Acompañar e integrar: las herramientas del próximo Sínodo de octubre

El ‘Instrumentum laboris’, presentado en Roma, analiza todos los retos de la familia

Papa Francisco con las familias

La hoja de ruta para el próximo Sínodo de la Familia [extracto]

ANTONIO PELAYO (ROMA) | Los periodistas estábamos convocados a las doce del mediodía del martes 23 de junio para conocer el Instrumentum laboris (documento base) sobre el que se trabajará de cara al próximo Sínodo de la Familia, en octubre. En la conferencia de prensa iban a intervenir el cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo de los Obispos; el cardenal Peter Erdö, arzobispo de Esztergom- Budapest y relator de la próxima asamblea sinodal; y el arzobispo italiano Bruno Forte, secretario especial de la XIV Asamblea General del Sínodo de los Obispos. Como moderador ejerció el portavoz vaticano, Federico Lombardi.

Tres horas antes se nos había entregado el texto del Instrumentum laboris que servirá de falsilla en los debates sinodales que comenzarán el 4 de octubre y se prologarán hasta el 25 del mismo mes. Es un librito de 78 páginas en su versión italiana (la única hasta ahora disponible), y ya puede imaginarse que la mayoría de los presentes en la Sala de Prensa no habíamos tenido más oportunidad que echarle una ojeada buscando “la” o “las” noticias que, como veremos, no faltan.

La conferencia de prensa fue tan soporífera como es habitual: una hora emplearon los tres relatores en presentarnos el documento y no quedó mucho más de un cuarto de hora para responder a algunas de las preguntas de los presentes; como siempre, por cierto, no excesivamente interesantes. Pero volvamos al análisis del texto en cuestión. Como nuestros lectores saben, el Instrumentum laboris deriva de los lineamenta enviados a finales del año pasado a todas las conferencias episcopales, a los dicasterios de la Curia romana, a la Unión de Superiores Generales y a otros organismos, pidiéndoles que respondieran a un cuestionario de 46 preguntas. Se les daba como límite para enviar sus aportaciones el 15 de abril del 2015.

Hasta esa fecha llegaron a Roma las respuestas de 99 entidades, a las que hay que añadir nada menos que 359 “observaciones”, provenientes, por libre iniciativa, de diócesis, parroquias, asociaciones eclesiales, movimientos, familias y fieles individuales. Con todo ese arsenal, la Secretaría ha elaborado el documento ahora hecho público.

Al cabo de una primera lectura, puede afirmarse que estamos ante una objetiva reconstrucción de los planteamientos, no siempre coincidentes, que han ido surgiendo en la Iglesia frente a los problemas más delicados de la familia en el mundo actual y que abordará la próxima Asamblea Sinodal. A algunos de nuestros lectores, esta apreciación les podrá parecer tacaña, pero a los que hemos conocido durante años los mecanismos empleados en el pasado para “orientar” el debate en el aula sinodal, nos parece una novedad realmente encomiable.

Papa Francisco con las familiasDespués de una breve introducción, el texto se divide en tres partes: la escucha de los desafíos sobre la familia, el discernimiento de la vocación familiar y la reflexión sobre su misión hoy. Una conclusión, a la que se ha añadido una oración a la Sagrada Familia, cierra el documento.

Finalizada la lectura del texto completo y escuchadas las intervenciones de los tres ponentes, destaco dos palabras que, en mi opinión, resumen la orientación general del Instrumentum laboris: acompañamiento e integración. Como dijo el cardenal Erdö respondiendo a una de las preguntas, “acompañar significa estar cerca de esas personas que tienen la impresión de estar separadas de la Iglesia; en algunos casos concretos, hay que destruir muros y construir puentes. Hay algunas hipótesis en el documento que pueden realizarse para que se sientan dentro de la Iglesia”.

En la primera parte del documento se dibuja el contexto socio-cultural y el cambio antropológico que se han producido en nuestro mundo. “En la sociedad actual –se escribe– se observan disposiciones diferentes. Solo una minoría vive, sostiene y propone la enseñanza de la Iglesia católica sobre el matrimonio y la familia, reconociendo en ella la bondad del proyecto creador de Dios. Los matrimonios, religiosos o no, disminuyen y el número de separaciones y divorcios crece”.

“Se nota en los más diversos contextos culturales –continúa el texto– el miedo de los jóvenes a asumir compromisos definitivos como el de constituir una familia. Más en general, nos encontramos con la difusión de un individualismo extremo que pone en el centro la satisfacción de deseos que no llevan a la plena realización de la persona. El desarrollo de la sociedad de consumo ha separado sexualidad y procreación. También esta es una de las causas de la creciente caída de la natalidad. En algunos contextos, esta va unida a la pobreza o a la imposibilidad de ocuparse de la prole; en otros, a la dificultad de querer asumirse responsabilidades y a la percepción de que los hijos podrían limitar la libre expresión de sí mismos”.

Contradicciones culturales

Otro aspecto contemplado en el documento es el de las contradicciones culturales que inciden sobre las familias. Una de ellas es la siguiente: “Se quiere reconocer a la estabilidad de una pareja constituida, independientemente de la diferencia sexual, la misma titularidad de la relación matrimonial, intrínsecamente ligada a los roles paterno y materno definidos a partir de la biología de la generación. La confusión no ayuda a definir la especificidad social de tales uniones, mientras entrega a la opción individualista el vínculo especial entre diferencia, generación e identidad humana. Es ciertamente necesaria una mayor profundización humana y cultural, no solo biológica, de la diferencia sexual con la concienciación de que ‘la remoción de la diferencia (…) es el problema y no la solución’ (Francisco, audiencia general del 15 de abril de 2015)”.

En otro capítulo se analizan los retos que plantea a la familia el contexto socio-económico. “La vida familiar concreta está estrechamente ligada –se dice– a la realidad económica. Muchos observan que, en nuestros días, la familia puede fácilmente sufrir múltiples vulnerabilidades. Desde el punto de vista económico, los problemas más relevantes son los vinculados a los salarios insuficientes, el paro, la inseguridad económica, la falta de un trabajo digno y de una seguridad en el puesto de trabajo, el tráfico de personas humanas y la esclavitud”.

Al hilo de la reciente encíclica Laudato si’, se afirma que “la Iglesia desea y colabora en un profundo repensamiento de la orientación del sistema mundial a través de una cultura ecológica capaz de elaborar un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida, una espiritualidad”.

Emancipación de la mujer

Otro aspecto interesante del documento es el que se refiere al papel de las mujeres y a sus procesos de emancipación. “En los países occidentales –véase el n. 30–, la emancipación femenina requiere un repensamiento de las tareas de los cónyuges en su reciprocidad y en la común responsabilidad hacia la vida familiar. En los países en vías de desarrollo, al abuso y a las violencias ejercidas sobre el cuerpo de las mujeres y a la fatiga que se les impone durante el embarazo, con frecuencia se unen abortos y esterilizaciones forzadas, así como las consecuencias extremadamente negativas de las prácticas unidas a la procreación (por ejemplo, el alquiler del útero o el mercado de gametos embrionales)”.

“En los países avanzados, el deseo de un hijo ‘cueste lo que cueste’ no ha llevado a relaciones familiares más felices y sólidas, sino, en muchos casos, ha agravado de hecho la desigualdad entre las mujeres y los hombres. La esterilidad de la mujer representa, según los prejuicios presentes en diversas culturas, una condición socialmente discriminadora”.

Es en el tercer capítulo de la tercera parte del Instrumentum donde los informadores han encontrado algunas de las “novedades” que se le atribuyen. Así, por ejemplo, en el n. 41, después de exhortar a la Iglesia a que anuncie la gracia del matrimonio “a todas las personas y en todos los contextos”, se afirma que “también debe ser capaz de acompañar a cuantos viven el matrimonio civil o la convivencia en el gradual descubrimiento de los gérmenes del Verbo que allí se encuentran escondidos, para valorizarlos hasta la plenitud de la unión sacramental”. “La opción por un matrimonio civil o, en algunos casos, de la convivencia –se reconoce–, con mucha frecuencia no está motivada por prejuicios o resistencias ante la unión sacramental, sino a situaciones culturales”.

Espíritu de acogida

En este, como en otros casos, el documento exhorta a la comunidad cristiana a “comprometerse en reforzar el estilo de acogida que le es propio”. Bajo el título El gran río de la misericordia, pueden leerse estas líneas: “Cuidar a las familias heridas y hacerlas experimentar la misericordia de Dios es considerado por todos un principio fundamental. (…) Ciertamente, este arte del acompañamiento requiere de discernimiento prudente y misericordioso, así como la capacidad de captar concretamente la diversidad de las situaciones particulares. (…) No se olvide que la experiencia del fracaso matrimonial es siempre una derrota para todos. Por eso, después de la toma de conciencia de las propias responsabilidades, cada uno tiene necesidad de reencontrar la confianza y la esperanza”.

Papa Francisco con las familiasSobre el tan debatido problema de los divorciados vueltos a casar civilmente, después de algunas consideraciones generales, esta es la posición reflejada en el documento: “Hay un común acuerdo sobre la hipótesis de un itinerario de reconciliación o vía penitencial, bajo la autoridad del obispo, para los fieles divorciados y recasados civilmente que se encuentran en situación de convivencia irreversible. (…) Otros entienden como camino penitencial un proceso de clarificación y de nueva orientación, después del fracaso vivido, acompañado por un presbítero encargado de esta materia. Este proceso debería conducir al interesado a un juicio honesto sobre la propia condición en el que el mismo presbítero pueda madurar su valoración para poder hacer uso de la potestad de ligar o desligar de modo adecuado a la situación”.

Otro punto tratado en el texto es el de las adopciones, y esta es la posición expresada por los autores: “Se ha puesto en evidencia la necesidad de afirmar que la educación de un hijo debe basarse en la diferencia sexual, como la procreación. Por lo tanto, también ella tiene su fundamento en el amor conyugal entre un hombre y una mujer, que constituye la base indispensable para la formación completa del niño”.

Por fin, la norma que debe presidir la atención a las personas con tendencias homosexuales es la siguiente: “Se vuelve a afirmar que todas las personas, independientemente de su tendencia sexual, deben ser respetadas en su dignidad y acogidas con sensibilidad y delicadeza tanto en la Iglesia como en la sociedad. Sería deseable que los proyectos pastorales diocesanos reserven una específica atención al acompañamiento de las familias donde viven personas con tendencias homosexuales y de esas mismas personas”.

En clave de misericordia

Comentando en L’Osservatore Romano el contenido definitivo del Instrumentum laboris, Maurizio Gronchi escribe: “La Iglesia escucha y reflexiona, comparte ansias y temores, sostiene la confianza y la valentía de recorrer nuevos caminos, teniendo en la mano el antiguo mapa de la tradición de la fe”.

En la conferencia de prensa que hemos citado al inicio de esta crónica, el cardenal Baldisseri nos recordó a todos los informadores presentes que “el Sínodo ha sido puesto por el papa Francisco bajo el signo del Año Santo de la Misericordia”. Intelligenti pauca, que decían los antiguos para significar que las personas listas necesitan poco para entender por dónde van las cosas.

  • OPINIÓN: Prensa, por Antonio Pelayo

En el nº 2.947 de Vida Nueva

 

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