Francisco al finalizar el Sínodo: “El primer deber de la Iglesia no es condenar, sino proclamar la misericordia de Dios”

papa Francisco en el Aula Sinodal cierre Sínodo Familia 2015 24 octubre

Discurso del Papa a los obispos, tras recibir la relación final aprobada en la Asamblea

papa Francisco en el Aula Sinodal cierre Sínodo Familia 2015 24 octubre

El papa Francisco y todos los padres sinodales, hoy sábado en la última reunión del Sínodo de la Familia

MARÍA GÓMEZ | En la tarde de hoy sábado 24 de octubre, ha tenido lugar la 18ª congregación general, última jornada de trabajo del Sínodo de la Familia, en la cual los padres sinodales han aprobado y entregado al papa Francisco la relación final que recoge las conclusiones de estas tres semanas de intenso trabajo. Mientras leemos con calma ese documento (que inicialmente se ha distribuido solo en el original italiano), lo que sí podemos ofrecer es el interesante discurso que el Papa ha leído en el Aula sinodal, como cierre del Sínodo.

Interesante por las conclusiones que extrae el Papa sobre el sentido y utilidad de esta cita sinodal, marcada de manera especial por una metodología que ha permitido gran libertad para hablar y compartir, y también por su lenguaje, claro, aterrizado y con una mirada positiva hacia las familias.

El Pontífice ha aclarado que la finalización del Sínodo no significa haber encontrado la solución a todos los problemas sobre la familia, sino que se trataba de iluminar estos desafíos “con la luz del Evangelio, de la Tradición y de la historia milenaria de la Iglesia”.

Matrimonio entre hombre y mujer, e indisoluble

Desde el principio, ha subrayado que el Sínodo ha querido hacer comprender “la importancia de la institución de la familia y del matrimonio entre un hombre y una mujer, fundado sobre la unidad y la indisolubilidad, y apreciarla como la base fundamental de la sociedad y de la vida humana”.

Sin miedo a “ensuciarse las manos discutiendo”

Pero también ha insistido en el valor del diálogo. “Las dificultades se han examinado atentamente, se han afrontado sin miedo y sin esconder la cabeza bajo tierra”, lo cual es “prueba de la vivacidad de la Iglesia católica, que no tiene miedo de sacudir las conciencias anestesiadas o de ensuciarse las manos discutiendo animadamente y con franqueza sobre la familia”.

Mensajes a los críticos

En uno de los puntos más críticos, el Papa habla de aquellos con “corazones cerrados que a menudo se esconden incluso dentro de las enseñanzas de la Iglesia o detrás de las buenas intenciones para sentarse en la cátedra de Moisés y juzgar, a veces con superioridad y superficialidad, los casos difíciles y las familias heridas”.

Lejos de estos, “la Iglesia es Iglesia de los pobres de espíritu y de los pecadores en busca de perdón, y no solo de los justos y de los santos”.

Y en este momento también, sacó a relucir las “conspiraciones” que eclipsaron la primera semana de la Asamblea Sinodal. “[Concluir el Sínodo] significa haber intentado abrir los horizontes para superar toda hermenéutica conspiradora o un cierre de perspectivas para defender y difundir la libertad de los hijos de Dios, para transmitir la belleza de la novedad cristiana, a veces cubierta por la herrumbre de un lenguaje arcaico o simplemente incomprensible”.

“En el curso de este Sínodo, las distintas opiniones que se han expresado libremente –y por desgracia a veces con métodos no del todo benévolos– han enriquecido y animado sin duda el diálogo”, añadió.

Defender a la familia de “ataques ideológicos”

A pesar de la diversidad de culturas y de problemáticas –y apostando en este punto por la “inculturación”–, Francisco asegura que “el desafío que tenemos ante nosotros es siempre el mismo: anunciar el Evangelio al hombre de hoy, defendiendo a la familia de todos los ataques ideológicos e individualistas”.

“Y sin caer nunca en el peligro del relativismo o de demonizar a los otros –añadió–, hemos tratado de abrazar plena y valientemente la bondad y la misericordia de Dios, (…) para introducir y vivir este Sínodo en el contexto del Año Extraordinario de la Misericordia que la Iglesia está llamada a vivir”.

“No las ideas, sino el hombre”

Más adelante, volvió a insistir en que “los verdaderos defensores de la doctrina no son los que defienden la letra sino el espíritu; no las ideas, sino el hombre; no las fórmulas sino la gratuidad del amor de Dios y de su perdón. Esto no significa en modo alguno disminuir la importancia de las fórmulas, de las leyes y de los mandamientos divinos. (…) Significa valorar más las leyes y los mandamientos, creados para el hombre y no al contrario.

“El primer deber de la Iglesia no es distribuir condenas o anatemas, sino proclamar la misericordia de Dios, de llamar a la conversión y de conducir a todos los hombres a la salvación del Señor”.

“La palabra ‘familia’ ya no suena igual que antes”

Tras citar a sus antecesores Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI sobre el arrepentimiento y la misericordia, Francisco ha asegurado que, gracias a este Sínodo, “para todos nosotros, la palabra ‘familia’ no suena lo mismo que antes”.

Y ha concluido animando a seguir caminando “juntos, para llevar a todas las partes del mundo el abrazo de la Iglesia y el amparo de la misericordia de Dios”.

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