Uruguay: el obispo Sanguinetti pide la conversión personal para esta Cuaresma, marcada por el coronavirus

“El tiempo de la Santa Cuaresma nos invita cada año a una conversión a Dios, nuestro Señor, para renovar nuestra fe por la escucha de la Palabra de Dios, para volver a Él, para cambiar nuestra conducta, para acercarnos a su gracia en los sacramentos y especialmente en la Santísima Eucaristía”.



Con estas palabras, Alberto Sanguinetti, hizo un llamado a sus fieles a la conversión personal para esta Cuaresma, “marcada por la epidemia de coronavirus que comienza a extenderse entre nosotros”.

El obispo de Canelones pidió, en la medida de las posibilidades, evitar ocasiones que puedan propagar la enfermedad: menor contacto personal y precauciones de higiene y protección, según las recomendaciones de las autoridades sanitarias.

En la carta, dirigida a los fieles, también recordó, las indicaciones ofrecidas por la Conferencia Episcopal: la suspensión de las actividades pastorales con los fieles por dos semanas y mantener las iglesias abiertas para la oración de los fieles.

Indicó que los sacerdotes estarán al servicio de los fieles para la confesión, el consejo espiritual y la distribución de la comunión. En determinados momentos, habrá también exposición del Santísimo Sacramento para la adoración.

Además, el obispo invitó a sus diocesanos a “redoblar la escucha de la Palabra de Dios, y orar especialmente por los enfermos y los ancianos en sus diversas dolencias, por aquellos que los curan y sirven”. Y anunció que todos los días a las 10.30, presidirá la Eucaristía, que transmitirá a través de su cuenta personal de Facebook.

El valor de la vida

El obispo señala que, durante esta tiempo cuaresmal, las circunstancias que estamos atravesando son un llamado de Dios a la oración, a la caridad, al servicio al otro; a la revisión de nuestra vida como creyentes. “Experimentamos, casi de golpe, nuestra pequeñez, nuestra inseguridad, tanto personal como en comunidad. Un pequeño virus nos ha dado vuelta a todos”, enfatizó Sanguinetti.

Resaltando el valor supremo de la vida como un bien a preservar, ratificó que “Por eso, la Iglesia defiende la vida humana desde su concepción, la del niño que está en el vientre de la madre, y la de todo hombre, aún del anciano y del enfermo”. Y continuó: “… no somos los dueños de la vida: no la creamos, es un regalo de Dios, para ser vivido con él y ante él, apoyado por la verdad y la gracia”.

El titular de Canelones expresó: “Nuestra debilidad, los límites que debemos imponer a nuestros hábitos, nuestros movimientos y nuestros gustos, nos llaman a una reflexión profunda sobre lo que es importante o no en nuestra vida. Es una invitación a revisar la vida, de acuerdo con los mandatos y las necesidades del Evangelio”.

La Eucaristía

Con respecto a la práctica sacramental de la comunión, dispensó a los fieles de la obligación de celebrar la Misa Dominical, como cuando están enfermos. Cree que esta dispensa y la suspensión de la Misa en su forma normal con afluencia masiva de fieles, no debe hacer perder la grandeza de la eucaristía.

Exhortó a “que este ayuno de la Eucaristía, nos lleve a valorar más el don de la Santa Misa, a revisar nuestra participación en ella, para la que fuimos dedicados por el bautismo y la confirmación”.

El don del sacerdocio

Teniendo en cuenta estos días “particularmente difíciles”, apoyó la tarea de los sacerdotes que acompañan a los fieles. “Más allá de nuestra pobre persona, y también con nuestros debilidades y nuestros pecados, estamos agradecidos juntos por el don del sacerdocio que Cristo le ha dado a su Iglesia, a su pueblo, y a través del cual continúa anunciando la Palabra de verdad y el Evangelio de salvación”, manifestó al final de su carta.

Pidió orar por los sacerdotes, especialmente los más ancianos, confiándolos a la Virgen María e invocando al Señor para el don de nuevas vocaciones.

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