Para pan, REPAM

Para garantizar el “pan” diario del agua potable, el aire limpio y los alimentos nutritivos en un mundo en el que “hay comida para todos, pero no todos pueden comer”, es imprescindible conservar ecosistemas estratégicos como los bosques africanos, las islas de Borneo y Sumatra, y la Amazonía, entre otros. En nuestro continente, para que haya ese “pan”, se ha creado la “REPAM” (Red Eclesial Pan-Amazónica) que busca establecer una pastoral de conjunto entre las iglesias locales de los países sudamericanos que están en la cuenca amazónica, con miras a crear un modelo de desarrollo que privilegie a los pobres y sirva al bien común (DA 475).

Por supuesto, esto implica redescubrir el Amazonas. No es una despensa de madera, oxígeno, medicamentos o dólares, sino una casa biodiversa en la que habitan miles de nativos, cada uno con su cosmovisión y su cultura. Es una porción privilegiada de esa Tierra que “nos fue confiada para que pueda ser para nosotros, madre, capaz de dar a cada uno lo necesario para vivir” (Papa Francisco a la EXPO 2015).  

Además, la  región amazónica, no es un lugar distante y aislado. Al contrario, estamos interconectados por los ciclos de agua que, a través de las nubes, nos traen buenas noticias de las selvas tropicales. Es también escenario de misión silenciosa de muchas congregaciones que con su servicio, enaltecen la catolicidad del amor sin fronteras. En un contexto en el que tanto  la selva como las tribus, están amenazadas por voraces negocios de agroindustria, minería, energía, ganadería, la semilla del Reino ha dado frutos rojos en el martirio de personas que, como Chico Mendes y Dorothy Stang, ofrendaron su vida por un sueño de justicia y convivencia pacífica entre naturaleza y seres humanos: ¡“Señor, danos siempre de ese pan”! (Jn 6,34).

Alirio Cáceres Aguirre

Compartir