Los obispos negligentes con los abusos serán apartados

Papa con obispos

Un motu proprio papal establece el cese de los pastores que no actúen tajantemente

Papa con obispos

El Papa saluda a un grupo de obispos en San Pedro

ANTONIO PELAYO (ROMA) | Cinco breves artículos del motu proprio Como una madre amorosa le han bastado a Francisco para dar la última vuelta de tuerca a la represión de la pederastia clerical. El documento pontificio, con fecha del 4 de junio, entrará en vigor el 5 de septiembre. De eso se trata: de responsabilizar a los pastores para reprimir y castigar “los casos de abusos sexuales realizados con menores y adultos vulnerables”. Si el obispo, eparca o superior ha sido negligente en el cumplimiento de su deber, puede ser removido legítimamente de su puesto. En realidad, se trata de un aplicación específica del canon 368 del vigente Código de Derecho Canónico, que prevé la remoción del titular de una diócesis “si, por negligencia, ha causado u omitido actos que hayan provocado un daño grave a otros, ya se trate de personas físicas o de una comunidad en su conjunto. El daño puede ser físico, moral, espiritual o patrimonial”.

Es un documento severo, puesto que se estipula que la medida contra el obispo podrá ser tomada “sin grave culpa moral por parte suya” . Además, se le da un plazo de 15 días para que presente al Papa su renuncia y, en caso de que no lo hiciera, la competente congregación de la Curia “podrá emitir el decreto de remoción”.

Hace ya un año, la Comisión para la Tutela de los Menores, creada el 22 de marzo de 2014 y que preside el cardenal Seán Patrick O’Malley, arzobispo de Boston, había hecho una propuesta en este sentido, pero hasta ahora no se había tomado esta decisión. En última instancia, tocará al Papa asumir la responsabilidad de licenciar a un obispo, puesto que a él le corresponderá aprobar caso por caso, y lo hará asistido “por un adecuado colegio de juristas, designados para esta necesidad”. Según Federico Lombardi, el colegio lo formarán cardenales y obispos. Bergoglio refuerza así la “tolerancia cero” ya adoptada por Benedicto XVI en la represión de los abusos sexuales perpetrados sobre menores por miembros del clero.

Cambiando de tema, los días 3 y 4 de junio tuvo lugar en la Casina Pío IV, sede de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales, un encuentro de magistrados, jueces y fiscales sobre la trata de seres humanos y el crimen organizado. Es la tercera vez que el organismo vaticano convoca una reunión sobre estos temas; a la primera acudieron líderes de las diferentes religiones y a la segunda 60 alcaldes de las principales capitales del mundo. Según un documento hecho público por la Academia , se estima que 40 millones de personas son víctimas de las modernas forma de esclavitud. Las organizaciones mafiosas que se dedican a estos “negocios” recaudan unas cantidades que rondan el 10% del Producto Interior Bruto mundial.

Sin duda, este es uno de los problemas que más inquietud le producen a Bergoglio, que, como en ocasiones anteriores, asistió a una de las sesiones de trabajo de esta cumbre de juristas. “Les pido –dijo el Papa en su discurso– que se defiendan de caer en la telaraña de las corrupciones. (…) Los jueces están llamados hoy más que nunca a poner gran atención en las necesidades de la víctimas. Son las primeras que deben ser rehabilitadas y reintegradas en la sociedad, y por ellas se debe perseguir sin cuartel a los traficantes”.

El crimen de la trata

Francisco considera que “la trata y el tráfico de personas y las nuevas formas de esclavitud, tales como el trabajo forzado, la prostitución, el tráfico de órganos, el comercio de la droga o el crimen organizado son (como ya dijo Benedicto XVI) verdaderos crímenes de lesa humanidad que deben ser reconocidos como tales por todos los líderes religiosos, políticos y sociales, y plasmados en las leyes nacionales e internacionales”.

Al final de sus trabajos, todos los asistentes, incluido el Santo Padre, estamparon su firma en una declaración final. En ella afirman que “la eliminación de la esclavitud moderna hoy es un nuevo imperativo moral para los 193 estados miembros de las Naciones Unidas, según rezan los recién aprobados Objetivos del Desarrollo Sostenible”. Con tal propósito, suscribieron diez objetivos. Uno de ellos dice así: “El delito del lavado de dinero debe ser intensamente perseguido porque consiste en hacer que los fondos o activos obtenidos a través de actividades ilícitas aparezcan como el fruto de actividades legales”.

También apoyan que “la sanción de los clientes de servicios sexuales debe constituir parte integral de la legislación para una eficaz lucha contra la esclavitud y la trata, al igual que quien emplea a sabiendas trabajo forzado”. Igualmente, advierten que “las víctimas de trata no deben confundirse con los inmigrantes irregulares ni con las personas objeto de tráfico. (…) La repatriación de los extranjeros no documentados nunca debe ser una respuesta sin el acuerdo de las víctimas, a fin de evitar el riesgo de recaídas y de las actividades ilegales y deshumanizadas”.

Finalmente, el 1 de junio, un comunicado conjunto de la Federación Luterana Mundial y del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos confirmó que el Papa participará en la conmemoración ecuménica del 500º aniversario de la Reforma. El acto tendrá lugar el 31 de octubre en la ciudad sueca de Lund; está prevista por la mañana una plegaria común. Por la tarde, el estadio de la ciudad balnearia de Malmö será escenario de una manifestación sobre la actividades asistenciales conjuntas de católicos y luteranos en el mundo. También se ha dado a conocer que Francisco permanecerá un día más en Suecia para presidir una eucaristía a la que está invitada toda la comunidad católica del país nórdico.

Comentando este acontecimiento, el cardenal Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, afirmó que, “concentrándose juntos sobre la centralidad del problema de Dios y con un enfoque cristocéntrico, luteranos y católicos podrán conmemorar ecuménicamente la Reforma”. Aunque también ha declarado que “los acontecimientos que dividen a la Iglesia no pueden ser llamados un día de fiesta”. “No podemos celebrar un pecado”, ha sentenciado.

Declaraciones, las de Kurt Koch, en mi opinión inoportunas e ingratas… Y es que el papa Francisco no ha utilizado nunca los términos ni los conceptos que le atribuye “su” cardenal responsable de diálogo ecuménico para calificar su participación en la ceremonia de Lund.

En el nº 2.992 de Vida Nueva


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