Chile: víctimas de abusos denuncian “pasividad” del Vaticano

Después de dos años de la reunión entre dirigentes de la Red de sobrevivientes de abusos sexuales eclesiásticos de Chile con el arzobispo Charles Scicluna, le expresan su decepción por la “dilación” y “silencio” de la Santa Sede

Una carta pública dirigida al arzobispo Charles Scicluna, envió la Red de Sobrevivientes de Abusos Sexuales Eclesiásticos de Chile. En ella, le expresan que “cuando nos reunimos en Santiago el 1 de marzo de 2018 usted se comprometió con los sobrevivientes del Caso Maristas-Chile a acelerar los procesos canónicos, entendiendo que uno de los principios básicos de la justicia es que ésta llegue a tiempo”.



Agregan que en estos dos años nada ha pasado, luego de muchas promesas. “No hemos recibido ni siquiera un gesto en pro de alcanzar algún día algo de justicia. Para los sobrevivientes del Caso Maristas Chile la justicia se exige, no se negocia. Hoy antes que dolor sentimos decepción, la confianza rota en nuestra infancia se vuelve sobre toda la Iglesia Católica cuando es claro que la Institución pretende dar vuelta la página de la historia y aplastar a quienes quedan del otro lado sin miramiento alguno”.

La carta, firmada por una larga lista de integrantes de la Red, añade que “en la Conferencia Episcopal de Chile, nuestra acompañante pastoral Pilar Ramírez, nos dice que ellos no tienen información, que todo está en Roma. Así también, la Congregación Hermanos Maristas se escudan en esta dilación inexcusable para maltratar a los sobrevivientes en su dignidad y negar reparaciones simbólicas y económicas. Es más, en los últimos 6 meses se ha intensificado un trato discriminador y perverso hacia gran parte de los denunciantes de distintos casos a lo largo del país”.

Compromiso asumido

“Nos preguntamos, agrega la carta dirigida a Scicluna, si acaso existe una real voluntad de cumplir con el compromiso asumido por parte suya y de Bertomeu, de respetar y honrar su palabra, porque no hemos recibido ni siquiera un gesto en pro de alcanzar algún día algo de justicia”. Jordi Bertomeu acompañó al arzobispo Scicluna en las dos visitas a Chile para indagar sobre los abusos sexuales, de poder y de conciencia cometidos por eclesiásticos. De estas visitas emanó el ‘Informe Scicluna’ entregado al Papa con más de 2.000 páginas que contienen muchos testimonios.

“Esta carta pública que le enviamos, expresa en sus párrafos finales, es una misiva sin esperanza de respuesta. Es una denuncia de su actuar coludido con el mismo poder que nos abusó y nos sigue violentando día a día. No renueve mentiras viejas con eslóganes nuevos. La dignidad de este grupo de sobrevivientes no lo soporta”, concluye.

El “Informe Scicluna” fue mencionado por Francisco en su carta del 8 de abril de 2018 a los obispos chilenos: “el informe que me entregaron mis dos enviados especiales a Chile el 20 de marzo de 2018 con un total de más de 2.300 folios me mueve a escribirles esta carta”. En ella llama a todos los obispos chilenos a reunirse con él en Roma.

Medidas a corto, medio y largo plazo

En ese llamado el Papa les expresa también que “tras una lectura pausada de las actas de dicha “misión especial”, creo poder afirmar que todos los testimonios recogidos en ellas hablan en modo descarnado, sin aditivos ni edulcorantes, de muchas vidas crucificadas y les confieso que ello me causa dolor y vergüenza” y, a continuación, pide a los obispos su “colaboración y asistencia en el discernimiento de las medidas que a corto, medio y largo plazo deberán ser adoptadas para restablecer la comunión eclesial en Chile, con el objetivo de reparar en lo posible el escándalo y restablecer la justicia”.

A esa carta siguió el duro texto que Francisco leyó a todos los obispos chilenos reunidos con él en Roma. Allí les expresa que “la Iglesia que era llamada a señalar a Aquél que es el Camino, la Verdad y la Vida (Jn. 14,6) se volvió ella misma el centro de atención. Dejó de mirar y señalar al Señor para mirarse y ocuparse de sí misma. Concentró en sí la atención y perdió la memoria de su origen y misión”.

Luego agrega que “la dolorosa y vergonzosa constatación de abusos sexuales a menores, de abusos de poder y de conciencia por parte de ministros de la Iglesia, así como la forma en que estas situaciones han sido abordadas, deja en evidencia este “cambio de centro eclesial”. Lejos de disminuir ella para que apareciesen los signos del Resucitado el pecado eclesial ocupó todo el escenario concentrando en sí la atención y las miradas”.

Finalmente, Francisco, en esa reunión con los obispos chilenos, les reitera lo que les expresó en su carta de convocación: “es urgente abordar y buscar reparar en el corto, mediano y largo plazo este escándalo para restablecer la justicia y la comunión”.

Una Iglesia llagada

Estos casi dos años de esa reunión han visto escasas acciones, en el corto, medio y largo plazo, para cumplir ese objetivo de reparación señalado por el Papa. Aceptó la renuncia de 7 obispos (un 25% del episcopado), no designó obispos sino administradores apostólicos que llegó a haber 9 (un tercio del episcopado). Llamó al episcopado a un salesiano italiano como auxiliar el arzobispo de Santiago y al religioso administrador apostólico de Chillán para obispo en esa diócesis y ratificó como obispo de Osorno al franciscano que asumió como administrador apostólico.

Sin embargo, no hay otro tipo de acciones, ni siquiera las que podrían haberse derivado de la “Carta del Papa Francisco al Pueblo de Dios que peregrina en Chile” en la que señala: “La cultura del abuso y del encubrimiento es incompatible con la lógica del Evangelio ya que la salvación ofrecida por Cristo es siempre una oferta, un don que reclama y exige la libertad”.

Concluye el Papa, en su carta a los chilenos, que “una Iglesia llagada es capaz de comprender y conmoverse por las llagas del mundo de hoy, hacerlas suyas, sufrirlas, acompañarlas y moverse para buscar sanarlas. Una Iglesia con llagas no se pone en el centro, no se cree perfecta, no busca encubrir y disimular su mal, sino que pone allí al único que puede sanar las heridas y tiene un nombre: Jesucristo”.

Algunos apuntan a un cambio en la postura del Papa en este período. Y señalan como el hito que lo provocaría la reunión del Comité Permanente del Episcopado en enero del 2019, con el Papa. Acordada por la Asamblea Plenaria en noviembre, de inmediato fue solicitada la entrevista para compartir con el Papa la evolución de la situación que vive la Iglesia en Chile desde su visita, así como las perspectivas a futuro, como se dijo.

¿Se inhibió el Papa?

El portal iglesia.cl, de la Conferencia Episcopal, dio a conocer la explicación del obispo Fernando Ramos, secretario general del Episcopado, sobre ese encuentro: “Hicimos un repaso, junto con el Papa, de los acontecimientos de importancia en la Iglesia chilena del último año. Fue un diálogo bastante preciso y lúcido, con aportes del Papa muy importantes. Después le expusimos el camino que estamos siguiendo para este año y el próximo de discernimiento eclesial, para concluir el año 2020 con una asamblea eclesial. El Papa nos hizo varias sugerencias bastante interesantes que notan una preocupación y un cariño muy grande por la Iglesia chilena”.

¿Era necesario que concurrieran los 5 integrantes del Comité Permanente a Roma para eso? ¿Esa información es el acuerdo de la asamblea plenaria? ¿Ese fue todo el contenido de esa reunión?

Varias fuentes de información en la iglesia chilena aseguran que hay desproporción en esos actos y más bien perciben allí el momento en que el Papa se inhibe de sus intenciones de “buscar, a tiempo y destiempo, el compromiso por generar una cultura donde cada persona tenga derecho a respirar un aire libre de todo tipo de abusos. Una cultura libre de encubrimientos que terminan viciando todas nuestras relaciones. Una cultura que frente al pecado genere una dinámica de arrepentimiento, misericordia y perdón, y frente al delito, la denuncia, el juicio y la sanción”, como expresa Francisco en su ‘Carta al Pueblo de Dios que peregrina en Chile’.

El Comité Permanente chileno estuvo una hora reunido con el Papa, en la biblioteca del Palacio Apostólico, que luego continuó por dos horas compartiendo el almuerzo en la Casa Santa Marta, el lunes 14 de enero del 2019.

La decepción de las víctimas de abusos en la Iglesia también se percibe entre agentes pastorales y consagrados que esperaban alguna gestión durante el año 2019, en vista de la necesaria renovación de la iglesia en Chile, sobre todo por la persistente baja en confianza y credibilidad, según encuestas nacionales.

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