El obispo de Astorga toma las riendas ante los abusos

grupo de exalumnos del seminario de La Bañeza protestan frente al obispado de Astorga por la mala gestión de abusos sexuales febrero 2017

Juan Antonio Menéndez, que se reunirá con exseminaristas, se compromete a “resolver de una vez este grave problema”

grupo de exalumnos del seminario de La Bañeza protestan frente al obispado de Astorga por la mala gestión de abusos sexuales febrero 2017

Manifestación de exalumnos del Seminario de La Bañeza por las calles de Astorga

JOSÉ LORENZO | Continúa el goteo de presuntos casos de abusos sexuales en la diócesis de Astorga tras divulgarse a finales de enero, a través de los medios de comunicación, la condena al sacerdote José Manuel Ramos Gordón por tocamientos a un alumno cuando, en la década de los años 80, estudiaba en el Seminario Menor de La Bañeza. El último caso –del que en el Obispado se han enterado primero a través de la prensa– es el de un hombre de 48 años que habría sido abusado a los 13 años por ese mismo cura, pero en el Colegio Diocesano Juan XXIII, en Puebla de Sanabria, en donde estaba interno y el acusado era formador. Esta persona narra los hechos y da cuenta de otras posibles víctimas en sendas cartas enviadas al Vaticano y al Obispado de Astorga, según La Opinión de Zamora.

Al cierre de este número, en la curia astorgana no se había recibido esta denuncia. En todo caso, se reiteraba a esta revista que se procedería con ella en la misma línea que señaló el obispo Juan Antonio Menéndez en la rueda de prensa que ofreció el 16 de febrero para abordar un escándalo que no deja de sumar elementos: “Cualquier otra denuncia que se reciba, se investigará con celeridad y prontitud”, afirmó, subrayando que se procederá “con severidad en la persecución de tales delitos cuando así sea posible”.

En esa misma rueda de prensa convocada tras las críticas provocadas por la pena a la que fue condenado el abusador –“parecen unas vacaciones”, señaló la víctima– y por la aparición de otras informaciones sobre nuevos posibles casos, el obispo, que apenas lleva un año al frente de la diócesis, volvió a pedir perdón por el daño causado y brindó apoyo y cercanía a las víctimas. “Reitero una vez más –dijo también Menéndez ante una nube de periodistas– que la Iglesia diocesana de Astorga lamenta profundamente estos hechos tan deplorables, moralmente inaceptables e intolerables”.

El obispo también confirmó que había recibido a dos exalumnos del Colegio Juan XXIII, que le hablaron de la situación en aquel centro, y mostró su disponibilidad para atender a los que cursaron estudios en el Seminario Menor de La Bañeza cuando se produjeron los abusos ya juzgados.

Una veintena de estos se manifestó enfrente del Obispado el 18 de febrero, exigiendo que “se llegue hasta el final” en la investigación de todos los casos en aquella época y que “los encubridores también sean castigados, no solo el autor de los hechos”.

Finalmente, este encuentro con el obispo se llevará a cabo el 28 de febrero, toda vez que el prelado no pudo esperarles a la puerta del Obispado el día de la manifestación–como era voluntad de los congregados– por tener ya comprometida una jornada diocesana en Ponferrada, según ha podido confirmar Vida Nueva.

Minas bajo el suelo episcopal

En su comparecencia pública, el obispo reconoció algo que algunos canonistas ya habían apuntado a Vida Nueva: que, tras conocerse la condena al sacerdote Ramos Gordón, “se ha cuestionado el modo de actuar de los responsables diocesanos de aquella época como el resultado del proceso penal realizado en la actualidad”. Ante ello, Juan Antonio Menéndez manifestó “mi firme voluntad de resolver de una vez por todas este grave problema y de poner todos los medios para que nunca más se repitan”.

En opinión de las fuentes consultadas, la pena impuesta de privación del oficio de párroco durante un período no inferior a un año –que incumplió– “es de muy escasa ejemplaridad”. Además, el quebrantamiento de la condena “supone un nuevo delito con nuevas penas”. No actuar en consecuencia podría conllevar una acusación de negligencia contra el pastor. Salvo que se demuestre que la negligencia se haya dado en otros ámbitos de la curia, “que le han preparado mal el terreno al obispo”, como reconocen fuentes diocesanas.

Publicado en el número 3.025 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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