Viaje de ida y vuelta a la “caótica” Venezuela

El arzobispo de Mérida, Baltazar Porras, analiza con ‘Vida Nueva’ la grave situación del país

Protesta universitaria en Venezuela

Una las muchas manifestaciones de universitarios que está habiendo en Venezuela

JOSÉ LUIS CELADA | Regresa a Venezuela con la maleta cargada de buenos deseos para su país y no pocas oraciones por sus compatriotas, pero también con un curioso cargamento: botes de desodorante… En anteriores viajes al extranjero, a Baltazar Porras le pidieron toallitas sanitarias y, de un tiempo a esta parte, siempre medicinas, prueba inequívoca de la situación de desabastecimiento que sufre hoy la población venezolana.

En Roma –a donde acudió para presidir la apertura de la exposición Las Américas, de las colecciones del Museo Etnológico Vaticano–, todavía se hablaba por esos días de la visita frustrada a Venezuela del secretario vaticano para las Relaciones con los Estados, Paul R. Gallagher, una “oportunidad mayor” de entrevistarse con la ministra para Relaciones Exteriores, Delcy Eloína Rodríguez, y con el propio Nicolás Maduro. Sin embargo, el comunicado de la Nunciatura anunciaba que, por razones ajenas a la Santa Sede, se suspendía el viaje del legado vaticano. “Parecen dispuestos a no hablar con nadie”, lamenta el arzobispo de Mérida, Baltazar Porras.

La incomunicación, pues, constituye uno de los grandes problemas hoy de Venezuela, porque el Ejecutivo domina casi el 90% de los medios, mientras que el 10% independiente es sometido a diario a dos o tres horas de información oficial. “En todas las emisoras de televisión –relata el prelado– hay que pasar cada día 13 propagandas de un minuto, gratis y a la hora que decide el Gobierno. Si no lo haces, corres el peligro de una multa, una visita, un cierre…”. Es tal la desinformación que, si quieren enterarse de lo que sucede en Venezuela, deben sintonizar Radio Caracol y RCN de la vecina Colombia.

Aunque hay algo peor: las colas en los supermercados y farmacias, convertidas en “uno de los mejores negocios para sobrevivir” (se guarda el puesto durante la noche por una cantidad hasta que abran por la mañana). Él lo describe como una “distorsión absoluta de la realidad”, que se traduce en la falta de alimentos y medicinas, pero también en violencia, verbal y física (en cinco meses, se contabilizan más de 4.000 muertes violentas en el país).

 

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