Doctrina de la Fe, al margen de la nueva política antiabusos

Gerhard Müller

Los prelados sospechosos de omitir casos de pederastia serán investigados por otros cuatro dicasterios vaticanos

Gerhard Müller

El cardenal Gerhard Müller, prefecto de Doctrina de la Fe

DARÍO MENOR (ROMA) | “Les pido perdón por los pecados de omisión por parte de líderes de la Iglesia que no han respondido adecuadamente a las denuncias de abuso presentadas por familiares y por aquellos que fueron víctimas del abuso, esto lleva a un sufrimiento adicional a quienes habían sido abusados y puso en peligro a otros menores que estaban en situación de riesgo”. En julio de 2014, el papa Francisco entonó este significativo mea culpa en nombre de la jerarquía eclesiástica durante la misa que presidió en la capilla de la Casa Santa Marta, la residencia dentro del Vaticano donde vive, con algunas víctimas de abusos sexuales por parte del clero. Casi dos años después, el Pontífice da un paso más allá y dota a la Iglesia católica de los instrumentos jurídicos necesarios para apartar del ejercicio del poder a los obispos, eparcas y superiores generales que escondan los casos de pederastia y no actúen como ordena Roma tanto con los abusadores como con las víctimas.

Cuando el próximo 5 de septiembre entre en vigor su motu proprio Como una madre amorosa, dejará de haber espacio en el episcopado para los prelados que no estén comprometidos hasta el fondo con la lucha contra esta lacra. La decisión de Francisco, anunciada el 4 de junio, completa el camino hacia la tolerancia cero frente a los abusos emprendido por Benedicto XVI.

Cesados por decreto

Con Como una madre amorosa, el Papa establece por decreto que serán cesados los pastores que oculten los episodios de pederastia o recurran a viejas costumbres, como limitarse a cambiar de parroquia a los curas abusadores. A partir de ahora, estos comportamientos se pagan. En sus cinco artículos, el motu proprio introduce entre las “causas graves” contempladas por el Derecho Canónico para la remoción del titular de una diócesis la negligencia en la gestión de los casos de abusos sexuales cometidos con menores o con adultos vulnerables.

Francisco establece que el superior puede ser “legítimamente removido de su encargo, si haya, por negligencia, realizado u omitido actos que hayan provocado un daño grave a otros”, sean personas o comunidades, especificando que este daño puede ser “físico, moral, espiritual o patrimonial”. El cese llegará si, “objetivamente, ha faltado de forma muy grave a la diligencia que le ha sido requerida por su oficio pastoral, también sin grave culpa moral por parte suya”. Cuando las víctimas sean menores de edad, basta con que la falta sea grave.

A los obispos sospechosos los investigarán cuatro congregaciones vaticanas: Obispos, Evangelización de los Pueblos, Iglesias Orientales e Institutos para la Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. Se queda fuera Doctrina de la Fe, el “ministerio” encargado de juzgar los casos de pederastia en el clero. El portavoz vaticano, Federico Lombardi, explicó este sorprendente punto del motu proprio, porque no se trata de procesar estos episodios, sino “la negligencia” en su gestión.

Fuentes vaticanas consideraron que también ha primado el interés del Papa por no sobrecargar con más trabajo a Doctrina de la Fe y porque son los otros dicasterios implicados los que más información pueden recabar directamente sobre los obispos, eparcas y superiores generales que hayan actuando de forma negligente ante este problema. El historiador Alberto Melloni cree que, con esta decisión, Francisco corta el nudo gordiano del encubrimiento a curas pedófilos y coloca a la jerarquía ante una disyuntiva: “O está con las víctimas o no tiene los requisitos para ejercer el ministerio”.

En el nº 2.992 de Vida Nueva


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