El último adiós a Juan Antonio Menéndez: “El sufrimiento le ha costado la vida”

El arzobispo de Oviedo recuerda en la misa exequial por el obispo de Astorga las “persecuciones organizadas” que padeció

El arzobispo de Oviedo Jesús Sanz, presidió la misa exequial por el obispo de Astorga/EFE

Centenares de fieles y una treinta de obispos participaron ayer en la despedida del obispo de Astorga, Juan Antonio Menéndez, que falleció de forma repentina por un infarto en la tarde del pasado miércoles. El arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz, ha presidido las exequias celebradas en la catedral maragata, que recibió el féretro con un enorme aplauso. El cortejo fúnebre partió después de las cinco de la tarde del Seminario Mayor, donde se velaron los restos del prelado.

Junto a Jesús Sanz, se encontraban, entre otros, el presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez, así como los arzobispos de Madrid, Pamplona, Granada, Valencia, Toledo y Santiago de Compostela.

El arzobispo de Oviedo Jesús Sanz, presidió la misa exequial por el obispo de Astorga/EFE

El arzobispo de Oviedo Jesús Sanz, presidió la misa exequial por el obispo de Astorga/EFE

Sanz destacó en la homilía cómo el prelado fallecido que fue su auxiliar en Oviedo “no rehuyó la cruz que supuso su entrega, por más que esto haya pagado el alto precio de un desgaste y sufrimiento que le ha costado la vida”. Y es que el obispo de Astorga estaba al frente tanto de la Comisión de Migraciones, como de la Comisión de ayuda a las víctimas de abusos de menores de la Conferencia Episcopal.

Jamás tiró la toalla

El arzobispo de Oviedo también reveló que “no pocas veces hablábamos por teléfono y me pedía oraciones, ánimo y cercanía fraterna cuando arreciaban persecuciones bien organizadas con estrategias calculadas”. En esta misma línea, subrayó que “jamás tiró la toalla ni se bajó de la cruz, y hasta el final dio a quien quisiera verlo y escucharlo, el supremo testimonio del amor a Dios”.

El alcalde de Astorga, Arsenio García Fuertes, recordó que fue “un gran hombre” por su “personalidad dialogante, amable y cercana”, cuya muerte significa “una gran pérdida para todos los astorganos y miembros de su Iglesia”. Tras la eucaristía, Juan Antonio Menéndez fue enterrado en una de las capillas laterales del templo.

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