El arzobispo de Pamplona en el San Fermín del coronavirus: “No olvidemos que tan importante como el cuerpo es el alma”

Pamplona ha vivido hoy, 7 de julio, su san Fermín más extraño. Sin calles abarrotadas, sin ambiente festivo… Pero, como ha recordado en su homilía el arzobispo Francisco Pérez, “la fiesta del santo sigue en pié” aunque “los festejos se han aplazado“. Y, precisamente por su devoción a este santo, los pamplonenses se han acercado hoy “a los pies de san Fermín para rogarle que nos ayude a vivir con nobleza de corazón y dando gracias por el fin con el que hemos sido creados y es para amar puesto que la fuente está en Dios”. Este, como ha dicho el prelado, “es el auténtico humanismo”.



“Un humanismo que niega de raíz a Dios, es un humanismo que poco tiene que ver con lo humano”, ha subrayado Pérez. “Necesitamos ver que hay dos errores básicos que el humanismo exclusivo comete en sus diversas corrientes. El primero es creer que el ser humano es altruista y bueno por naturaleza”, ha apuntado, “pero hemos de corregir diciendo que más bien tenemos muchas inclinaciones al mal. Si somos honestos, ante la historia de la existencia humana, nos aparecen maldades y pecados. Basta mirar la historia que ahora nos toca vivir”.

“El segundo error”, ha continuado, “es el de cierto aparente humanismo que no da crédito a la Palabra de Dios que es viva y eficaz. Lo hemos escuchado en la primera lectura de los Hechos de los apóstoles. Para que podamos amar necesitamos que Dios transforme nuestros corazones”. Por este motivo, la única manera, según ha explicado el arzobispo, en la que se puede “cambiar en realidad y convertirnos es por medio de aceptar y creer la verdad de Dios y su plan de salvación en Jesucristo. Solo así por la gracia de Dios podremos ver el mundo y la vida de otra manera y lo humano adquiere su auténtica valoración puesto que ha renacido espiritualmente”.

Cambiar el corazón

“El amor a Dios, el mismo que se requiere para amar al prójimo, no es algo que tenemos por naturaleza”, ha aseverado, sino que es el Señor quien “tiene que realizar una obra en nuestro interior para que seamos investidos con tal amor, que es fruto del Espíritu Santo cuando viene a morar en nosotros”. De esta manera, “ni la Ilustración, ni las propuestas ideológicas, ni las propuestas sociales de cierto humanismo han funcionado jamás para cambiar el corazón de los hombres”. Por ello, solo el humanismo que se abre a la trascendencia es el “humanismo verdadero”.

En cuanto a la pandemia del Covid-19, el prelado ha señalado que ha traído consigo “unos momentos difíciles que a todos nos hacen, dentro del dolor, reflexionar”, haciendo que cada cual se pregunte “¿Estoy en el recto camino y me encuentro a bien con el Dios que me ama?” Por eso, el prelado ha subrayado que “no hemos de sentirnos ni frustrados ni avergonzados ante estas circunstancias, más bien alentados y animados para no desmayar y seguir anunciando el evangelio de Jesucristo que ha venido a sanar los corazones afligidos”.

Auténtico humanismo

Asimismo, ha señalado lo “hermoso” que ha sido ver los agradecimientos al personal sanitario, de seguridad y a aquellos que “han tenido cuidado de alimentarnos y de servirnos en tantas facetas vitales”, así como a “las instancias sociales y autoridades”. “Pero no olvidemos que tan importante como el cuerpo es el alma”, ha continuado, relatando el testimonio de un enfermo que, antes de morir, decía: “Si no puedo curar el cuerpo, quiero tener el alma limpia y en paz, puesto que al final existe la vida que no acaba y esta vida es la más importante puesto que es eterna”.

“Así se cumple el auténtico humanismo que nos enseña San Fermín. Él fue mártir por ser coherente con la fe y supo superar los halagos de los que querían que él apostatara”, ha dicho el arzobispo. “Fue fiel porque supo dar lo mejor de sí y rompió el mito que para ser buena persona conviene acomodarse a las ideologías de turno y a lo políticamente correcto”. De esta manera, lo humano “es enarbolar la verdad y no dejarse llevar por la mentira”, así como ponerse al servicio de los necesitados “sean de la condición que sean”.

“Lo humano es mirar cara a cara a Dios y no tener rubor de seguir sus mandamientos, aunque nos digan que esto no es actual ni moderno. Lo humano es vivir en gracia de Dios y no en pecado. Lo humano es ser mártir, como miles de cristianos, que hoy mueren por defender la fe”, ha añadido. “Lo humano es respetar la vida en todas sus facetas”, así como “vivir de la justicia y rechazar el relativismo que la deprecia y desprecia”. “Lo humano es perdonar cuando hemos sido ofendidos, como hizo san Fermín antes de ser martirizado. San Fermín es un ejemplo de auténtico humanismo”, ha apostillado.

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