Julián Barrio en la festividad del apóstol Santiago en el año del coronavirus: “La solidaridad y el cuidado común son logros a los que no podemos renunciar”

Unos minutos antes de las 11 de la mañana de hoy, 25 de julio, los el Rey Felipe VI y la Reina Letizia llegaban a la celebración litúrgica de la solemnidad del Apóstol Santiago. Lo habitual es que los Monarcas solo se personen en la ofrenda al apóstol cuando es año santo. Pero, en esta ocasión, en un año en el que España ha atravesado la pandemia del coronavirus, han asistido a acudido a Galicia a presentar su ofrenda al santo. Una celebración que, este año, entre mascarillas y aforo limitado, no ha sido retransmitida por las televisiones nacionales –únicamente se ha podido ver en la autonómica gallega–, y que, debido a las obras de restauración en el interior de la catedral, se ha celebrado en la iglesia de San Martín Pinario.



Durante su homilía, Julián Barrio, arzobispo de Santiago, ha agradecido a los Reyes su presencia, subrayando la “incertidumbre” causada por la pandemia del coronavirus, y cómo “Sus Majestades han compartido las angustias, sufrimientos y preocupaciones de nuestro pueblo”. “Sinceramente se lo agradecemos”, ha dicho.

“Las epidemias no están hechas a nuestra medida, por lo tanto las consideramos como un mal sueño del que esperamos despertar”, ha afirmado Barrio. “Siempre nos sorprenden, generando en nuestra convivencia diaria la duda y el miedo, y haciéndonos salir de la burbuja en que parecía que todo lo teníamos controlado, para caer en la cuenta de lo esencial de la vida y de la urgencia de ayudarnos mutuamente”.

“No tenemos que cargar solos con nuestro sufrimiento”

“Hemos sentido la necesidad de la ternura humana, de acompañar y sentirse acompañado, dirigiendo la mirada al entorno y al cielo pidiendo la ayuda también del apóstol Santiago, nuestro Patrono, para superar esta pandemia y librarnos de otra no menos hiriente en la condición humana como es una vida sin sentido, sin esperanza y sin amor”, ha apuntado el arzobispo, señalando que, en medio de todo este periodo, “el Señor nos ha recordado que está con nosotros, y que tal vez nuestra fe es poca”.

En esta solemnidad, en la que, como ha indicado el prelado, “recordamos que al apóstol Santiago el Señor le concedió la gracia de beber su cáliz, de participar en su suerte, siendo el protomártir de los apóstoles”, también es importante tener presente que “beber el cáliz del Señor se convierte en fuente de vida y de esperanza con la certeza de que no tenemos que cargar solos con nuestro sufrimiento”.

Por un lado, el arzobispo ha señalado que superar esta crisis humanitaria, en España y en Europa, “que ha nacido peregrinando en torno a la memoria del apóstol Santiago”, solo será posible a través de “la unidad en la colaboración, la reconciliación ante el enfrentamiento, la libertad, el respeto a los derechos y la responsabilidad ante los deberes, la inquebrantable defensa de la dignidad humana, la solidaridad y la cultura del cuidado común son logros a los que no podemos renunciar”. “Es preciso”, ha continuado “discernir lo que nos ocurre buscando la salud del alma y del cuerpo, y las soluciones para reconstruir el tejido económico, teniendo en cuenta siempre el bien común”.

“El individualismo debilita el desarrollo”

Asimismo, ha animado a “mirar más allá de los bordes de nuestra finitud” y ha señalado que “arrancar las raíces de nuestro origen nos lleva a la pérdida del sentido ético y religioso, diluyendo la dimensión transcendente”. Y es que “la gloria y exigencia de la autonomía que Dios confiere al hombre es velar por los demás, venciendo el mal a fuerza de bien, y reconociendo que somos frágiles y vulnerables”. “La Iglesia preserva lo humano en el hombre”, ha apostillado.

Del mismo modo, Julián Barrio ha recordado que “el Señor nos dice que él ha venido a servir y no a ser servido y que el que quiera ser el primero que sea el último”. Y es que, como ha apuntado el arzobispo de Santiago, “el individualismo favorece un estilo de vida que debilita el desarrollo y la estabilidad de los vínculos entre las personas, generando violencia, injusticia y opresión”.

“Todos estamos en la misma barca, frágiles y desorientados”, ha añadido, recordando las palabras del papa Francisco. “No tiremos por la borda como un fardo anticuado nuestra tradición. Al compartir esta reflexión no pretendo hacerme dueño de vuestras conciencias sino colaborar en vuestra alegría para gloria de Dios”, ha subrayado.

Al finalizar su homilía, ya en gallego, el arzobispo ha pedido al apóstol que interceda para que “nuestros gobernantes sepan cómo encontrar, en un diálogo sereno y respetuoso con la verdad, soluciones a los problemas reales que nos preocupan y de todas aquellas personas que están ofreciendo sus mejores esfuerzos para satisfacer las demandas de los demás”.

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