400 años por la educación de los jóvenes

Los escolapios celebran con un jubileo los cuatro siglos de su fundación y prolongan el espíritu de su fundador de privilegiar a los más pobres dándoles esperanza y alegría.

400 años por la educación de los jóvenes

Están de fiesta. No es para menos. Los escolapios celebran 400 años de la fundación de su Congregación, ahora presente en 40 países en cuatro continentes. Se suma, en feliz coincidencia, que también se cumplen 250 años de la canonización de su fundador, san José de Calasanz, nacido en 1557 en Peralta de la Sal, ciudad aragonesa cercana a Cataluña y muerto en 1648. Después de 10 años de estudio de filosofía, derecho y teología viaja a Roma donde queda conmovido por la pobreza, especialmente de los niños. Esto lo lleva a dedicarse a la educación de los niños más pobres y en 1597 abre la primera escuela popular gratuita en la iglesia de Santa Dorotea, en el barrio del Trastevere. Pocos años más tarde traslada la escuela a un local anexo a la iglesia de San Pantaleón, donde funcionó muchos años. En la actualidad aquí está la sede de la curia general de la Orden, con su Superior General, el español Pedro Aguado.

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Congreso Internacional de Educación Escolapia en Santiago de Chile / Foto: ANDRÉS URBINA

“Son un don de Dios”, afirma Aguado al ser consultado por Vida Nueva por el significado de estos 400 años. Agrega que “es la razón del Jubileo que hacemos conmemorando que hace cuatro siglos en las calles de Roma un hombre funda la primera congregación religiosa con el ministerio específico de la educación popular cristiana”. Buscando fortalecer su misión se reunieron casi 200 representantes de todo el mundo, en Santiago de Chile, durante cinco días para intercambiar, establecer vínculos en redes, buscar respuestas a nuevos desafíos y renovar el entusiasmo por su espiritualidad. Fue el Congreso Internacional de Educación Escolapia 2017.

 

En distintas realidades

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Joszef Urban, escolapio responsable de Asia. / Foto: ANDRÉS URBINA

A América llegaron, en la segunda mitad del siglo XIX, instalándose en Cuba, Argentina y Chile. Mientras, a Asia llegaron hace pocas décadas y allí “no sólo la realidad escolapia es joven, sino también la de los países donde estamos porque el promedio de edad es bajo”, afirma Joszef Urban, asistente general y responsable de Asia. El trabajo aún está en fase muy inicial: “lo que intentamos hacer es echar raíces institucionalmente. Me refiero a los colegios, escuelas, definir qué tipo de escuela necesitan estas realidades y cómo podemos insertar nuestra oferta educativa en esa realidad”. Aunque Joszef reconoce que es una realidad cultural muy distinta “hay algo constante, profundo, que podemos llamar ‘lo humano’, que es lo que Calasanz nos transmitió, o más bien lo que el Espíritu Santo nos transmitió a través de Calasanz. Es una visión del hombre que sigue siendo relevante y valiosa también en este contexto diferente”, concluye Urban.

También presente en África, en países como Senegal, Camerun, Guinea, Costa de Marfil, Gabon, la Orden cuenta hoy con más de 220 casas y más de 1.300 religiosos que siguen llevando adelante la misión de san José de Calasanz: “si desde la infancia el niño es imbuido diligentemente en la Piedad y las Letras, puede preverse, con fundamento, un feliz transcurso en toda su vida”.

 

Creer en los jóvenes

Ese es el espíritu que transmite Pedro Aguado, al ser entrevistado por esta revista: “Aprovecho la oportunidad que me ofrece Vida Nueva para expresar que yo estoy seguro que la educación es el mejor camino para tener una vida nueva. Creando y trabajando por los jóvenes y por los niños, podemos esperar un mundo distinto, en un mundo en que hay tantas dificultades, tantas tensiones, a veces tanta desesperanza, poder dedicar la vida a crear esperanza entre los niños y jóvenes que son los que van a llevar adelante el mundo del futuro es una profunda alegría. Por eso yo quiero animar a todos a creer en la vida, a creer en los jóvenes y a trabajar por la educación”.

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