres de buena voluntad para que avancen en beneficio del país”, ha dicho el Pontífice.

Unidad fraterna

Asimismo, Francisco ha señalado que “una sociedad que lleva la impronta de la unidad fraterna es una sociedad cuyos miembros viven entre ellos solidariamente. Es una virtud que nos lleva a realizar gestos concretos de cuidado y de servicio, con particular atención a los más vulnerables y necesitados”.

En este sentido, ha vuelto su mirada hacia quienes,”a causa de la violencia, de la persecución y del terrorismo han perdido familiares y seres queridos, casa y bienes esenciales. Pero también pienso en toda la gente que lucha cada día buscando seguridad y medios para seguir adelante, mientras que aumenta la desocupación y la pobreza”. Y ha aseverado: “Después de una crisis no basta reconstruir, es necesario hacerlo bien, de modo que todos puedan tener una vida digna. De una crisis no se sale iguales que antes: se sale mejores o peores”.

Como responsables políticos y diplomáticos, el Papa les ha señalado que están llamados a promover este espíritu de solidaridad fraterna. “Es necesario combatir la plaga de la corrupción, los abusos de poder y la ilegalidad, pero no es suficiente. Se necesita al mismo tiempo edificar la justicia, que crezca la honestidad y la transparencia, y que se refuercen las instituciones competentes. De ese modo puede crecer la estabilidad y desarrollarse una política sana, capaz de ofrecer a todos, especialmente a los jóvenes, la esperanza de un futuro mejor”.

Pero también la comunidad internacional tiene un rol decisivo que desempeñar en la “promoción de la paz en esta tierra y en todo el Oriente Medio”. “Como hemos visto durante el largo conflicto en la vecina nación de Siria —de cuyo inicio se cumplen en estos días ya diez años—, los desafíos interpelan cada vez más a toda la familia humana. Estos requieren una cooperación a escala global para poder afrontar también las desigualdades económicas y las tensiones regionales que ponen en peligro la estabilidad de estas tierras”, ha insistido.

Así, Bergoglio ha agradecido a los Estados y a las Organizaciones internacionales, entre ellos muchas católicas, que están trabajando en Irak por la reconstrucción y para “brindar asistencia a los refugiados, a los desplazados internos y a quienes tienen dificultades para regresar a sus propias casas, facilitando en el país comida, agua, viviendas, atención médica y de salud, como también programas orientados a la reconciliación y a la construcción de la paz”.

Y ha añadido: “Atender las necesidades básicas de tantos hermanos y hermanas es un acto de caridad y justicia, y contribuye a una paz duradera. Espero que las naciones no retiren del pueblo iraquí la mano extendida de la amistad y del compromiso constructivo, sino que sigan trabajando con espíritu de responsabilidad común con las Autoridades locales, sin imponer intereses políticos o ideológicos”.

Vacunas para todos

Durante su alocución, el Papa ha querido agradecer también la oportunidad de realizar esta visita apostólica, “tan esperada y deseada”, pues “esta tierra es cuna de la civilización que está estrechamente ligada –por medio del Patriarca Abrahán y numerosos profetas– a la historia de la salvación y a las grandes tradiciones religiosas del judaísmo, del cristianismo y del islam”. De hecho, ha recordado a todas las confesiones en su discurso esperando que “Dios nos conceda caminar juntos, como hermanos y hermanas”.

En referencia a la pandemia, que “no solo ha afectado la salud de tantas personas, sino que también ha provocado el deterioro de las condiciones sociales y económicas, marcadas ya por la fragilidad y la inestabilidad”, ha pedido el esfuerzo de todos para una “distribución equitativa de las vacunas”. Y, citando ‘Fratelli Tutti’ ha pedido repensar nuestros modelos de vida, porque “se trata de que salgamos de este tiempo de prueba mejores que antes; de que construyamos el futuro en base a lo que nos une, más que en lo que nos divide”.

Al terminar, el Papa ha abandonado el Palacio Presidencial para dirigirse a la catedral católica siria de Nuestra Señora de la Salvación en Bagdad, donde mantendrá un encuentro con obispos, sacerdotes, religiosos, seminaristas y catequistas, a los que les regalará unas palabras.

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