Los obispos de España y Portugal renuevan en Fátima su consagración al Corazón de Jesús y María con motivo del coronavirus

El cardenal Antoio dos Santos Marto, obispo de Leiria-Fátima, ha presidido ante la imagen primigenia de la Virgen de Fátima, la que se venera en la capilla de las Apariciones, el rezo del rosario y la consagración de la península ibérica –y casi una veintena de países– al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María.



La celebración, austera por la emergencia sanitaria, se ha celebrado en el interior del santuario de Fátima, sin apenas fieles presentes. Diferentes sacerdotes y algún laico se han alternado en las oraciones que han sido en español, inglés y portugués. En la explanada del santuario y frente a la pequeña capilla apenas el personal de seguridad. 

Una rosario por las víctimas

Durante el rosario, animado por el rector del principal santuario mariano, Carlos Cabecinhas pidió a la Virgen su “auxilio y protección en el momento de tribulación que vivimos actualmente”. En concreto, se ha ofrecido la oración “por las víctimas directas e indirectas de la pandemia que nos golpea; por los profesionales de la salud, incansables en sus esfuerzos por rescatar a los enfermos; por las autoridades y sus esfuerzos por encontrar soluciones; y por todos nosotros y nuestras familias”. Una plegaria en la que se ha recordado que también los santos Francisco y Jacinta Marto –de esta última se cumple el centenario de su muerte– murieron “víctimas de una pandemia”, la llamada gripe española de 1918.

Tras la oración del rosario, en la que se fueron introduciendo diferentes peticiones, el cardenal Antonio Marto, “en nombre de los obispos de Portugal y España” renovó la consagración al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María. Un acto al que se han unido expresamente, entre otras, las conferencias episcopales de Albania, Bolivia, Colombia, Costa Rica, Cuba, Eslovaquia, Guatemala, Hungría, India, México, Moldavia, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Polonia, Kenia, República Dominicana, Rumanía, Tanzania, Timor Oriental, Zimbaue y “muchos otros grupos y fieles de todo el mundo han expresado su deseo de asociarse a este acto”. 

Un momento de la consagración con el cardenal Marto ante la imagen de la Virgen.

Oración de consagración

Esta es la oración completa de la consagración hecha por el cardenal en nombre de todos los obispos de la península ibérica:

Corazón de Jesucristo, médico de las almas,
Hijo amado y rostro de la misericordia del Padre,
la Iglesia que peregrina sobre la tierra en Portugal y España -naciones que son Tuyas-
mira para Tu costado abierto, que es su fuente de salvación, y
Te suplica:
– en esta singular hora de sufrimiento,
asiste a Tu Iglesia,
inspira a los gobernantes de las naciones,
escucha a los pobres y a los afligidos,
enaltece a los humildes y a los oprimidos,
sana a los enfermos y a los pecadores,
levanta a los abatidos y a los desanimados,
libera a los cautivos y prisioneros
y líbranos de la pandemia que nos afecta. 

Corazón de Jesucristo, médico de las almas,
elevado en lo alto de la Cruz y palpado por los dedos del discípulo en la intimidad del cenáculo,
la Iglesia que peregrina sobre la tierra en Portugal y España -naciones que son Tuyas-
te contempla como imagen del abrazo del Padre a la humanidad,
ese abrazo que, en el Espíritu del Amor, queremos darnos unos a otros
según Tu mandato en el lavatorio de los pies, y
Te suplica:
– en esta singular hora de sufrimiento,
ampara a los niños, a los ancianos y a los más vulnerables,
conforta a los médicos, a los enfermeros, a los profesionales de la salud y a los voluntarios cuidadores,
fortalece a las familias y refuérzanos en la ciudadanía y en la solidaridad,
sé la luz de los moribundos,
acoge en Tu reino a los difuntos,
aleja de nosotros todo mal
y líbranos de la pandemia que nos afecta. 

Corazón de Jesucristo, médico de las almas e Hijo de Santa María Virgen,
por medio del Corazón de Tu Madre,
a quien se entrega la Iglesia que peregrina sobre la tierra
en Portugal y España -naciones que desde hace siglos son Suyas-
y en tanto otros países,
acepta la consagración de Tu Iglesia.
Al consagrarse a Tu Sagrado Corazón,
la Iglesia se entrega a la protección del Corazón Inmaculado de María,
configurado por la luz de Tu pascua y aquí revelado a tres niños
como refugio y camino que conduce a Tu Corazón.
Sea Santa María Virgen, Nuestra Señora del Rosario de Fátima,
la Salud de los Enfermos y el Refugio de tus discípulos nacidos junto a la Cruz de Tu amor.
Sea el Inmaculado Corazón de María, a quien nos entregamos, quien diga con nosotros:
– en esta singular hora de sufrimiento,
acoge a los que perecen,
da aliento a los que a Ti se consagran
y renueva el universo y la humanidad. 

Amén.

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