Poco a poco, el régimen comunista cubano, presidido por Míguel Díaz-Canel tras cinco décadas de monopolio del poder en manos de los hermanos Castro, va mostrando ciertos indicios de apertura. Así, tras el proceso de elaboración de una nueva Constitución, en el que se ha comprometido el conjunto de la sociedad (incluida la Iglesia), el último paso ha sido el indulto a 2.604 presos.
La Conferencia Episcopal no lo ha dejado pasar por alto y, a través de un comunicado firmado por el obispo Jorge Enrique Serpa Pérez, presidente de la Comisión Nacional de Pastoral Penitenciaria, se ha felicitado por la medida, transmitiendo su satisfacción en nombre de “los demás obispos, sacerdotes, diáconos, miembros de la vida religiosa y fieles laicos” del país, que “se unen a la alegría de las familias que, con gozo y cariño, reciben a sus seres queridos privados de la libertad”.
Mejor convivencia social
Para la Iglesia, el indulto es “un gesto humanitario de misericordia”, pues, “favorece la reinserción en la sociedad de las personas beneficiadas y una mejor convivencia social”. En este sentido, llaman a aprovechar la “ocasión” para “animar a las comunidades a una mayor sensibilidad y apoyo con esta acción específica de la pastoral penitenciaria sustentada en la enseñanza de Jesús”.
Dirigiéndose a las autoridades políticas, los obispos animan a que “continúe realizándose un análisis periódico de situaciones particulares” de muchos de los presos que pueblan las cárceles cubanas (los liberados han cumplido al menos un tercio de su condena y se ha comprobado su buen comportamiento) y se enjuicie si pueden ser más los que “puedan reinsertarse a la habitual vida ciudadana”.
Los pastores concluyen su mensaje encomendando a los indultados y a sus familias a la Virgen de la Caridad, la patrona de Cuba, solicitando además a esta que interceda por “quienes permanecen sin libertad”.
