Por el ojo de un aguja

“Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el Reino”, nos dice el evangelista con ocasión del episodio del joven que no quiso dejar sus riquezas y darla a los pobres como condición para seguir a Jesús (Mc 10,17-30). Con ello se señala lo difícil de vivir una dinámica diferente cuando se hace ídolo una realidad cualquiera, y en el caso del Evangelio, la riqueza.

Me ha venido al pensamiento esta afirmación al constatar lo difícil que ha sido y es, en Colombia y en nuestros pueblos latinoamericanos y caribeños, que la clase política cambie sus costumbres y deje de ser voraz esquiladora de presupuestos, contratos y emolumentos. Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que los politicastros dejen sus prebendas y se ocupen de la suerte de los pobres y excluidos.

Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que se diga la verdad y nada más que la verdad sobre lo que se hace y no se hace en las negociaciones de paz de La Habana. Se crean ilusiones fallidas y se montan espectáculos que logran estimular la esperanza en un posible final del conflicto armado colombiano, para después desvanecer las ilusiones con triquiñuelas y argumentos dilataciones y mentiras de un lado y del otro. Sí, es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja que poder saber la verdad acerca de tantas realidades que afectan la vida de colombianos y colombianas.

No podemos ser pesimistas aunque tanto desorden ordenado quiera condenarnos al escepticismo y a la duda sistemática. Felizmente mantener la esperanza en que el cambio de todo esto podría ser factible es necesario, porque nos dice el evangelista que “para Dios, todo es posible”.

Ignacio Madera Vargas, SDS

Compartir