El encargo del Papa a los líderes musulmanes: “Los creyentes no podemos callar cuando el terrorismo abusa de la religión”

  • Desde la llanura de Ur, origen del monoteísmo, el Papa preside un encuentro interreligioso: “Extremismo y violencia son traiciones a la religión”
  • El Obispo de Roma llama a las confesiones a liderar una alianza internacional por la fraternidad contra las armas y en favor de la justicia social

“Hostilidad, extremismo y violencia no nacen de un espíritu religioso; son traiciones a la religión”. Con esta contundencia, el Papa quiso desmarcar a todas las confesiones, del islam al judaísmo pasando por el cristianismo, de la más mínima identificación con el fanatismo o las armas. Y lo hizo ante los principales líderes espirituales que se dieron cita con él esta mañana en la Llanura de Ur dentro de la segunda jornada de su viaje a Irak.



“Nosotros creyentes no podemos callar cuando el terrorismo abusa de la religión. Es más, nos corresponde a nosotros resolver con claridad los malentendidos”, añadió como encargo a cuantos le escuchaban en el encuentro interreligioso. Precisamente puso a Irak como ejemplo de país sobre el que “se cernieron las nubes oscuras del terrorismo, de la guerra y de la violencia”.

El sufrimiento del pueblo

“Todas las comunidades étnicas y religiosas sufrieron”, expresó Francisco, que a renglón seguido recordó “en particular a la comunidad yazidí, que ha llorado la muerte de muchos hombres y ha visto a miles de mujeres, jóvenes y niños raptados, vendidos como esclavos y sometidos a violencias físicas y a conversiones forzadas”.

“La verdadera religiosidad es adorar a Dios y amar al prójimo”, sentenció el Obispo de Roma, que no dudó en admitir que “en el mundo de hoy, que a menudo olvida al Altísimo y propone una imagen suya distorsionada, los creyentes están llamados a testimoniar su bondad, a mostrar su paternidad mediante la fraternidad”.

Cambiar la historia

Francisco evocó a Abraham en el lugar donde vivió aquel que “nos remite a los orígenes, a las fuentes de la obra de Dios, al nacimiento de nuestras religiones”. “Desde aquí partió para un viaje que iba a cambiar la historia”, expresó el Papa con el deseo de que este encuentro también suponga un antes y un después en la convivencia de las religiones: “Nosotros somos el fruto de esa llamada y ese viaje”.

“El cielo nos da así un mensaje de unidad: el Altísimo que está por encima de nosotros nos invita a no separarnos nunca del hermano que está junto a nosotros”, apuntó con una imagen poética, pero a la vez que una carga más que significativa de compromiso por trabajar en favor de un diálogo interreligioso real y concreto.

Acallar reproches mutuos

Por ello, instó a los responsables religiosos a ejercer una especie de ‘lobby’ de presión a la comunidad internacional para frenar “la creciente proliferación de armas”, así como “acallar los reproches mutuos para dar voz al grito de los oprimidos y de los descartados del planeta”. “De nosotros depende que salgan a la luz las turbias maniobras que giran alrededor del dinero y pedir con fuerza que este no sirva siempre y sólo para alimentar las ambiciones sin freno de unos pocos”, expresó. A esta demanda, añadió su empeño por el cuidado del planeta: “A nosotros nos corresponde proteger la casa común de nuestras intenciones depredadoras”.

Y, por encima de todo, los líderes de las confesiones han de estar, para el Papa, junto a los últimos: “Nos toca a nosotros recordarle al mundo que la vida humana vale por lo que es y no por lo que tiene, y que la vida de los niños por nacer, ancianos, migrantes, hombres y mujeres de todo color y nacionalidad siempre son sagradas y cuentan como las de todos los demás”.

Regresar a casa

“Hoy rezamos por todos los que han padecido semejantes sufrimientos y por los que todavía se encuentran desaparecidos y secuestrados, para que pronto regresen a sus hogares”, imploró Francisco que añadió otra plegaria más, “para que en todas partes se respete la libertad de conciencia y la libertad religiosa; que son derechos fundamentales, porque hacen al hombre libre de contemplar el Cielo para el que ha sido creado”.

En un tono reivindicativo en materia social, en su discurso el Papa compartió cómo “no habrá paz sin compartir y acoger, sin una justicia que asegure equidad y promoción para todos, comenzando por los más débiles. No habrá paz sin pueblos que tiendan la mano a otros pueblos”. Y añadió: “No habrá paz mientras los demás sean ellos y no parte de un nosotros. No habrá paz mientras las alianzas sean contra alguno, porque las alianzas de unos contra otros sólo aumentan las divisiones”.

Para el Papa, “la paz no exige vencedores ni vencidos, sino hermanos y hermanas que, a pesar de las incomprensiones y las heridas del pasado, se encaminan del conflicto a la unidad”. En ese momento, Francisco se detuvo en una nueva oración: “Pidámoslo en la oración para todo Oriente Medio, pienso en particular en la vecina y martirizada Siria”.

Durante el encuentro se pudo escuchar el testimonio de dos jóvenes -uno musulmán y otro cristiano- que han puesto en marcha una tienda de ropa juntos, como reflejo de esa convivencia posible en lo cotidiano. También intervino una mujer de religión mandea, una confesión que siguen unas 60.000 personas en el mundo y que también sufrieron las consecuencias de la guerra iraquí, así como un profesor musulmán de la Universidad de Nassiyira.

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